Lince ibérico: cómo conectar las poblaciones y que se expanda a Murcia y Granada
Carreteras, hábitats poco favorables o falta de conejos dificultan la unión natural entre núcleos consolidados, imprescindible para evitar una pérdida de diversidad genética que comprometería el futuro de la especie
Hace dos meses un lince recorrió varias calles del pueblo onubense de Rociana del Condado ante la mirada atónita de los vecinos. Probablemente, era un ejemplar a la búsqueda de nuevos territorios que se topó con el núcleo urbano. Kentaro, nacido en cautividad, se hizo famoso al recorrer 3.000 kilómetros en dos años, hasta que murió atropellado en 2016 cerca de Oporto. El lince (Lynx pardinus) no lo tiene fácil para dispersarse de forma natural. En su camino se cruzan carreteras ―han muerto arrollados 163 linces de 2002 a 2019― y largas distancias a través de hábitats poco favorables en los que escasea el conejo (presa principal del felino) o en los que aparecen grandes explotaciones agrícolas, de las que ha desaparecido la vegetación natural, además del furtivismo. El último censo de 2019 arroja un total de 855 ejemplares (con cachorros).
A pesar de las dificultades, la conexión de estas poblaciones, creadas a partir de un pequeño núcleo superviviente de 94 ejemplares en Andalucía, es vital, sostienen los expertos. Si los animales no se mezclaran entre ellos, la diversidad genética se perdería en cada lugar y podría comprometer el futuro de la especie, que salió del peligro crítico de extinción en 2015, aunque sigue amenazada. Es el reto al que hace frente el nuevo programa europeo Life Lynx Connect, dotado con 18,7 millones de euros en cinco años, que además prevé la creación de dos nuevas áreas linceras, una en Lorca (Murcia) y otra en Sierra Arana (Granada).
“Ya se sabe cómo recuperar las poblaciones de lince, pero ese éxito no debe hacer pensar que está todo hecho”, advierte Ramón Pérez de Ayala, responsable del programa del lince en la organización conservacionista WWF. Su objetivo es que en 20 años el felino logré contar con 750 hembras reproductoras viviendo en poblaciones conectadas. “La especie conseguirá así la categoría de preocupación menor para la UICN”, recalca.
Pero de momento, el único corredor que frecuentan los felinos es el que discurre por Sierra Morena y une las áreas andaluzas de Andújar-Cardeña, Guarrizas y Guadalmellato, y el núcleo de Castilla-La Mancha de Sierra Morena Oriental. Sin embargo, la otra población andaluza, la de Doñana-Aljarafe, está aislada desde hace décadas. Algún lince nacido allí ha llegado hasta Portugal, pero la zona no ha atraído a ningún ejemplar y ha sido necesario trasladar individuos de otros puntos como refuerzo genético. Comparten la soledad de Doñana el resto de los territorios linceros: Valle de Matachel, Montes de Toledo y el Vale Do Guadiana (Portugal).
Saltar hábitats poco favorables
Los hábitats poco favorables contribuyen al aislamiento del núcleo de Doñana o el de Extremadura. Pérez de Ayala explica que “los linces llegan a usar con normalidad olivares y viñedos, sobre todo si hay conejo. Pero es más complicado que atraviesen zonas cerealistas muy intensivas, que evitan sobre todo si son grandes distancias”. “Hay un claro corredor por toda Sierra Morena, pero supone saltar áreas agrícolas, como también pasa entre Extremadura y Doñana”, concreta. Estos posibles caminos parten de un estudio realizado por la Universidad Politécnica de Madrid en el que se analizaron 40.000 movimientos de 40 linces con GPS. “Vimos cómo eligen y elaboramos un mapa con rutas óptimas”, describe Aitor Gastón, profesor y miembro del equipo de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Montes, Forestal y del Medio Natural, que llevó a cabo la investigación. Concluyeron que la especie es más tolerante con los territorios en el momento de su dispersión [cuando busca lugares donde vivir], que cuando está asentada. “En las exploraciones se mueve de forma similar por terrenos muy favorables como zonas forestales de matorrales y árboles, que por otros peores como el olivar”, comenta Gastón. También pueden seleccionar “los típicos mosaicos de paisaje agrícola tradicional, que conservan algo de vegetación natural”.
La escasez de conejos es uno de los problemas principales. “La especie puede sobrevivir con otras presas, pero la presencia de conejo facilita su supervivencia y hace que los linces escojan una ruta u otra”, explica Pérez de Ayala. Este problema se presenta sobre todo en la zona más occidental de Sierra Morena, donde, a pesar de que el hábitat es bueno, les falta comida. “Lo mismo sucede en el eje norte-sur entre Montes de Toledo, Valle de Matachel y Sierra Morena”, puntualiza. Cuando hay menos de un conejo por kilómetro cuadrado, “la alimentación suplementaria es estrictamente necesaria para retener al lince”, dice el CSIC.
