Unas vacaciones marcadas por la crisis climática: “No me quiero imaginar qué puede suceder en una década”
El verano más caluroso de la historia impacta cada vez más en las expectativas de los viajeros, que se ven en riesgo por temperaturas extremas en el peor de los casos, u obligados a cancelar actividades
Es difícil encontrar un resumen de las vacaciones de cualquier compañero, amigo o familiar que no incluya un “¡qué calor he pasado!”, sobre todo, si el lugar elegido de descanso o diversión estaba en el sur de Europa, una región golpeada por la sucesión de olas de calor y, en algunos casos, los tremendos incendios. El debate sobre el impacto que tiene y tendrá en el turismo la crisis climática a medida que avance el calentamiento global ha estallado de lleno este verano también. Y, precisamente, los destinos del sur de la UE son los que peor parados saldrán, según vaticinan muchos expertos, debido al aumento de los extremos meteorológicos.
“El cambio climático está aquí. Es aterrador. Y esto es solo el principio. La era del calentamiento global ha terminado, ahora es el momento de la era de la ebullición global”, advertía a finales de julio António Guterres, secretario general de la ONU. Porque este verano meteorológico en el hemisferio norte (junio, julio y agosto) ha sido el más cálido de los registrados hasta ahora de media en el planeta. En España, a falta del balance oficial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que se espera que se presente esta semana, este verano también estará entre los más cálidos, a lo que han contribuido especialmente las cuatro olas de calor que ha vivido gran parte del territorio peninsular y Baleares. Es el cuarto año con más días con olas de calor declaradas desde que arrancan los registros hace medio siglo: 24 días en total.
No es el calor que siempre ha hecho. Y estos son los testimonios de algunos de los que han vuelto de vacaciones con sus maletas llenas de escenas de este verano de crisis climática.
Carla Díez: "Nada más poner un pie en San Sebastián, yo ya estaba en 'shock"
“Nada más poner un pie en San Sebastián, yo ya estaba en shock". Cuando Carla Díez (25 años) vino desde la ciudad alemana de Magdeburg, donde trabaja como profesora de español, para pasar unos días en el País Vasco, lo último que se esperaba era ser recibida por una ola de calor. No era el primer verano que decidía acercarse a la costa vasca en sus vacaciones, ya que tiene familia allí, por lo que decidió incluir algún pantalón largo y sudadera en la maleta. Pero no le hizo falta sacarlos. “Yo esperaba una temperatura similar a Magdeburg, con máximas de hasta 23 grados, pero me encontré con un calor sofocante”. Por suerte, el motivo principal de su viaje era hacer surf y no se separó de la playa en los cinco días que allí estuvo. “El calor era tal que, cuando salía del agua, me volvía a meter a los cinco minutos”, recuerda Díez. Llegó el 21 de agosto y estuvo cinco días.
Los datos. Cuando Carla Díez viajó a San Sebastián, la ciudad estaba sufriendo una ola de calor. Era la última de las cuatro que ha vivido la España peninsular este verano de récord y fue la más larga, duró nueve días en los que se hizo muy difícil dormir. El 23 de agosto fue el día en el que la estación de Igeldo, en San Sebastián, registró la máxima de este verano: más de 35 grados, muy por encima de lo que sería normal para ese día: unos 23 grados (teniendo en cuenta la media de temperaturas del período 1981-2010), según los datos de la Aemet.
Xosé Fernández: "Lo pasé muy mal, me costaba respirar"
Xosé Fernández Vázquez tiene 80 años, está jubilado y reside en Oviedo. Su verano lo ha pasado entre Galicia y Asturias. El inicio del estío está muy presente aún en su día a día. El 24 de junio le faltó el aire. “Fue un día perjudicial para la salud”, recuerda. Salió a caminar por Asturias con un amigo, como de costumbre, pero al pasar el Puerto de Ventana, en la frontera con Castilla y León, se encontró “una humedad y un calor insoportables”. Los termómetros alcanzaron los 35 grados. “Esa noche lo pasé muy mal, me costaba respirar y el ambiente estaba muy cargado”, explica mientras recuerda el ingreso hospitalario de muchas personas asmáticas en esas fechas. Al día siguiente, se encerró en su casa de San Esteban de las Cruces, a cinco kilómetros de Oviedo, para recuperarse.
