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El Gobierno de EE UU aprueba un polémico proyecto de explotación de petróleo en una reserva natural en Alaska

Las organizaciones ecologistas, que alientan una campaña masiva contra la iniciativa, denuncian lo que consideran un serio retroceso en la política ambiental de Biden

María Antonia Sánchez-Vallejo
Imagen aérea de una base de prospección de la compañía ConocoPhillips en la reserva de Alaska, en 2019.
Imagen aérea de una base de prospección de la compañía ConocoPhillips en la reserva de Alaska, en 2019.AP

Jarro de agua fría para la lucha contra el cambio climático en la primera economía del mundo. El Gobierno de Washington ha aprobado este lunes un importante proyecto petrolífero en el norte de Alaska de la empresa estadounidense ConocoPhillips, ha anunciado el Departamento del Interior, del que depende la gestión de los terrenos federales en el país. La medida supone un varapalo para los grupos ecologistas, que en los últimos meses han alentado una campaña masiva contra la operación para impedir la contaminación de una de las últimas zonas vírgenes de EE UU.

El denominado proyecto Willow, que queda reducido a tres áreas de perforación de las cinco solicitadas inicialmente por la empresa, ocupará una zona conocida como Reserva Nacional de Petróleo, en tierras estatales situadas al noroeste de Alaska, que encierran unos 600 millones de barriles de crudo. El presidente Joe Biden, que llegó a la Casa Blanca con la promesa de que no iba a permitir nuevas perforaciones de petróleo y gas en terrenos federales, ha dado marcha atrás, si bien ha anunciado una protección ambiental adicional sobre una vasta superficie de la reserva. Además, la Casa Blanca ha anunciado que prohibirá de manera permanente la prospección y perforación de una gran zona del océano Ártico que limita con la reserva.

Los defensores del proyecto Willow, con una inversión prevista de 8.000 millones de dólares (casi 7.500 millones de euros), ven en la iniciativa una gran fuente de empleo, así como una importante contribución a la independencia energética del país, una baza estratégica que ha cobrado importancia por la guerra de Ucrania y la crisis energética derivada de la invasión rusa. Pero los grupos ecologistas sostienen que la producción de petróleo en la zona supondrá un serio retroceso para la lucha contra el cambio climático.

“Willow va a ser una de las mayores explotaciones de petróleo y gas en tierras federales públicas de EE UU”, ha declarado este lunes la organización Sierra Club. En un comunicado publicado en su página web, detalla: “[El proyecto Willow] Permitirá la perforación de más de 200 pozos nuevos y producirá unos 278 millones de toneladas métricas de emisiones de gases de efecto invernadero en un periodo de 30 años. Se trata del mayor proyecto de explotación de petróleo y gas propuesto en territorio federal. Los grupos ecologistas lo han calificado de bomba de carbono y sostienen que anularía gran parte de los avances logrados por la Administración en la consecución de sus objetivos climáticos”. La Administración de Biden regresó al Acuerdo de París tras la retirada del mismo por parte del republicano Donald Trump.

La repetida liberación de millones de barriles de las reservas estratégicas de petróleo para frenar la subida del precio de los carburantes, que tanto contribuyó a alimentar la inflación en 2022, ha sido una de las medidas de la Administración demócrata, atrapada entre su agenda climática y su lucha contra la inflación. El presidente Biden, que apuesta por la economía verde en varias de sus leyes estrella, como la Ley de Reducción de la Inflación, se había visto obligado a desdecirse anteriormente, como en abril pasado, cuando su Administración volvió a alquilar terrenos públicos para incentivar la producción de petróleo y atajar la inflación, en máximos desde los años ochenta. Pero el territorio virgen de Alaska, una de las últimas zonas prístinas del país, es para las organizaciones ecologistas una línea roja. “La contaminación por el carbono que va a emitir al aire tendrá efectos devastadores para las poblaciones, la vida salvaje y el clima, vamos a sufrir las consecuencias durante décadas”, señala Sierra Club.

Mapa de la reserva nacional de Alaska, con las áreas de protección y explotación petrolífera.
Mapa de la reserva nacional de Alaska, con las áreas de protección y explotación petrolífera.Associated Press
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La movilización contra el proyecto Willow se ha hecho un hueco en la atención pública en las últimas semanas gracias a las redes sociales, especialmente la plataforma de microvideos TikTok, mientras una campaña de recogida de firmas en línea ha sumado más de 3,2 millones de rúbricas. La Casa Blanca también ha recibido más de un millón de cartas contra la iniciativa. Porque la batalla alrededor del proyecto se prolonga desde hace años. Aprobada inicialmente por la Administración de Donald Trump, un juez dejó en suspenso temporalmente los planes de ConocoPhillips en 2021, sometiéndolos a una nueva evaluación por parte del Gobierno federal, que en junio de ese año estableció una moratoria. Hace un mes, la Oficina de Gestión del Territorio publicó su análisis ambiental del proyecto, reduciendo a tres las zonas de explotación, en lugar de las cinco previstas por la compañía, con un número aproximado de 219 pozos. Este proyecto alternativo de la Administración demócrata supondrá la producción de 576 millones de barriles de petróleo en 30 años, según las estimaciones de la oficina. También la emisión de 9,2 millones de toneladas de CO2 al año, es decir el 0,1% de las emisiones de gas de efecto invernadero en EE UU en 2019.

En abril de 2021, recién llegado a la Casa Blanca, Biden se comprometió a reducir las emisiones de gas de efecto invernadero entre un 50% y un 52% en 2030 respecto a los niveles de 2005. El objetivo, que se enmarca en el Acuerdo de París, empuja a la primera economía mundial a alcanzar la neutralidad de sus emisiones para 2050. La agenda climática del mandatario sufrió un revés el pasado junio, con una sentencia del Tribunal Supremo que limita el poder de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, por sus siglas en inglés) para imponer límites a las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global.

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