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Japón empieza el jueves a verter al océano el agua contaminada por el accidente nuclear de Fukushima

El proyecto de tirar 1,34 millones de toneladas del líquido radioactivo depurado genera una fuerte oposición entre la población, los pescadores y las organizaciones ecologistas, además de las críticas de China

Accidente Fukushima
Imagen de la central nuclear de Fukushima en marzo de 2022.Hiro Komae (Associated Press/LaPresse)

Japón comenzará este jueves a verter al océano Pacífico más de un millón de toneladas de agua radioactiva depurada procedente de la planta de energía nuclear Fukushima Daiichi. El proceso, que tardará décadas en completarse, forma parte del plan que el Gobierno japonés aprobó hace dos años para desmantelar la central nuclear que quedó devastada por el terremoto y posterior tsunami de 2011. El Ejecutivo japonés cuenta con el respaldo del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y ha asegurado que tomará las medidas necesarias a largo plazo para realizar el vertido de forma segura. No obstante, el controvertido proyecto ha generado una fuerte oposición entre los residentes locales, especialmente las cooperativas pesqueras, que temen que su reputación se dañe, así como entre los países vecinos y los grupos ecologistas.

“He pedido a TEPCO [el operador de la planta] que se prepare rápidamente para comenzar con el vertido de las aguas, de acuerdo con el plan aprobado por la Autoridad de Regulación Nuclear. Espero que la descarga comience el 24 de agosto, si las condiciones meteorológicas lo permiten”, comunicó este martes el primer ministro, Fumio Kishida.

Toda la atención se centrará ahora en el distrito Futaba de la prefectura de Fukushima, donde se encuentra la ya desactivada planta de Daiichi. De allí se verterán a partir del jueves 1,34 millones de toneladas de agua –suficiente para llenar 500 piscinas olímpicas–, que se utilizaron para enfriar las barras de combustible del reactor, después de que estas se fundieran durante el accidente.

Manifestantes contra el vertido de agua de la central nuclear este martes en Tokio.
Manifestantes contra el vertido de agua de la central nuclear este martes en Tokio. FRANCK ROBICHON (EFE)

Hasta ahora, el agua altamente contaminada que genera la planta se ha filtrado en un sistema avanzado de procesamiento de líquidos (ALPS, por sus siglas en inglés), un circuito en el que se retiran la mayoría de los elementos radioactivos, a excepción del tritio (un isótopo de hidrógeno difícil de separar del agua), y vuelve a almacenarse en bidones. Ante la incapacidad de seguir acumulando el agua en los tanques instalados en terrenos de la central por falta de espacio físico, el Gobierno japonés y TEPCO (Tokyo Electric Power Co.), tomaron hace dos años la decisión de echarlas gradualmente al mar, a través de un túnel submarino. Japón asegura que los niveles de tritio se reducirán hasta 1/40 de la concentración permitida por la normativa japonesa, cifra muy por debajo de los niveles aprobados internacionalmente.

El anuncio de una fecha para iniciar el proceso llega tras meses de deliberaciones y un día después de que Kishida se reuniese con el presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Cooperativas Pesqueras, en un intento de obtener su aprobación ante la inminente liberación de las aguas. Pese a que se confirmó la oposición del grupo al plan, Tokio informó que la propuesta había obtenido “cierto grado de comprensión” por parte de la industria. “Prometo que asumiremos toda la responsabilidad a la hora de garantizar que el sector piscícola pueda seguir operando con normalidad, aunque eso lleve décadas”, declaró el lunes el mandatario japonés.

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“Un ataque por sorpresa”

Este martes, trabajadores de las zonas costeras de la prefectura de Fukushima han criticado la decisión, que consideran “un ataque por sorpresa”. “Es como un plan para liberar el agua antes de que estalle la oposición pública”, expresó Takashi Nakajima, dueño de un supermercado, a la agencia de noticias Kyodo. “Lo que se pesque en la zona no se venderá, se repetirá la situación de 2012″, recordó en referencia al momento en el que comenzó la pesca en pruebas en aguas cercanas tras el accidente nuclear.