Ahora, más animado por el descenso de las temperaturas, cuenta que el 23 de agosto fue un día bastante duro también para los asturianos por el bochorno. “Yo por suerte estaba en Lugo”, relata aliviado.
Los datos. El calor es un grave problema de salud. El verano del pasado año, según un reciente estudio publicado en Nature Medicine, se produjeron 61.672 muertes prematuras en Europa debido a las altas temperaturas. Ese estudio resaltaba que la franja en la que se aprecia una mayor mortandad (acumula alrededor del 50% de los decesos) es la comprendida entre los 65 y 79 años. Este verano el exceso de mortalidad relacionada con el calor en España ha ascendido a 11.016 personas, según muestra una herramienta creada por Fundación para la Investigación del Clima.
Enrique Ascanio: "Llovían cenizas sobre mí, fue sobrecogedor"
Enrique Ascanio (22 años) regresó a Tenerife en junio para pasar el verano, como cada año desde que se marchó a estudiar a Madrid. Pero este agosto fue muy diferente para él debido al gigantesco incendio que ha golpeado a Tenerife. “No podía parar de pensar si la casa donde crecí seguiría ahí cuando todo acabara”, recuerda. El 15 de agosto, los montes del municipio de Arafo empezaron a arder y en la madrugada del día 17, el fuego ya había rodeado La Florida, su barrio, que pertenece a La Orotava. El cielo se tiñó de naranja y, entre sirenas, se llevó a sus mascotas. El perro de sus tíos, Timón, murió atropellado mientras huía despavorido. “Llovían cenizas sobre mí, fue sobrecogedor”, explica mientras recuerda el ajetreo de los hidroaviones y la angustia de sus vecinos, algunos con mascarillas por el humo. Muchos encontraron refugio en el pabellón municipal de La Orotava. En su caso, se alojó en casa de unos familiares. “Milagrosamente, el fuego sorteó nuestra finca”, explica aliviado.
Los datos. El incendio de Tenerife comenzó el 15 de agosto y todavía no se ha declarado oficialmente como controlado, aunque su perímetro está estabilizado. Ha afectado a unas 15.000 hectáreas de masa forestal y causado daños por valor de 80 millones de euros, según el Cabildo de Tenerife. Además, ha sido el peor de los incendios registrados hasta ahora en España este año. Canarias ha sufrido un agosto "extremadamente cálido", según la Aemet. Y sufrió dos olas de calor: una del 10 al 14 agosto y otra del 20 al 24 agosto, coincidiendo con lo peor de un incendio que parecía incontrolable.
Sofia Llàcer: "No me quiero imaginar qué puede suceder dentro de una década"
Los planes de Sofia Llàcer de este agosto en la localidad de Viver (Castellón, 1.500 habitantes aproximadamente) empezaban a las ocho de la tarde, porque antes el calor era “insufrible”, relata esta mujer, de 25 años, que cada año se traslada unas semanas a este municipio junto a sus padres. “Los veranos en Viver siempre han sido muy agradecidos”, explica. Pero el comentario más repetido en los corrillos del pueblo, cuenta la joven, era que estas temperaturas “no se habían visto nunca en el pueblo”. Y así lo corrobora su padre, Paco Llàcer, que desde que compraron la casa en 1971 no recuerda un verano igual. Las altas temperaturas también han avivado el miedo a nuevos incendios forestales, tras los sufridos en Villanueva de Viver y en Bejís, dos pueblos cercanos también situados en el interior de la provincia de Castellón. “No me quiero imaginar qué puede suceder dentro de una década”, sentencia Llàcer.
