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Diego Golombek, biólogo: “Las personas que son procastinadoras tienden a demorar más la hora de dormir”

El especialista argentino en cronobiología estuvo en el Festival de Ciencia Puerto de Ideas en Antofagasta, donde expuso sobre los misterios del sueño

Diego Golombek en el Festival de Ciencia Puerto de Ideas, en abril de 2024.
Diego Golombek en el Festival de Ciencia Puerto de Ideas, en abril de 2024.
Ana María Sanhueza

El doctor en biología Diego Golombek (Buenos Aires, 1964), académico de la Universidad de San Andrés de Argentina e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET, se ha especializado en cronobiología. ¿Por qué dormimos? ¿cómo funciona el reloj biológico? ¿cuándo sabemos que es de y de día y de noche? ¿cuánto tiempo debemos dormir?, son algunas de las preguntas que el divulgador científico se ha realizado durante sus más de tres décadas de estudio. Con el tiempo se han agregado varias interrogantes más, entre ellas, cómo afectan las tecnologías, desde la luz artificial en adelante, al buen dormir. “Una idea muy errónea es pensar que la productividad consiste en estar despierto más tiempo”, adelanta.

Golombek llegó a la biología, que estudió en la Universidad de Buenos Aires, sin saber muy bien por qué. “Yo no era un un niño naturalista de esos que perseguían mariposas y levantaban las rocas para ver qué bichos hay debajo, sino que venía por un lado mucho más humanista y artístico, hacía música y periodismo”, dice a EL PAÍS en Antofagasta, donde el 19 de abril abrió el Festival de Ciencia Puerto de Ideas, uno de los eventos más importantes de ciencia de Lanitoamérica con la conferencia Los profundos misterios del sueño.

De pronto, relata, en la clases apareció en escena el cerebro y su fisiología. “Cuando un profesor dijo que hay tiempo del lado de adentro, dije ¡eso interesante!, pues el tiempo siempre me fascinó desde el punto de vista literario, ensayístico y artístico. Pero cuando vi que se podía abarcar desde la biología y las neurociencias, realmente me pareció extraordinario. Y desde entonces es que me encuentro en búsqueda del tiempo perdido en el cerebro”.

Pregunta. ¿Y qué le llamó la atención del tiempo?

Respuesta. El concepto del tiempo, que suele ser tratado más por los físicos que por los biólogos, es algo que nos fascina desde siempre. Los filósofos se preguntaron qué es el tiempo, cómo transcurre. Es el tipo de preguntas que te dan tortícolis, que te quedas pensando y charlando con los amigos en la plaza o en el bar hasta muy tarde. Entonces, ver que hay un método científico, que hay una forma de experimentación biológica para ir a buscar ese tiempo, me pareció una pregunta realmente interesante.

P. En Puerto de Ideas dijo que hay dos preguntas sin respuestas: por qué bostezamos y por qué dormimos.

R. De por qué bostezamos no se sabe la respuesta concreta, pero sí hay hipótesis. Y eso es lo fascinante de la ciencia. Bostezamos más cuando estamos más cansados, pero no es solamente eso. También tiene que ver con el aburrimiento y con el contagio. El bostezo encierra muchas cosas. Nos tapamos la boca cuando lo hacemos. Uno piensa que es por buenos modales, y en cierta forma eso tal vez tenga un aspecto evolutivo. Los grandes simios, los gorilas o los orangutanes, no muestran los dientes, sobre todo al capo, al macho alfa, porque hacerlo es una señal de agresión. Entonces, si nosotros estamos charlando con alguien y de pronto abrimos la boca, en el mundo animal eso es agresión. Por lo tanto, nos tapamos la boca.

P. ¿Y por qué dormimos?

R. La primera respuesta, la obvia, es porque estamos cansados. Está bien, pero es incompleta, porque no hay una relación directa entre cansancio y sueño. De hecho, el modelo actual del sueño tiene dos componentes: uno que es homeostático, de cansancio, porque a medida que estamos despiertos se va acumulando sueño. El otro es el reloj biológico: por más que uno esté cansado, a ciertas horas no se puede dormir.

P. ¿Cuándo?

R. Si uno se queda despierto toda la noche en una fiesta, trabajando o estudiando, está cada vez más cansado. Pero en un momento hay como un efecto rebote, y resurge la alerta porque el reloj biológico le está diciendo al cuerpo ‘ojo, dentro de un rato tienes que despertar. Anda preparándote’. Entonces, no es solamente estar cansado, sino que hay varios fenómenos que confluyen para estar dormidos o despiertos.

P. En su exposición recordó a Thomás Alba Edison como un hombre contra el sueño.

R. De hecho, su deseo era dejar de dormir. En un momento se asoció con Henry Ford para ver cómo lograr mayor productividad en las fábricas con luz eléctrica para que los obreros siguieran trabajando durante la noche. Es una idea muy errónea que se ha mantenido en estos días de que la productividad consiste en estar despierto más tiempo y es exactamente lo contrario. La productividad consiste en aprovechar las horas del sueño para que al día siguiente estés más alerta y más productivo.

