Los supercontagios mandan
El 10% de los infectados causa el 80% de los casos. Hay que adaptar las medidas
En el conflicto entre la Bolsa y la vida en que estamos inmersos, una cuestión crucial es entender la dinámica de la propagación del virus. La gripe común a la que estamos acostumbrados —o lo estábamos, porque lleva dos temporadas de capa caída como víctima colateral de las restricciones— es bastante democrática en su modo de trasmisión, pues cualquier infectado tiene las mismas oportunidades de pasarle el virus a otros. El SARS-CoV-2 se propaga de una forma muy distinta. En cada ciclo de contagio, el 10% de los infectados causan el 80% de los casos. La propagación de este coronavirus depende casi por completo de los eventos de supercontagio, y es a ellos a los que debemos apuntar nuestros dardos, dejando a los demás sectores funcionar con cierta normalidad. La Bolsa o la vida, esa ha sido siempre la cuestión.
Una medida elemental es evitar los espacios cerrados, populosos y mal ventilados, que es donde ocurren los supercontagios
La forma de luchar contra una enfermedad democrática como la gripe es distinta de la que habría que aplicar contra la aristocrática covid-19, donde ni las personas ni sus actos son iguales. Hace ya un año que Japón desplegó un sistema de rastreo hacia atrás que tuvo un éxito notable. El rastreo normal, o hacia adelante, trata de encontrar los contactos de un individuo que ha dado positivo. El rastreo hacia atrás busca a la persona que causó su contagio, primero directamente y después varios ciclos de infección antes, hasta el supercontagiador original. El científico Akira Endo y sus colegas de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres han mostrado que el rastreo hacia atrás es mucho más eficaz que el estándar para controlar la propagación de este virus. Con el SARS-CoV-2 hay que centrar las acciones en evitar los eventos de supercontagio.
Eso es en sí mismo una noticia mala y otra buena, como en los chistes de galeras. La mala es que el grueso de los sucesos de supercontagio ha ocurrido en una residencia visitada por Papá Noel en Bélgica —donde fue el mismísimo Santa Claus quien contagió a 40 cuidadores y 100 residentes, con un balance de 26 muertos—, reuniones de familia, entierros, funerales y gimnasios, y por lo tanto habrá que restringir esas prácticas, en lugar de aflojarlas como desean los Gobiernos. La buena es que los científicos están investigando a qué se deben los sucesos de supercontagio.
Hay una parte biológica y otra de comportamiento, y si las entendemos podremos aminorarlas. Una medida elemental es evitar los espacios cerrados, populosos y mal ventilados, que es donde ocurren los supercontagios. Otra es preparar el sistema de salud para rastrear hacia atrás los brotes hasta encontrar su origen. Esto, por cierto, debe acompañarse en España de un incremento sustancial de la capacidad de secuenciación (lectura) del genoma del virus, porque es la evidencia decisiva para trazar la cadena de contagio y también la única forma de detectar las nuevas variantes del SARS-CoV-2. Nuestra confianza en que las vacunas nos van a salvar por sí solas es irracional. Guardaos del supercontagio.
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