En Tokio, unos 230 activistas antinucleares se han concentrado este martes frente a la oficina del primer ministro para instar al Gobierno a “escuchar las voces de los pescadores”. “No sabemos cuánto tiempo durará el vertido de agua, que dejará una deuda a las generaciones futuras”, exclamó ante los manifestantes Masashi Tani, director del Consejo Japonés contra las Bombas Atómica y de Hidrógeno, una ONG fundada en 1955 que busca la prohibición internacional de armas nucleares. “La prioridad debería ser buscar una vía concreta hacia el desmantelamiento de los reactores nucleares”, afirmó Tani, según cita Kyodo.

La oposición llega a pesar de que el OIEA, el organismo de control nuclear de Naciones Unidas, respaldase el plan el pasado 4 de julio. La institución, que realizó durante dos años una evaluación exhaustiva del proyecto japonés, llegó a la conclusión de que el método de vertido es “consistente con los estándares internacionales de seguridad”. En el informe en el que da luz verde al proyecto, el OIEA aseguró que las descargas “graduales y controladas” al mar tendrán un “impacto radiactivo insignificante” en las personas y el medioambiente. Desde el Ministerio de Agricultura japonés esperan tener resultados disponibles a principios de septiembre sobre el estado de las aguas vertidas, así como de los peces de las aguas cercanas a la central.

El apoyo del OIEA tampoco ha sido suficiente para Greenpeace. En un comunicado, el grupo ecologista señala que la decisión “hace caso omiso de las pruebas científicas, viola los derechos humanos de las comunidades de Japón y de la región del Pacífico e incumple el derecho marítimo internacional”. Hisayo Takada, jefe de proyecto para Japón, expresó que la organización está “profundamente decepcionada y disgustada”.

El rechazo aumenta

El rechazo a la liberación de las aguas contaminadas no ha dejado de aumentar a lo largo del verano entre los países vecinos, con China sobresaliendo como la voz más crítica. El lunes, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Wang Wenbin, arremetió nuevamente contra el Gobierno japonés por “ignorar la oposición nacional e internacional, así como las dudas que han surgido sobre la legitimidad, la legalidad y la seguridad del plan de vertido, y los riesgos potenciales para el entorno marino global y la salud humana” y reiteró, como viene haciendo desde julio, que es una decisión “obstinada, egoísta e irresponsable”.

“Una vez que el agua contaminada se vierta al océano, no habrá forma de recuperarla. Instamos a Japón a que se tome en serio las legítimas preocupaciones del pueblo nipón y de la comunidad internacional, deje de tomar decisiones equivocadas y aborte el plan”, aseveró Wang. China ya ha prohibido la importación de marisco de diez prefecturas japonesas, incluidas Fukushima y Tokio, mientras que las del resto deben pasar pruebas de radioactividad.

Aunque el plan también suscitó fuertes protestas en Corea del Sur, Seúl concluyó recientemente, a partir de su propio estudio, que el proyecto cumple la normativa internacional, y añadió que respeta la evaluación realizada por el OIEA. Por su parte, las naciones insulares del Pacífico han mostrado división de opiniones, dada su propia historia como lugares en los que Estados Unidos y Francia realizaron ensayos nucleares. El primer ministro de Fiyi, Sitiveni Rabuka, respaldó el lunes a través de un comunicado el informe del OIEA, pero reconoció que el asunto es controvertido en la región.

En un sondeo nacional publicado hace dos semanas por la agencia japonesa Kyodo, el 88,1% de los encuestados mostró preocupación por los daños económicos y de imagen que puede acarrear el vertido de las aguas, mientras que el 81,9% expresó que las explicaciones de Tokio son insuficientes.

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