José Tomás abre la puerta grande de Las Ventas
El diestro cortó dos orejas al quinto de la tarde
José Tomás ha vuelto a abrir la puerta grande de la plaza de Las Ventas de Madrid tras cortarle las dos orejas al quinto de la tarde en la corrida celebrada este martes, undécimo festejo de la feria de San Isidro.
Se lidiaron toros de Martelilla, desiguales de presentación y de juego complicado. Alguno desarrolló genio.
Al comienzo de la corrida la tarde gris contagió al público de Las Ventas y todo se puso muy cuesta arriba para los toreros. Pero salió el quinto y sí sirvió para que Tomás salvara la tarde y se reconciliase con la plaza que le catapultó hasta lo más alto.
El toro del triunfo salió suelto en las verónicas de recibo y blandeó durante el quite por chicuelinas que procuró el maestro. Tomás comenzó variado con la muleta en el tercio y con su toreo lento y majestuoso arrancó la ovación del público. En los medios, Tomás citó con la zurda y consiguió muletazos muy templados, empañados por un enganchón producido por el viento que casi acaba con el torero por los aires.
Ante el desarrollo de sentido del astado por ese pitón, el diestro cambió de mano y toreó muy lento, casi de auténtico ensueño.
Fueron series de mucho temple y toreo exquisito. Una serie de derechazos a pies juntos puso de pie a los tendidos. Los remates de las series fueron hondos, únicos, solemnes. Remató la faena con una estocada hasta la bola y cortó las dos orejas para volver a abrir la Puerta Grande de Madrid.
Con su primero intentó el lucimiento desde el principio de la faena, presentándole el astado muchas complicaciones por ambos pitones.
Por su parte, Rivera Ordóñez recibió al que abría plaza con verónicas de bella factura, ganándole siempre terreno al toro. Con la muleta no hubo opción para el matador pues el toro se paró por completo. Mató de media estocada y escuchó silencio. En su segundo, leves e injustos pitos para el diestro.
Rafael de Julia salió muy dispuesto y recibió por verónicas de buen corte que, sin embargo, no obtuvieron respuesta en el tendido que protestaba la presentación del astado. El toro fue violento y de embestida bronca, el torero mató de estocada muy caída y se silenció su labor. Su segundo se paró enseguida y, nuevamente, le robó las opciones. Silencio.
Babelia
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