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la crisis del coronavirus
Tribuna
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Un millón de genomas y subiendo

La iniciativa GISAID reúne secuencias del coronavirus aportadas por 170 países

Imagen al microscopio del primer caso aislado de este coronavirus, en enero de 2020.
Imagen al microscopio del primer caso aislado de este coronavirus, en enero de 2020.IVDC, CHINA CDC VIA GISAID (Reuters)
Javier Sampedro

La mayor base de datos genéticos sobre el SARS-CoV-2 y sus variantes es la de gisaid.org. GISAID son las siglas de Global Initiative on Sharing All Influenza Data (iniciativa global para compartir los datos de los virus gripales), lo que no ayuda mucho a centrar la cuestión. Se trata de un consorcio público/privado sin ánimo de lucro que arrancó en 2006 con el apoyo de 70 científicos de gama alta, entre ellos 7 premios Nobel. En enero de aquel año los periódicos de referencia habían empezado a llevar a primera página a las víctimas de la gripe aviar (H5N1), y por entonces las nuevas secuencias (gatacca…) de las variantes del virus eran poco menos que un secreto industrial en cada país afectado. Aquella información vital no aparecía en las bases de datos que usaban los genetistas, como GenBank o EMBL. GISAID se fundó para resolver ese problema acuciante.

Quince años después, y visto que el problema más urgente no es un virus de la gripe, sino un coronavirus, la iniciativa se ha extendido para facilitar que los científicos compartan sus secuencias del SARS-CoV-2 y sus variantes en el dominio público. Los genomas son textos (gatacca…), y su valor es a menudo tan alto como el de un documento secreto, que no es más que otro texto (el espía es…). Unas pocas letras cambiadas en el genoma pueden convertir un virus gestionable en un leviatán, como quedó patente en la década pasada cuando un laboratorio holandés y otro estadounidense hallaron las cinco ‘letras’ clave que otorgaban al H5N1 una alta capacidad de propagación entre personas.

Unas pocas letras cambiadas en el genoma pueden convertir un virus gestionable en un leviatán

Aquel asunto alertó a la Casa Blanca y a muchos otros gobiernos. ¿Debían publicarse aquellas cinco letras? ¿No era eso dar pistas a los bioterroristas y otros golfos apandadores? Vale, respondieron los científicos, ¿y cómo podemos estar preparados contra las variantes naturales si no descubrimos y comunicamos a nuestros colegas cuáles son las más peligrosas? Ese virus nos viene de las aves, silvestres o de granja, y una mutación amenazadora puede aparecer en cualquier lugar del mundo. Si los científicos de allí no saben lo que buscan es imposible que lo encuentren. A diferencia de la seguridad nacional, la ciencia es un empeño internacional o no es.

El éxito de GISAID ha dejado pasmadas a las demás bases públicas de genomas del coronavirus. Su plataforma ha atesorado en poco más de un año 1,2 millones de secuencias del SARS-CoV-2 depositadas por científicos de 172 países. Ese tesoro de información no pertenece a nadie, sino que es una obra común de las gentes de bata blanca repartidas por el planeta, que han estado trabajando duro para detectarlas y leerlas. La genómica es el microscopio de mayor precisión que tenemos al alcance para esta crisis. Te permite saber de dónde viene una variante, cómo se propaga por el mundo y de qué forma las medidas restrictivas y las campañas de vacunación están frenando el banquetazo que se está dando el virus. Nada de esto existiría sin cooperación entre los científicos del mundo.

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