P. Dijo que cuando un estudiante trasnocha, por ejemplo, preparando un examen, al día siguiente no recuerda nada ¿qué pasa con el cerebro en esa circunstancia?

R. El mecanismo no lo sabemos, pero el sueño nocturno consolida la memoria y el aprendizaje. También mejora la comunicación entre neuronas, mejora el sistema inmune y cardiovascular y limpia toxinas. Son todos fenómenos que se dan no solamente de noche. Una buena fórmula para asegurar el aprendizaje es estudiar y luego dormir. Incluso, con evidencias muy recientes, está la siesta. Si uno estudia en las primeras horas de la tarde y duerme una pequeña siesta, recuerda más que si no la duerme, pero solo si está acostumbrado a la siesta. Forzarla, no sirve tanto.

P. ¿Por qué a veces nos resistimos a dormir pese a que sentimos sueño?

R. Es una cuestión cultural. Hay algo que llama procastinación de la hora de dormir. Procastinar es dejar algo para mañana, y todo el mundo lo hace. Y aún sabiendo que uno tiene que dormir, se inventa excusas para demorar el horario de ir a la cama. Es un fenómeno sicológico y hay escalas que lo miden. Es muy común en adolescentes y jóvenes que, aunque sepan que al día siguiente van a ser unos zombies, se quedan chateando con los amigos o viendo un video en Tik Tok. El fenómeno de redes sociales es muy reciente y hay que investigarlo, pero incide en la calidad de vida.

P. También es un asunto de adultos resistirse a dormir.

R. Claro que sí. Nosotros estamos investigando la procrastinación del sueño, que se correlaciona bastante con la procrastinación en general. Las personas que son más procrastinadoras, es decir, que tienden a demorar más las decisiones, también tienden a demorar más la hora de dormir. No sabemos por qué, por ahora es puramente descriptivo. Creo que es más cultural que biológico. Y la sociedad empuja un poco a esto, la capitalista, la que se llama sociedad de 24 horas, donde todo el tiempo hay estímulos. Y eso es muy reciente para la evolución humana, porque nosotros no teníamos estímulos nocturnos. Una de las formas de estudiarlo es en sociedades aisladas sin luz eléctrica.

P. ¿Qué han arrojado estos estudios?

R. Hace muchos años que venimos estudiando poblaciones indígenas en el norte de Argentina que no tenían luz eléctrica. Y, efectivamente duermen más, se van a dormir más temprano, porque al haber luz eléctrica depende de un estufa de queroseno de una vela, y además son más estacionales. Nosotros hemos perdido un poco la estacionalidad. Y de alguna manera estamos preparados para un mundo que ya no existe.

P. ¿En qué sentido?

R. Estamos preparados para un mundo en el cual hay días y noches muy predecibles. Y cuando es de noche uno vuelve a la cueva y se duerme, pero a veces prendemos la luz. O estamos preparados para un mundo en el que se modifica mucho la cantidad de horas luz por día a lo largo del año, y prendemos la luz o en invierno una estufa. Entonces, de alguna manera nuestro cuerpo es un fósil que recuerda en algún lado que sí hay días y noches, o que hay estaciones, pero a veces la tecnología conspira contra esto. Y que en estas poblaciones indígenas sin luz eléctrica hay al menos una hora más de sueño por noche es un poco prueba de que la sociedad y la tecnología 24 horas ha incidido notablemente en nuestros hábitos de sueño.

P. Ha dicho que hay que dormir siete horas.

R. Como mínimo, ese el piso, y de ahí para arriba, lo que puedas. No tenemos evidencia de que haya un exceso de sueño, salvo por las consecuencias de esto, porque quedarte todo el día en la cama, obviamente modifica el estado de ánimo o engordas. Pero no es que dormir nueve horas esté mal.

P. Comentó que dormir mucho tiene mala propaganda ¿qué se dice de dormir poco?

R. Fíjate que los íconos del siglo XXl, grandes empresarios y los tecnólogos, se jactan de decir que duermen tres o cuatro horas. Primero, no les creo. Y si fuera así, existe una proporción muy pequeña de la población de los dormidores cortos, es decir, que duermen muy pocas horas de noche, pero son muy poquitos. Necesitamos ese mínimo de siete horas de sueño, porque si no, no estás productivo. Hoy hay una pequeña rebelión en el mundo empresario, ahora que apareció el término bienestar, el concepto de wellness, de incluir al sueño. Pero vamos de a poco. Hay que ser conscientes de la necesidad de sueño, y de que si uno quiere ser productivo para ganar más dinero, que es el fin de un mundo capitalista, tienes que estar descansado.

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Sobre la firma

Ana María Sanhueza
Es periodista de EL PAÍS en Chile, especializada en justicia y derechos humanos. Ha trabajado en los principales medios locales, entre ellos revista 'Qué Pasa', 'La Tercera' y 'The Clinic', donde fue editora. Es coautora del libro 'Spiniak y los demonios de la Plaza de Armas' y de 'Los archivos del cardenal', 1 y 2.
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