Shell descarga la responsabilidad de las emisiones de CO2 en la sociedad en el juicio contra esta petrolera en Países Bajos
“No sería justo obligar a una empresa a aplicar un tipo concreto de política climática, mientras el consumidor hace poco o nada”, ha alegado en la primera sesión uno de los abogados de la compañía
La multinacional petrolera Shell reconoce el cambio climático y su importancia, pero pone en duda que una compañía privada pueda ser considerada responsable del mismo ante la justicia. Es más, en la primera sesión del juicio originado por la demanda presentada en su contra por la organización ecologista Amigos de la Tierra, ha descargado parte de la responsabilidad de las emisiones de CO2 en la sociedad y el consumidor: en su petición de energía para el desarrollo de la vida cotidiana. La rama de la ONG en los Países Bajos busca que la firma se comprometa a reducir los gases de efecto invernadero derivados de sus extracciones de gas y petróleo, y apela a la defensa de los derechos humanos, amenazados, según sostiene, por la contaminación así generada. Es la primera vez que se litiga por este motivo contra una empresa así.
Denis Horeman, uno de los abogados de la multinacional, ha sido directo en sus alegaciones. En primer lugar, ha reafirmado la “ambición de la compañía en alcanzar cero emisiones para 2050, y prestar más atención a las energías renovables, biocombustibles e hidrógeno”. Luego, ha añadido lo siguiente: “El consumidor causa, principalmente, las emisiones con su demanda de un tipo de energía derivado hoy en gran parte de combustibles fósiles”. Para la compañía, su papel es bastante pequeño ya que es solo uno de los proveedores de petróleo y gas, “y no sería justo obligar a una empresa a aplicar un tipo concreto de política climática, mientras el consumidor hace poco o nada”, ha alegado. Para que una petición como la de Amigos de la Tierra surta efecto, Shell considera que las normas gubernamentales deben alcanzar a otras firmas similares. Nicoline van der Biggelaar, otra letrada, ha recordado que el Acuerdo de París contra el cambio climático fue cerrado entre países, de modo que son los Gobiernos los que tienen que legislar. También ha señalado que a Shell le gustaría invertir en el almacenamiento subterráneo de CO2, pero no resulta rentable sin apoyo oficial.
Amigos de la Tierra pide a Shell la reducción, para 2030, del 45% de sus emisiones de CO2, respecto a 2019. Apoyada en el argumento de que el cambio climático afectará a futuras generaciones, la organización se ha centrado en sus efectos en los Países Bajos. De todos modos, el radio de acción de las actividades de Shell ha sido motivo de debate, y es posible que reaparezca durante las cuatro jornadas dedicadas al caso. Lo mismo ocurre con el precedente sentado por la ONG neerlandesa Urgenda, que en 2019 logró que el Tribunal Supremo obligara al Gobierno a reducir para 2020, las emisiones de CO2 en un 25% respecto a las de 1990. Shell considera que no puede compararse. Amigos de la Tierra lo pone como ejemplo, y según Roger Cox, su abogado, el Gobierno neerlandés no toma medidas que involucren a la multinacional en la protección del clima, “y ésta invierte 50 millones anuales en proteger sus intereses, anima la demanda de petróleo y gas, y retrasa las políticas del clima y la transición energética”. Cox ha concluido que mientras los grandes contaminadores mundiales no se comprometan en la defensa del clima, habrá que acudir a los tribunales. La sentencia se espera para principios de 2021.
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