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La caída del tráfico por la pandemia reduce un 38% la polución en las ciudades españolas

La tendencia se está revirtiendo en otoño por el aumento del uso del coche

Contaminación atmosférica sobre la ciudad Barcelona, en enero.
Contaminación atmosférica sobre la ciudad Barcelona, en enero.Joan Sánchez
Miguel Ángel Medina

La caída del tráfico en estos ocho meses de pandemia —primero por los confinamientos y luego por el teletrabajo— ha tenido un reverso positivo: la contaminación en las ciudades se ha reducido a niveles insólitos en la última década. Así lo destaca un informe de Ecologistas en Acción a partir de las mediciones oficiales de 26 urbes españolas de marzo a octubre, que muestra que los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) en este periodo se sitúan un 38% por debajo de la media de los últimos 10 años. Sin embargo, esta tendencia positiva está empeorando en otoño, y los ecologistas alertan de que si no cambiamos los hábitos de movilidad y reducimos el uso del coche, volveremos a padecer la misma contaminación que antes de la crisis sanitaria. De hecho, en noviembre, Barcelona ya ha superado los niveles previos a la pandemia, si bien esos datos quedan fuera del informe.

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Air pollution falls by 38% in Spanish cities due to pandemic

El dióxido de nitrógeno (NO2), un compuesto nocivo para el ser humano muy vinculado al tráfico motorizado —además de a las calderas industriales y domésticas—, cayó más del 50% durante el primer estado de alarma en las 80 ciudades más pobladas de España, según los datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA). El nuevo informe, ahora sobre las 26 urbes o aglomeraciones urbanas más habitadas del país, muestra que esa caída continuó en verano (del 21 de junio al 31 de agosto), donde se mantuvo un 28% por debajo de la media de la década, y ha seguido en niveles similares en septiembre y octubre (29% inferior).

“Los niveles de NO2 registrados durante el primer estado de alarma son los más bajos para el mismo periodo en la última década en todas las ciudades analizadas”, señala el documento. Esto se traduce en que las mediciones se mantienen muy por debajo del valor límite anual de la Organización Mundial de la Salud, establecido en 40 microgramos por metro cúbico (40μg/m3), cuando en varias de las estaciones de tráfico de ciudades como Barcelona, Bilbao, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Palma y Valencia dicho umbral se supera a menudo.

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“La reducción del NO2 en las ciudades ha sido generalizada desde marzo, lo que quiere decir que la meteorología no es un factor determinante, porque ha variado en las diferentes urbes, sino que se debe al descenso de la actividad y, sobre todo, del transporte por tierra”, explica Antonio Castaño, coordinador del estudio. “Ahora estamos viendo un repunte de la movilidad y la contaminación está volviendo a aumentar. La vuelta a la actividad está llevando al empeoramiento de la calidad del aire, porque el modelo de movilidad no ha cambiado”, continúa.

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Efectivamente, a partir del 21 de junio, cuando finaliza el primer estado de alarma, comienzan a verse diferencias notables entre las distintas ciudades. Por ejemplo, en Cádiz y Málaga, donde el sector turístico nacional es muy fuerte, los niveles de contaminación estuvieron tan solo un 1% y un 13% por debajo de la media, mientras que en A Coruña y Vigo o en Palma de Mallorca —dependiente de un turismo extranjero que este año ha llegado con cuentagotas— la diferencia con la media de los años anteriores supera el 40% de descenso. Eso también ha ocurrido después del verano. Málaga se ha acercado a sus registros habituales, con tan solo un 4% menos de NO2 en septiembre y octubre, lo que hace presagiar que en la siguiente medición volverá a los niveles de contaminación anteriores, mientras que en Oviedo la diferencia con la década anterior alcanza un descenso del 47% en otoño.

Además, a partir de octubre se han producido más puntas de contaminación por dióxido de nitrógeno. “Aunque las medias mensuales siguen estando por debajo del valor límite anual legal, se observa una clara tendencia al alza en la mayoría de ciudades”, apunta el informe.

Castaño tiene clara la conclusión: “Cuando ha habido menos coches, hay mejor calidad del aire, y cuando vuelve el tráfico empeora. Además, el transporte público está perdiendo usuarios en favor del transporte privado, así que estamos notando ya un aumento de la contaminación”. Y continúa: “Este año hemos bajado de los niveles de peligro de la OMS, pero ha sido algo excepcional y no sostenible en el tiempo. Para que el cambio sea a largo plazo necesitamos reducir el tráfico, que haya menos coches y más desplazamientos a pie y en bicicleta, más teletrabajo y reducir el número y la duración de los desplazamientos en transporte privado”.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Medina
Escribe sobre medio ambiente, movilidad -es un apasionado de la bicicleta-, consumo y urbanismo. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, ha ganado los premios Pobre el que no cambia su mirada y Semana Española de la Movilidad Sostenible. Ha publicado el libro ‘Madrid, preguntas y respuestas. 75 historias para descubrir la capital’.

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