Clamor entre las entidades contra el freno a los carriles bici en Barcelona
El parón en el despliegue de políticas para la bicicleta provoca fricciones entre comunes y socialistas
El trazado de la futura Via Laietana, donde las bicis compartirán espacio con coches y motos, ha encendido los ánimos de los ciclistas y entidades de la bici de Barcelona. Alertan de que significa un retroceso y de que la propuesta se carga el carril bici doble y segregado que salió del proceso participativo. Pero el malestar por Via Laietana es solo la punta del iceberg del enfado de las entidades por el frenazo en las políticas de fomento de la bicicleta en el segundo mandato de la alcaldesa Ada Colau. Con el área de movilidad en manos del PSC, el parón ya ha provocado fricciones entre comunes y socialistas.
Durante el mandato pasado, entidades como el BACC o Amics de la Bici —que siempre quieren más y mejor— estaban relativamente satisfechas con la política respecto a los pedales. Los comunes prometieron triplicar la red de carriles bici (de 100 a 300 kilómetros). El balance es que solo la duplicaron, y dejaron redactados proyectos para construir o mejorar 45 kilómetros más, con un coste de 28 millones de euros.
Pero también es verdad que a finales de mandato el ritmo bajó. A un año de las elecciones, la tormenta que provocan las presiones de la oposición, las quejas de vecinos y comerciantes, y las discrepancias entre políticos y técnicos de movilidad, Guardia Urbana y distritos, ralentizó el ritmo del despliegue.
Aquello, sumado a la marcha atrás en Via Laietana, a que no salgan a concurso las obras pendientes, y al poco feeling entre entidades y la nueva concejal de Movilidad, Rosa Alarcón, en los primeros encuentros mantenidos, ha desenterrado el hacha de guerra. Tanto, que hay entidades que darán la espalda a la Fiesta de la Bicicleta y preparan una protesta en Via Laietana el próximo día 28. Asociaciones y expertos también ponen el grito en el cielo cuando ven que en la reforma de la Meridiana prevé un carril bici central, un trazado que aseguran que no se construye en ninguna ciudad referente en la materia.
Puertas adentro, en el Ayuntamiento, hay recelo entre los comunes por el “perfil poco bicicletero” de Alarcón, como califica una fuente. Y el dibujo de la Via Laietana también ha provocado muy mal ambiente entre parte de los comunes. En este caso, como en la Meridiana, la decisión no ha correspondido a Movilidad, sino a Urbanismo, el área que capitanea Janet Sanz.
La concejal de Movilidad responde a las críticas: “No soy antibici, pero tengo sentido de la proporcionalidad en la ciudad y mis prioridades son los peatones y el transporte público, que son el 70% [de los trayectos]; la bici es el 2,5%”. Alarcón no se aventura a decir cuántos carriles se harán en este mandato y apunta que “se pondrá el acento en desdoblar la red, mejorar los cruces y bajar carriles de aceras a calzada”. También advierte de que “no se podrá hacer todo con carriles segregados, porque la ciudad es pequeña”, pero que “sí se velará por la seguridad de los ciclistas, pacificando la ciudad con calles 30 [la velocidad máxima permitida es de 30 kilómetros por hora]”. En el anexo de inversiones que figura en el presupuesto vigente solo aparecen 1,3 millones con el epígrafe “Fomento de la bicicleta. Mejoras”.
Desde Amics de la bici, partidarios de conectar bien la actual red de carriles y bajar la velocidad de los coches, Albert García critica que “se hable de calles 30 pero no se haga nada”. Y sugiere emplear chicanes o pasos elevados para obligar a los coches a frenar. “Vamos de mal en peor, al coche nunca se le toca, nunca pierde”, lamenta y señala que “en un contexto de emergencia climática, la bici es salud para el que pedalea y para el resto”.
María Elisa Ojeda, de la consultora en movilidad Comoba, alerta de que “hacer malas infraestructuras es retroceder”. Desde el BACC, Carles Benito, lamenta que “todos los proyectos del plan de carriles bici están parados, sin voluntad política de ejecutarlo”. “Es un gran fracaso, no puedes apartar la movilidad ciclista en una Barcelona sostenible, volvemos a los años 90; pensábamos que teníamos superado lo de pedir carriles bici”.
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