La huella hídrica, asignatura pendiente de las compañías
Solo el 30% de las firmas españolas comprometidas con las metas de Naciones Unidas avanzan hacia el objetivo de agua limpia y saneamiento
Son 17 los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, pero no todos tienen la misma importancia, al menos para las empresas españolas, que están apostando de manera desigual entre ellos. El ODS 6, sobre agua limpia y saneamiento, ostenta el 11º puesto en el ranking de los propósitos más trabajados por nuestras organizaciones, solo indicado por un 30% de las empresas consultadas por el Pacto Mundial de Naciones Unidas España. El 12%, si nos referimos solo a las del Ibex 35. “No creo que se trate de una falta de interés, sino de conocimiento sobre cómo abordar las metas de este objetivo, así como del impacto que tiene la empresa en este recurso natural”, comenta Cristina Sánchez, directora en España de la iniciativa de la ONU encargada de promover los ODS en el sector empresarial.
Sánchez admite que, si bien las organizaciones están plenamente concienciadas con el impacto de sus emisiones de gases de efecto invernadero, pocas lo están sobre su huella hídrica. De hecho, solo la calcula el 34% de ellas. “Tenemos que conseguir que las empresas entiendan que, aunque no tengan su actividad ligada al agua, la gestión eficiente de este recurso es clave”, añade la responsable del Pacto Mundial en nuestro país.
Iniciativas positivas
Queda mucho por hacer, pero actualmente ya hay 10 empresas españolas adscritas al CEO Water Mandate de Naciones Unidas para fomentar prácticas sostenibles en el uso del recurso. Una de ellas es Iberdrola, que se ha marcado como objetivo reducir un 50% la intensidad de uso de agua/producción en 2025-2030 respecto a 2021. En ese sentido, las acciones van desde mejorar los procesos de las instalaciones, para un menor consumo e impacto, hasta implementar y controlar los caudales ecológicos requeridos por las administraciones en los embalses de generación hidroeléctrica. A eso se suman los programas limnológicos de supervisión de los cambios derivados de la implantación y el funcionamiento de sus centrales en la calidad del agua de los embalses y ríos que las nutren.
Otro de los miembros de la CEO Water Mandate es Repsol, cuyo Plan Global de Sostenibilidad recoge el compromiso expreso de realizar una gestión integrada del agua en el 100% de sus activos, identificando fuentes alternativas para incorporar en los procesos, incrementando su recirculación e incorporando el valor real del agua en los procesos de toma de decisiones estratégicos de la compañía, para lo que han desarrollado una herramienta.
Un ejemplo de su compromiso con la consecución del ODS 6 es la implementación de un proceso de mecanización mediante robots para la limpieza de los paneles solares en la planta fotovoltaica de Valdesolar (Badajoz), que permite reducir el consumo de agua en comparación con los procesos de limpieza manual, que usan dispositivos de proyección. Asimismo, en su complejo industrial de Cartagena (Región de Murcia) se ha instalado una unidad de ultrafiltración, que permite aumentar la recuperación para reutilización interna. Además, promueven iniciativas en distintos países para que la población tenga acceso al agua. En Libia ya se han perforado 11 pozos y se han construido cuatro depósitos y sistemas de abastecimiento.
Otro exponente de implicación en este ODS es el de Sacyr, donde el agua reciclada o reutilizada ya representa el 19% del consumo propio, con lo que se evita el uso de 857.403 metros cúbicos de potable. En ese sentido, mencionan la implantación de sistemas de recogida de aguas pluviales para su posterior aprovechamiento, utilizando alrededor de 650 metros cúbicos en la planta de tratamiento de residuos de Arraiz (Bizkaia). Desde la Fundación Sacyr se han impulsado proyectos como la instalación de filtros de depuración en Colombia y Perú, y se ha colaborado en situaciones de emergencia como la construcción de pozos en Kenia.
En cuanto a Acciona, resaltan que contribuyen al cumplimiento del objetivo tanto desde el ámbito de su actividad empresarial de tratamiento y gestión del ciclo integral del recurso —en 2021 desaló 485 hectómetros cúbicos (hm³), potabilizó 170 hm³ y depuró 377 hm³ de agua residual— como desde su fundación corporativa, dando acceso a agua potable a 355 hogares y saneamiento a 421 viviendas. Desde 2016 la empresa ha disminuido un 50% su consumo de no reciclada.
Según Ignacio Morcillo, responsable global de desarrollo de negocio para el sector de agua en Minsait, una compañía de Indra, ante el aumento de los requerimientos normativos que se establecen precisamente para garantizar la sostenibilidad del ciclo del agua, “la principal ayuda solicitada por las empresas está enmarcada en la mejora en la eficiencia del recurso y sus operaciones”. Morcillo cree necesarios avances en digitalización encaminados a la reducción del agua no registrada y, en concreto, de las pérdidas en las redes de abastecimiento. Para este directivo es vital afrontar nuevas inversiones en tecnologías de tratamiento en las plantas depuradoras de aguas residuales y para conseguir una monitorización de los vertidos y los desbordamientos de los sistemas de saneamiento, con el objetivo de evitar la contaminación del medio receptor: ríos, mares y océanos.
Próximos retos
Alberto Garrido, director del Observatorio del Agua de la Fundación Botín y catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, considera que las empresas han avanzado mucho en digitalización, optimización de sistemas, eficiencia energética y en diseño de proyecto. No obstante, recuerda los “retos colosales” que plantea la directiva europea de tratamiento de aguas residuales, actualmente en fase de elaboración, porque sigue habiendo problemas en el tratamiento de las aguas pluviales, los microcontaminantes, la eliminación de nitratos y fosfatos, y con el objetivo de llevar los tratamientos avanzados a las poblaciones de más de 1.000 habitantes y lograr que las plantas de depuración tengan un coste cero de energía y emisiones.
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