Los datos. Este agosto, efectivamente, no ha sido un mes normal. Según los datos de la Aemet, ha sido el agosto más cálido (empatado con el de 2003) en el conjunto de España desde al menos 1961, cuando arrancan las mediciones de este organismo. La Comunidad Valenciana se ha visto especialmente golpeada por el calor. La estación meteorológica del aeropuesto de Valencia alcanzó el 10 de agosto los 46,8 grados, la temperatura más alta de este verano en toda España.
Mercedes Rodríguez: "Aunque era agosto, no había tantos turistas"
Mercedes Rodríguez (35 años), una sevillana residente en Madrid, ha estado con su pareja en Creta este verano del 4 al 15 de agosto. “Dios, qué solana”, comenta al recordar su llegada al aeropuerto de Heraclión, la capital de la isla. Y eso que no aterrizó a mediodía, sino de madrugada. “Íbamos con gafas y gorro desde las ocho de la mañana, era impactante ver ese sol tan temprano”. Las temperaturas no fueron para Mercedes una tortura. “Quizá porque soy sevillana”. Aun así, el tiempo frustró alguno de sus planes. Ella y su pareja se quedaron sin caminar por la garganta de Samaria, en las Montañas Blancas de Creta. En el kilómetro cero de la ruta, ya con el calzado adecuado en los pies, descartaron la aventura. “Sabíamos que no lo íbamos a pasar bien” por el calor. La pareja estaba muy preocupada por si la isla estaba abarrotada, pero se llevaron una sorpresa. Siempre encontraron sitio en la playa, a pesar de que habían escuchado que era difícil. Quizá esas temperaturas extremas han sido disuasorias para algunos. “Aunque era agosto, no había tantos turistas como pensaba”, concluye Mercedes.
Los datos. El extremo calor que se ha vuelto a vivir este verano en el sur de Europa ha hecho que muchas miradas se dirijan hacia el impacto que puede tener en el turismo. "Las olas de calor pueden reducir el atractivo del sur de Europa como destino turístico a largo plazo o, al menos, reducir la demanda en verano", advertía un informe de finales de julio Moody's. Otro estudio, elaborado por el Joint Research Centre, de la Comisión Europea, advertía del trasvase de turistas que se producirá desde las regiones más al sur de la UE a las del norte. En un escenario de calentamiento global de cuatro grados (ahora estamos en 1,2 respecto a los niveles preindustriales) la región griega de las islas Jónicas sería la más perjudicada en la reducción de las pernoctaciones. La seguirían las islas griegas del norte del mar Egeo, las del sur del Egeo, Chipre y las Islas Baleares.
Jorge García: "Siempre teníamos que hacer algunas paradas para sentarnos un rato o beber agua"
Jorge García, un estudiante de 23 años que reside en Madrid, ha veraneado en Roma. Y tiene bien presente la imagen del Vaticano abarrotado de gente con gorros y abanicos. Visitó la ciudad del 27 al 30 de julio en un viaje familiar con su primo, su hermana y su abuela. Los termómetros rondaron los 37 grados. Recuerda el ruido del aire acondicionado todas las noches en el piso. Se esperaba estas temperaturas. “Éramos conocedores del calor de Roma en verano”, aclara. Aun así, al viajar con una persona mayor se tomaron los planes agendados con más calma. “Siempre teníamos que hacer algunas paradas para sentarnos un rato o beber agua, pero había muchas fuentes de agua potable por todas partes”. Pese a las precauciones tomadas para combatir el calor, las altas temperaturas les impidieron visitar el Foro Romano, aunque sí pudieron entrar al Coliseo, no sin antes tomar algo para refrescarse.
Los datos. Italia tampoco ha sido ajena a las olas de calor, donde se les han bautizado (no oficialmente) con nombres tan dantescos como Caronte o Cerberus. Este ha sido el verano meteorológico (junio, julio y agosto) más caluroso de los registrados hasta ahora en el planeta y la temperatura media (de toda la superficie de la Tierra, incluyendo la continental y la marina) ha sido de 16,77 grados. En Europa, según el servicio Copernicus, la temperatura media en Europa durante el verano ha sido de 19,63 grados. Es el quinto verano más cálido que se ha registrado hasta ahora.
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