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La Costa del Sol declara la guerra al jabalí

La mayor presencia de estos mamíferos en zonas urbanas y playas anima a la contratación de arqueros en Marbella, Mijas o Málaga, medida criticada por veterinarios y ecologistas

Varios jabalíes en una zona urbana de la localidad malagueña de Mijas.
Varios jabalíes en una zona urbana de la localidad malagueña de Mijas.Esther Gómez (EFE)
Nacho Sánchez

La semana pasada, Carlos Sánchez, de 47 años, se cruzó con un par de jabalíes en una rotonda cuando conducía su coche a primera hora de la mañana en Mijas (Málaga, 89.502 habitantes). Días después, se topó con una familia completa cuando aparcaba para entrar a trabajar. “Eran ocho o nueve”, relata. Los encuentros son frecuentes. Y no es el único vecino de la localidad malagueña que se los tropieza con frecuencia. La propia Policía Local emitió a finales del año pasado un informe en el que alertaba de la “presencia masiva” de estos animales en la localidad en distintas zonas, incluso cerca de la playa. El municipio quiere instalar ahora un dispositivo de jaulas para capturarlos, después de que ya contratase a arqueros con el objetivo de frenar la población, como acaba de hacer también la capital provincial. En ambos casos, con polémica. “Estamos en contra de matar animales a flechazos, es un disparate”, sostiene Juan Antonio de Luque, presidente del Colegio de Veterinarios de Málaga.

Los jabalíes son ya parte del día a día de numerosas zonas de toda la Costa del Sol, como también ocurre en zonas de Madrid, Cataluña o Galicia. Sus avistamientos son frecuentes en zonas residenciales, sobre todo en las urbanizaciones más cercanas a las sierras o las que se ubican junto a cauces de ríos y arroyos, por los que las piaras suelen transitar. Pero también se ven en campos de golf, centros históricos o grandes avenidas. A veces son ejemplares sueltos y otras, grupos grandes. La propia Junta de Andalucía reconoce el “aumento de forma significativa” de las poblaciones, aunque aclaran que la mayoría son cerdos asilvestrados, híbridos surgidos de la mezcla entre jabalís y otras especies exóticas cuyos propietarios los han liberado de forma irregular en el campo. La administración andaluza destaca que los cambios en el medio rural durante las últimas décadas, la despoblación y la falta de competencia por los recursos, además de la inexistencia de depredadores y el envejecimiento de los cazadores, ha disparado el número de estos animales. Fuentes de la Consejería de Medio Ambiente aseguran que es difícil establecer un censo, pero dan datos que pueden ayudar a hacerse una idea: si entre 2014 y 2015 fueron cazados 3.606 ejemplares, entre 2022 y 2023 la cifra subió a 7.490, un 207% más.

“También tiene que ver que cada vez se construyen más viviendas en las zonas que habitan los jabalíes”, destaca Librada Moreno, portavoz de Ecologistas en Acción, que señala el sector de la construcción que sigue enladrillando el litoral malagueño. Además, cree que los animales se ven más porque encuentran comida en contenedores o incluso de los propios vecinos, que les dan de comer. “Y cuando tienen alimentación, procrean más”, añade Moreno. Parecen una imagen simpática, pero son un problema. “Constituyen un riesgo real en el ecosistema”, apuntan desde la Junta de Andalucía, que hace ya una década estableció distintas medidas —distintas para cada provincia, en base a sus necesidades— para controlar las poblaciones de jabalíes y erradicar el cerdo asilvestrado, considerado una especie exótica e invasora.

El gobierno autonómico no es competente en esta materia en entornos urbanos, así que ahí todo depende de la iniciativa municipal. Una de las primeras localidades en ponerse en marcha fue Mijas, que contrató arqueros en 2022, los volvió a contratar la primavera pasada y ahora licita un contrato de 150.000 euros para la colocación de capturaderos: jaulas para cazarlos vivos y, luego, acabar con su vida mediante eutanasia. “Son un problema generalizado en toda la Costa del Sol”, señalan desde Mijas, donde destacan la importancia de luchar de manera coordinada entre todos los municipios ya que los jabalíes no entienden de fronteras.

En verano de 2023 se hicieron virales las imágenes de jabalíes merodeando las neveras y bolsas de los turistas entre las tumbonas de la playa y, después, la ciudad también contrató arqueros. La última ciudad en hacerlo ha sido Málaga, cuyo término municipal se encuentra en “emergencia cinegética temporal por daños y riesgos sanitarios” desde mayo pasado, declaración que permite la caza selectiva del jabalí ante su mayor presencia en el casco urbano. La creación de una red de abrevaderos para que puedan hidratarse sin acercarse a las zonas residenciales fue la primera medida municipal, pero a finales de septiembre el consistorio anunció también la contratación —por algo más de 13.500 euros— del Servicio de Controladores con Arco de Especies Silvestres (SCAES) de la Federación Andaluza de Caza, compuesto por 16 arqueros. Durante cinco meses, podrán disparar sus flechas contra estos animales desde distintos puestos ubicados junto a una quincena de arroyos. Muchas de las piaras que se ven en zonas urbanizadas viven en sus cañadas, como también lo hacen en la del río Guadalmedina, donde es cada vez más frecuente ver a estos mamíferos.

La utilización de arqueros es, sin embargo, algo incomprensible para entidades ecologistas y veterinarios. “Con un arco lo más probable es dejar herido al animal, no matarlo. Y ahí es cuando se vuelve realmente peligroso. Además, el sufrimiento es muy alto”, afirma Librada Moreno, que no descarta la reintroducción del lobo como fórmula para equilibrar el ecosistema. “En pleno siglo XXI no se pueden disparar flechas para matar animales”, insiste Juan Antonio de Luque, presidente del Colegio de Veterinarios de Málaga, que sostiene que la reducción de las poblaciones de estos mamíferos debe ser afrontada con distintas medidas a la vez. Así, propone la prolongación del control cinegético en el monte —con temporadas más largas para su caza— y la colocación de trampas en el entorno urbano para capturar ejemplares que luego sean sometidos a eutanasia. También apunta la vacunación de las hembras para esterilizarlas y recalca la importancia de educar a la ciudadanía para que no ofrezca alimentos a las piaras, además de pedir a los ayuntamientos que instalen contenedores antivuelco y usen papeleras sin balancín para que los jabalíes no puedan acceder a su contenido.

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