Noche triunfal de U2 en el Palau Sant Jordi de Barcelona

Bono y su séquito congregaron a 18.000 personas, según la organización, en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Aparecieron sobre un escenario austero, cuya imagen contrastaba con la espectacularidad de sus dos giras anteriores.

La escenografía estaba pensada sin duda para no desentonar con la línea de su último disco, All that you can't leave behind, en el que la banda ha abandonado sus devaneos con la electrónica para volver al rock más depurado de sus orígenes.

La música por encima de todo para que el cuarteto ofreciera su mejor concierto en Barcelona. Un total de 22 canciones, temas recientes, antiguos y versiones, se sucedieron en un concierto en el que la banda parece no haber querido arriesgar demasiado y ha apostado por los temas que siempre han funcionado con su público más fiel.

El tema Elevation abrió el concierto, con un retraso no justificado de 35 minutos. El Beautiful day, tema con el que empezaron a funcionar los seis cañones de luz y las seis pequeñas pantallas de vídeo.

Bono, vestido de negro y con gafas de cristales violetas, y The Edge, el guitarrista, se pasearon por la pasarela del escenario, que acotaba un corazón en cuyo interior disfrutaban, a centímetros de sus ídolos, los 300 primeros asistentes al recinto olímpico barcelonés.

Pancartas de "U2 forever" y alguna bandera irlandesa se desplegaron durante el concierto. El público se fue animando cuando Bono dedicó Kite a su padre enfermo, para proseguir con New York -con sombras chinas incluidas-, I will follow, Spanish eyes -una rareza y un guiño a la audiencia-, y Sunday bloody sunday, con una invevitable referencia a la paz en el Ulster con un lema: "nunca volveremos a la violencia".

La épica New Year's Day puso en pie hasta el final a un público - entre el que se encontraba el actor Javier Bardem- cautivado por un sonido limpio y potente.

Wake up dead man, Stuck in a moment you can't get out of y la última canción que escuchó Joey Ramone, In a little while, precedió al Happy birthday, en honor al 40 aniversario de The Edge, que iniciaron los centenares de fans ataviados con camisetas rojas con el número 40 en la parte delantera y una caricatura del guitarrista en la espalda.

Revisitando los ochenta

Un trozo acústico de Angel of Harlem, una botella de cava descorchada, y Bono, The Edge, Larry Mullen jr. y Adam Clayton sobre la pasarela remataron la faena con Desire, mientras el set acústico continuaba con Stay y el calor ya sofocaba

Las visitas a los ochenta prosiguieron con el Bad, la melancolía de "Where the streets have no name", la revisión en clave de dance de Mysterious ways, con siete plataformas subiendo y bajando en el fondo del escenario, y Pride (In the name of love) -y todo el corazón iluminado

18 canciones y 95 minutos seguidas por un primer bis que se inició con un recuerdo en castellano a "los cinco más grandes traficantes de armas del mundo: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China, Rusia", como se pudo leer proyectado sobre la trasera del entarimado. Estaba cantado: era Bullet the blue sky.

Una espectadora subió al escenario con With or witout you. Al terminar el tema Bono saludó antes de marcharse: "Bona nit". "Buenas noches". "Bienvenidos a nuestra fiesta. Una fiesta de cumpleaños. Gracias". Siguió un segundo bis con One y los irandeses se despidieron definitivamente del público del Palau Sant Jordi.

Con anterioridad, los galeses Stereophonics presentaron durante 45 minutos su tercer disco, Just enough education to perform, un compendio de reminiscencias setenteras a volumen atronador.