Javier Salcedo, coordinador del Life Lynx Connect en la Junta de Andalucía, explica que parten de la investigación llevada a cabo por la Universidad Politécnica de Madrid, aunque todavía falta un estudio pormenorizado. “Es un modelo muy potente, que nos permitirá seleccionar parches con hábitats óptimos donde introduciremos unos pocos individuos, que asumimos que se moverán entre parches, y eso favorecerá la conexión entre los territorios con linces”, detalla.
Atropellos en puntos negros
Salcedo expone su preocupación por los puntos negros “de alta prioridad, los que están en los corredores de conexión”. El proyecto europeo anterior, el Life+Iberlince, señaló que entre 2002 y 2018 murieron atropellados 128 individuos, “lo que supone alrededor del 45% de la mortandad [en todo ese periodo] del felino”. El año pasado perdieron la vida por el impacto de vehículos otros 35. Un dato que hay que poner en perspectiva, advierten, porque a mayor población, más mortandad en las vías de circulación. En 2002, la superficie con presencia de linces era de 125 kilómetros cuadrados, mientras que en 2017 superaba los 1.500, lo que implica mayor movimiento. Estos expertos señalaron evidentes “puntos negros” donde es necesario actuar. En total, “hay seis tramos de carreteras que concentran el 68% de los atropellos: A-4 en Jaén y Ciudad Real; CM-410 en Toledo; N-420 en Córdoba, A-301 en Jaén y la EX-103 en Badajoz”, concretaron.
El Ministerio de Transportes informa de que están en proceso de ejecución de pasos inferiores en dos tramos de la N-420 en Córdoba. Además, ha finalizado la construcción de otro paso en la autovía A-4 en la provincia de Jaén, junto con una pasarela y colocación de tramos de malla. En el nuevo proyecto europeo, el ministerio instalará sistemas de detección remota de fauna para evitar atropellos en la N-432, en Badajoz, además de uso de repelentes químicos y vallados. En Castilla-La Mancha continuarán con el “encauzamiento de la fauna hacia pasos seguros, con señalización y con medidas de sensibilización para que se respeten los límites de velocidad”, indica la Dirección General Medio Natural y Biodiversidad. También intentarán capturar los conejos de las cunetas de las carreteras para que “dejen de ser atractivas como cazaderos”.
La abundancia de conejo de monte y estar alejado de vías de comunicación fueron determinantes para establecer la nueva población en Murcia. Está previsto que se comiencen a soltar ejemplares en 2023. “En Lorca cuentan con 20.000 hectáreas con una densidad media de tres conejos por hectárea”, explica un portavoz del Gobierno de Murcia. El objetivo inicial será establecer cinco hembras reproductoras, lo que supone liberar ocho individuos al principio y en los años siguientes unos 10. La presencia del lince el sureste peninsular será su vuelta “a paisajes en los que no estamos acostumbrados a verlo, sus hábitats futuros en Murcia podrán ser los pinares de pino carrasco, espartizales, bosquetes de enebros y matorral en zonas de yesos”. El Gobierno andaluz ha analizado también la densidad de conejos para elegir Sierra Arana en Granada. La reintroducción se iniciará con el mismo número de hembras reproductoras que irán aumentando hasta llegar a un mínimo de 15, lo que conformará un núcleo consolidado.
Problemas de fertilidad y genéticos
Es imprescindible “no repetir en las poblaciones que se están creando y son pequeñas el problema que hubo en Doñana de consanguineidad”, explica José Antonio Godoy, científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) experto en la genética de la especie y asesor en el programa de cría en cautividad. La endogamia provoca, a corto plazo, problemas de fertilidad y taras genéticas como la criptorquidia (descenso incompleto de uno o ambos testículos) o epilepsia juvenil. Cuando nace un ejemplar con esas patologías “no se pueden utilizar ni para cría ni para soltar en el campo y el problema es que no sabemos qué individuos portan esos genes”, explica Antonio Rivas, técnico del centro de cría en cautividad del Acebuche (Huelva). Por este motivo, uno de los desafíos es “detectar esas variantes e intentar evitarlas”, plantea Godoy, “porque cuando se produce un episodio de epilepsia (sacudidas, temblores) en cautividad se puede salvar al cachorro, pero en el campo no”. A largo plazo, la pobreza de diversidad genética provoca una situación de debilidad que limita la capacidad de adaptación a cambios ambientales o a patógenos. "Ahora se controla la genética de los linces cautivos, pero no tanto cuando se liberan; deberíamos saber quien sobrevive y quien se reproduce", añade el científico. Una investigación que pretenden llevar a cabo con el nuevo proyecto. Pero, de momento, la solución mientras las poblaciones no se comuniquen de forma natural "será enviar ejemplares de unas zonas a otras", puntualiza Godoy.
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