La disputa política por el plinto sin jinete en la Plaza Baquedano, epicentro del estallido social chileno
Cinco años después de las revueltas de 2019, las autoridades aún no se ponen de acuerdo en el destino del monumento
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Uno de los grandes símbolos del estallido social de 2019 en Chile se encuentra en el corazón de Santiago: la Plaza Baquedano, un punto con vocación de encuentro para celebrar y protestar. Los manifestantes la rebautizaron como Plaza Dignidad y los violentistas casi derribaron la estatua de Manuel Baquedano en su caballo Diamante, ubicada en el núcleo de la rotonda. Por asuntos de seguridad, en marzo de 2021, retiraron la escultura de bronce del artista Virginio Arias (1855-1941), colocada hace casi un siglo. Desde entonces, el epicentro de la capital chilena es resguardado por un pedestal sin jinete. Las autoridades locales recién electas, de derecha, quieren que vuelva a su sitio. Ven que si se reinstala se trataría de “la última derrota del octubrismo”, como se llama en Chile al espíritu de las revueltas. El Gobierno de Gabriel Boric, por su parte, dio a entender hace unas semanas que lo quiere reubicar en otro sitio. El alud de críticas que recibió la jugada provocó que el Ejecutivo reculara, asegurando que “el destino final” del monumento a quien se considera un héroe de la Guerra del Pacífico, está “completamente abierto”.
Unos dos millones de personas circulan diariamente por la Plaza Baquedano, un punto que conecta los municipios de Santiago y Providencia, donde conviven oficinas, pisos residenciales y comercio. Los primeros años post-estallido apenas se escuchaban tímidas e inocuas ideas sobre qué hacer con la estatuta. Ahora, sin embargo, cinco años después de la revuelta, las pasiones se han ido enfriando y los chilenos han cambiado su apoyo a lo ocurrido. Si en diciembre de 2019 un 55% decía haber apoyado las manifestaciones, esa cifra hoy es de apenas un 23%, según la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), y la mitad de los consultados sostiene que el estallido fue perjudicial para Chile. Este nuevo escenario ha permitido que el debate público sobre qué hacer con el monumento encuentre un espacio sin tantas esquivas.
La subsecretaria del Patrimonio Cultural y presidenta del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), Carolina Pérez, le sacudió el polvo al eterno pendiente el pasado 7 de febrero. En un texto publicado en que afirmaba que el CMN había acogido la solicitud del Ministerio de Obras Públicas (MOP) “de retirar el monumento del General Baquedano, considerando las sugerencias realizadas por Defensa, en miras a su restauración y un espacio que garantice su preservación y exhibición pública”. En la sesión del consejo, continuaba el escrito, se plantearon las tres posibles ubicaciones sugeridas por el Ministerio de Defensa y el Ejército “para el emplazamiento definitivo del monumento” dentro de Santiago: la Plaza Ercilla, frente a la Escuela Militar o en el bandejón central de la Alameda, donde se encuentra ubicado el monumento al General Manuel Bulnes.
Varias autoridades de la oposición levantaron la voz contra la decisión, pero lo que más llamó la atención fue que los propios integrantes del consejo se mostraron en contra de la publicación. “No ha habido nunca una decisión de mover la estatua de Baquedano”, sostuvo el arquitecto y miembro del CMN, Felipe Gallardo. Según La Tercera, los consejeros le apuntaron a Pérez que no era el momento de discutir el destino de la escultura, pero ella insistió en dejar explícito que la voluntad del consejo era discutir los tres lugares planteados por Defensa. También se negó, según el medio, a dejar en claro que el traslado del plinto era “temporal”.
Los recién electos alcaldes, Jaime Bellolio, de Providencia, y Mario Desbordes, de Santiago, ambos de derecha, rechazaron el texto y dijeron que la estatua de Baquedano tenía que volver a su lugar. Pérez tuvo que salir a decir que fue un error comunicacional y que el visto bueno del CMN se refería solo a la solicitud de “iniciar el proceso para el traslado del plinto del monumento al General Baquedano para su restauración”. La portavoz subrogante del Gobierno de Boric, Nicole Cardoch, apuntó sobre el asunto: “El destino final está completamente abierto, son fases que tenemos que pasar”. La ministra del Interior, Carolina Tohá, planteó que “tiene que estar erigido en un lugar donde no sea factor de conflicto y de división, sino que en un lugar donde se le reconozca su aporte a la historia y que sea un lugar visible relevante. Nadie va a mandar al general Baquedano a un rincón a esconderlo”.
El alcalde Bellolio, que fue ministro de Sebastián Piñera, publicó en X: “No es su estatua lo que divide, sino la justificación de la violencia que la destruyó. Sin nuestra historia, renunciamos a nuestro futuro”. El diputado de la Unión Demócrata Independiente (UDI), Jorge Alessandri, presentó un proyecto de ley para que la estatua permanezca en la Plaza Baquedano. “La estatua debe estar ahí por razones históricas, pero lo más importante, porque es la última derrota del octubrismo, de los que validaron e incitaron la violencia”, argumentó.
Todo el debate se da durante el desarrollo del proyecto de rediseño arquitectónico y urbanístico Nueva Alameda-Providencia. Parte del plan es eliminar la Plaza Baquedano para transformarla en una explanada, integrar los tres parques aledaños (Balmaceda, Bustamante y Forestal) y favorecer a los peatones, entre otras medidas.
Claudio Orrego, que va por su segundo periodo como gobernador de la Región Metropolitana, de la centroizquierda, también dijo que el monumento tiene que volver a su lugar, aunque abrió el debate a levantar otro que “represente a todos”. Para el tercer aniversario del estallido, en 2023, dijo a EL PAIS sobre los planes para la zona: “Queremos mantener la idea matriz, pero integrando lo que pasó el 18 de octubre de 2019. Ahí hubo manifestaciones, dolor, heridos, vecinos que lo pasamos muy mal. Vamos a buscar una manera creativa para integrar esa parte de la historia”.
Actualmente la escultura se encuentra en el Museo Histórico Militar. Tras los serios daños en su estructura, el taller Montes Becker la reparó durante seis meses en 2022. El escultor Luis Andrés Montes Rojas dijo el año pasado a La Segunda que toda la situación política hizo que el monumento a Baquedano se transformara “en un talismán cargado de las proyecciones políticas de uno y otro bando”.
Sobre el retorno de la escultura, Montes planteó que debe obedecer a dos cuestiones: “El carácter del proyecto de remodelación del eje Alameda-Providencia y el énfasis que tendrá la plaza, que sin lugar a dudas ha sido reivindicado como un lugar de manifestación de la ciudadanía y sería a los menos completo intentar borrar. Segundo, de la decisión de mantener el lugar que el general Baquedano tiene en la historia oficial del Estado, cosa que no creo que deba estar en cuestión”. Para el académico, que indica que “el Estado administra la historia”, los expertos deben equilibrar las cuestiones simbólicas con las perspectivas históricas.
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