La presidenta ‘IDA’
Hasta el diccionario de la RAE la pone como ejemplo para ilustrar sus manifiestas ignorancias
Sigo intentándolo. De veras que lo intento. Escribir de otras cosas, de asuntos más leves. De los malditos patinetes de alquiler abandonados de cualquier manera por usuarios odiosos, o aparcados donde más molestan por los repartidores; del Metro de Gran Vía, que sigue cerrado gracias a la incapaz gestión de la amante de másteres maquillados y a la ineficacia del correcaminos político Garrido; de la suciedad de las calles, de los infectos contenedores de reciclaje, de los que salen a fumar a la puerta de Telefónica y tiran las colillas al suelo con un enorme cenicero al lado, de los tíos que mean en cualquier rinconcillo de cualquier portal... Escribir de mis queridos autobuseros o de que mejor un taxi que un VTC... Pero no hay forma.
Las lumbreras que habitan en Cibeles y Sol son como Jim Carrey y Jeff Daniels en la peli Dumb and Dumber (Dos tontos muy tontos) y acaparan toda la atención, con acciones muy tontas o con declaraciones aún más tontas. No dejan espacio para más. Son como la Pantoja en un escenario: "Los focos, hacia mi persona". O peor. Son como un reflujo gastroesofágico tras un bocata de mala morcilla. Siempre vuelven.
Lo fácil sería no hacerles caso, porque ya se han retratado bastante en todos los informativos y ya han dado mucho material a los monologuistas con innumerables sandeces: que si uno prefiere salvar una catedral antes que el Amazonas, que si la otra pidió empadronar a los fetos. Y aunque a una mayoría de madrileños les dé igual si gobiernan ella y él o Pitufina y Pocoyó, es obligación de los medios recoger sus declaraciones para nutrir la hemeroteca y que nadie olvide lo que son y la vergüenza ajena que provocan.
¿Cómo pasar por alto que la presidenta IDA ha dicho que la contaminación no mata? ¿Cómo obviar que organismos de salud internacionales y nacionales, neumólogos, físicos, meteorólogos, investigadores, universidades, premios Nobel, estadísticas y, en general, personas con dos dedos de frente, contradicen esa majadería?
¿Estoy insultando a la presidenta IDA si parafraseo a Forrest Gump y digo que majadera es la que dice majaderías? ¿Dónde ponemos el límite para diferenciar un insulto de una calificación? El diccionario recoge entre sus voces infinidad de palabras para definir a las personas. Tonta, idiota, estúpido, mentiroso, tramposa, imbécil... Son términos que también necesitamos en nuestro vocabulario para darles uso con quienes nos ponen en bandeja y a diario pruebas de que los merecen.
Nos ha tocado en la tómbola la presidenta IDA, famosa fuera de sus límites territoriales por su ímpetu y por sus acciones inconsideradas e impensadas. Porque ella no piensa. Hasta el diccionario de la RAE la pone como ejemplo para ilustrar sus manifiestas ignorancias: "Tiene unas idas terribles", dice el diccionario para que se entienda mejor lo que es ida. Busquen, busquen... Lo encontrarán en la segunda acepción.
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