Así se ha cuadruplicado la población de jabalíes españoles en dos décadas
El brote de peste porcina africana en Barcelona reabre la polémica sobre si hay exceso de ejemplares. Se estima que la población puede llegar a dos millones. Murcia, Valencia, Cataluña o Castilla-La Mancha, donde más crece
En los últimos veinte años, la población de jabalíes en España se ha disparado: se estima que ronda los dos millones de ejemplares tras multiplicarse por cuatro. Esto equivale a un jabalí por cada 25 personas. El brote de peste porcina africana en Barcelona ―que deja hasta el momento 13 jabalíes muertos― ha reabierto la polémica sobre si existe un exceso de ejemplares y la forma de gestión. Al peligro del virus para la cabaña porcina se suma que en ese avance exponencial muchos jabalíes han cambiado de hábitos y se acercan más a las zonas urbanas, al olor de la comida fácil, sin que les afecte la presencia humana. En 2000 se abatieron en España 118.885 jabalíes, y en la temporada de caza 2022-2023 la cifra subió a 450.150.
A pesar de que la especie vive una época de bonanza, no crece igual en todos los lugares, e incluso en algunas áreas la curva se está estabilizando, “porque se llega a la carga máxima y ese aumento no puede ser infinito”, explica Joaquín Vicente, catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha en Sanidad Animal e investigador del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) del CSIC.
En el Arco Mediterráneo el incremento poblacional es elevado, “desde Francia a Murcia; de hecho tiene continuidad hasta Italia”. Cataluña, donde se ha producido el brote de peste porcina africana, es una de las comunidades que más destaca en España, con un 100% de subida en la caza ― un indicador de crecimiento poblacional― en una década. En 2022-2023 se cazaron 70.736.
En esta zona juega a favor de la especie el hábitat, un bosque mediterráneo relativamente húmedo alternado con cultivos en el que encuentran refugio y comida todo el año. A ello, se suman los restos que localizan en la basura cerca de las ciudades.
El área de Levante también gusta al jabalí, y mucho. En la Comunidad Valenciana y Murcia la caza de jabalíes ha crecido casi un 300%, triplicándose en 12 años. “Seguramente, le ha ayudado la producción agrícola intensiva, una de sus fuentes de alimentación”, plantea Vicente.
Destacan también dos provincias de Castilla-La Mancha (Toledo y Ciudad Real) con elevada tradición cinegética y manejos del territorio bastante intensivos (fincas de caza, algunas valladas que promueven elevadas densidades de especies cinegéticas como el jabalí, básicamente con alimentación artificial). En la meseta Norte, la población de Madrid y Castilla y León crece al mismo ritmo que en Cataluña.
En la zona cantábrica, sin embargo, los aumentos son moderados. “Coincide con la presencia del lobo, lo que permitiría gestionar la caza de una forma más natural y, además, los cambios agrícolas que favorecen al jabalí (intensificación de la producción) son menos marcados aquí”, añade Vicente. Y aunque también se ha producido un abandono del campo, coincide con la principal área de distribución de los grandes depredadores ibéricos, que pueden contribuir al control de la población.
Comida, más vegetación y basura
El factor clave en la expansión del mamífero es la comida disponible. La encuentran tanto en un ámbito rural, que al ser abandonado tiene una mayor cobertura vegetal y además les ofrece refugio, como en áreas peri urbanas y urbanas. En estas rebuscan entre la basura, visitan huertos e incluso se comen los piensos que se dejan para alimentar a colonias felinas. La agricultura intensiva, por ejemplo, los maizales, se ha convertido en otro de los supermercados que visitan. La subida de las temperaturas por el cambio climático favorece, a su vez, una mayor supervivencia de las crías. La falta de depredadores como el lobo también le ayuda.
Además, “para ser un mamífero mediano-grande tiene una estrategia reproductiva más similar a la de un roedor con muchas crías”, añade Gregorio Mentaberre, veterinario y profesor en la Universidad de Lleida y especialista en gestión poblacional y sanitaria de fauna silvestre. Muchas mueren en el camino, pero aun así, sobrevive un número importante de animales.
Un límite difícil de marcar
El concepto de sobreabundancia es difícil de determinar, advierte el investigar Joaquín Vicente. “Desde el punto de vista del conflicto humano se podría interpretar como el momento en el que percibimos que la especie nos hace daño o nos amenaza”, comenta. Pero, añade, independientemente del número de jabalíes, existen unos parámetros más objetivos: cuando los daños que producen repercuten en la biodiversidad, sobre el medio, incluso afectan a las características del ecosistema y pueden incrementar el riesgo de que haya enfermedades que pasen a los humanos.

“El jabalí, sin ninguna duda, en ciertas densidades que van a variar según el lugar, va a producir este tipo de daños, de disfunciones y ahí nosotros sí que tenemos que actuar y gestionarlo”, concreta.
Ecologistas en Acción rechaza que se criminalice a una especie silvestre como el jabalí como consecuencia del brote de peste porcina. La organización apunta a que el problema se encuentra en la insostenibilidad del modelo agroindustrial con granjas en las que se cría a miles de cerdos sin espacio. Rechaza que esta situación justifique medidas de mayor presión y sacrificios masivos de estos mamíferos que son propios de ecosistemas europeos.
Mentaberre, especialista en gestión de fauna silvestre, añade que “desde el sector agrícola y ganadero se tiende a demonizar a la fauna y el jabalí es otra víctima, el virus no lo ha traído el jabalí, sino la actividad humana”. Lo dice en referencia a la hipótesis que se maneja de que el PPA haya llegado a algún jabalí tras comer restos de un bocadillo con algún producto de cerdo contaminado.
“La gestión actual se centra en el jabalí, porque una parte de la sociedad pide que se prime la economía y los intereses humanos”, explica. Mentaberre está convencido de que si se realizara una consulta pública, ese sería el resultado.
La gestión futura de la especie “es un desafío”, considera Vicente. El entorno polarizado ―a favor y en contra de la captura y muerte de los animales―, la disminución en el número de cazadores y la continuidad de las causas que favorecen su expansión, complican la situación. A lo que se suma “un entorno globalizado con una red de transportes que te trae una enfermedad como la peste porcina en unas horas desde el centro o este de Europa”, concluye Vicente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.






























































