Un liderazgo para transformar con gobernabilidad
La socialdemocracia, en este momento de encrucijada, debe asumir el liderazgo. No por nostalgia, sino porque es el espacio político que puede ofrecer estabilidad con transformación, y futuro con responsabilidad

Chile no necesita más diagnósticos. Lo que necesita es conducción. Capacidad de mirar el país con realismo, de escuchar a la ciudadanía con empatía, y de actuar con decisión. En un escenario político marcado por la fragmentación y la desconfianza, se ha vuelto urgente construir mayorías que sean capaces de transformar sin desestabilizar, avanzar sin dividir, y renovar sin destruir.
La derecha, tanto en Chile como en el mundo, ha optado por canalizar la rabia social con recetas regresivas y simplistas: eliminar el ministerio de la Mujer, debilitar las pensiones, elevar aranceles como si el país pudiera aislarse del mundo sin consecuencias, y plantear recortes fiscales que ponen en jaque la salud pública, la educación y el Estado social en su conjunto. No es una propuesta de orden: es una propuesta de retroceso.
En paralelo, parte de nuestro sector ha cometido errores. Nos ha faltado agilidad. Hemos caído, a veces, en debates identitarios sin conexión con las urgencias reales. Nos hemos encerrado en fórmulas, en jerga, en dogmas. Y eso nos ha distanciado de quienes esperan soluciones concretas: en seguridad, en empleo, en acceso a servicios básicos que funcionen.
Hoy la seguridad se ha convertido en la principal preocupación ciudadana. No se trata solo de delitos comunes: hablamos de crimen organizado, de narcotráfico instalado en barrios, de violencia que afecta la convivencia cotidiana. En demasiados sectores del país, se ha perdido la confianza en que el Estado puede proteger. Y cuando eso ocurre, el populismo penal gana terreno.
Pero no basta con mano dura en los micrófonos. Se necesita inteligencia, prevención, instituciones fuertes, mejor gestión, y un Estado que recupere su capacidad de actuar. Carolina Tohá ha demostrado que lo entiende. Desde el ministerio del Interior, asumió con valentía un tema difícil, sin escudarse en cálculos políticos. Lo hizo con convicción y conocimiento. No con eslogans.
En el ámbito económico, Chile necesita recuperar dinamismo. No basta con crecer: hay que crecer bien, con empleos dignos, con seguridad social, con inversión responsable. Las familias sienten el peso de la incertidumbre: suben los arriendos, bajan los sueldos reales, los jóvenes no encuentran trabajo estable. La respuesta no puede ser ni el ajuste salvaje ni el voluntarismo fiscal.
Tohá ha planteado con claridad que el crecimiento económico debe volver a ser una prioridad para la centroizquierda, sin renunciar a la justicia social. Porque no hay derechos sostenibles sin una economía que los sustente. Y porque no se puede distribuir lo que no se produce. Ese pragmatismo no es debilidad: es responsabilidad.
Por todo esto, creemos que Carolina Tohá encarna el liderazgo que este momento exige. Tiene experiencia de Estado, parlamentaria y municipal. Conoce las instituciones y sus límites. Sabe construir acuerdos amplios, pero también decir lo que otros callan. Busca liderar un proyecto colectivo con vocación de mayoría y foco en resultados.
Y algo aún más importante: no es una candidatura testimonial. Es la única candidatura progresista que tiene posibilidades reales de disputar la elección nacional y ganarla. Porque combina carácter con amplitud. Seriedad con cercanía. Cambio con gobernabilidad.
La socialdemocracia, en este momento de encrucijada, debe asumir el liderazgo. No por nostalgia, sino porque es el espacio político que puede ofrecer estabilidad con transformación, y futuro con responsabilidad. Lo ha hecho antes. Puede hacerlo de nuevo.
Chile no está perdido. Pero sí está cansado. Y necesita liderazgos que no vengan a gritar más fuerte, sino a escuchar mejor, a resolver más rápido, y a construir con otros. Esa es la propuesta de Carolina Tohá. Y por eso merece no solo nuestro respaldo, sino nuestro entusiasmo.
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