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Los barrios pobres de Barcelona tienen cuatro veces más embarazos adolescentes que las zonas ricas

La tasa de gestación entre chicas de 16 a 19 años mantiene una tendencia a la baja en la capital catalana

Jessica Mouzo

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Los embarazos adolescentes siguen cayendo en Barcelona. Despacio, sin acusados descensos, pero manteniendo una tendencia a la baja desde 2013. Lo que se perpetúa, sin embargo, es la brecha entre los barrios ricos y los más desfavorecidos. Las zonas pobres de la capital catalana tienen una tasa de hasta 25,9 embarazos por 1.000 mujeres de 15 a 19 años, cuatro veces más que en los distritos de rentas altas. Los expertos inciden en mejorar la educación sexual y facilitar el acceso a métodos anticonceptivos. En 2018, hubo 529 embarazos adolescentes, aunque el 72% terminaron en aborto. Nacieron 143 niños.

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En Nou Barris y Ciutat Vella, dos de los distritos con la renta familiar disponible más baja y los índices de paro más altos de la capital catalana, la tasa de embarazos adolescentes —que mide los nacidos vivos y los abortos voluntarios— es de 24,7 y 25,9, respectivamente. Son los niveles más altos de una ciudad que tiene una tasa media de 16 gestaciones por cada 1.000 chicas de entre 16 y 19 años. En la otra punta de la ciudad, los distritos de Sarrià-Sant Gervasi y Les Corts, erigidos como las zonas más favorecidas socioeconómicamente, tienen unas tasas de 6,4 y 6 respectivamente. La cifra más baja de embarazos adolescentes se registra, no obstante, en Gràcia (4,6).

La brecha persiste, aunque según el Ayuntamiento, también este parámetro se ha reducido en los últimos años. "Hay desigualdad entre distritos, pero también hay un descenso mayor en los barrios desfavorecidos. La brecha se hace cada vez más pequeña. El embarazo juvenil en Ciutat Vella y Nou Barris ha bajado casi a la mitad en una década", valora la concejal de Salud, Envejecimiento y Cuidados del Ayuntamiento, Gemma Tarafa.

Con todo, coinciden los expertos, no hay que bajar la guardia. Todavía hay más de medio millar de embarazos y nacen casi 150 bebés con madres adolescentes. "Para nosotros son embarazos y nos gustaría disminuir más la tasa porque consideramos que un embarazo adolescente priva de un mejor posicionamiento social a la chica. Suele aumentar el abandono de los estudios o no continuar tras terminar la ESO. Si nos comparamos con otros países, como Inglaterra o Estados Unidos, estamos mejor, pero vamos bajando muy poco a poco. De 2017 a 2018 solo hemos bajado en ocho embarazos", sostiene Cristina Martínez, responsable corporativa de los Equipos de Atención a la Salud Sexual y Reproductiva (ASSIR) de Cataluña.

Los ASSIR dan asesoramiento a los jóvenes sobre salud sexual, hacen seguimiento de embarazos, atienden a mujeres que quieran someterse voluntariamente a un aborto e inciden en la prevención del cáncer e infecciones de transmisión sexual. "La puerta de entrada es libre. Informamos al adolescente de los derechos que tiene y, dependiendo de su edad, informamos también a su entorno. En Barcelona tenemos grupos de adolescentes que quisieron seguir adelante con el embarazo y hacemos un seguimiento físico y psicológico de la gestación tanto solos y en grupo", explica Martínez. La idea es que, si deciden continuar adelante con el embarazo, mantenga, lo máximo posible, su situación vital y de crecimiento personal para sortear la precariedad.

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Los motivos del embarazo son diversos, explica Martínez. Desde jóvenes que no han usado métodos anticonceptivos y tienen problemas para negociar el uso del preservativo en una relación sexual, por ejemplo; hasta embarazos “para poner en jaque a los padres”, apunta la especialista. “También hay embarazos cualitativos, no deseados de manera consciente. Hay elementos inconscientes, como estar sola en un entorno con dificultades de comunicación con la familia y quiere pasar al mundo de los adultos”, agrega.

Idealizar de la maternidad

Otro elemento que influye es la visión romántica del embarazo, la maternidad y la nueva familia. “El 70% de las parejas adolescentes embarazadas que se van a vivir juntas no siguen como pareja al cabo de un año. Hay que romper esa idealización desde la reflexión y el diálogo con los adolescentes”, apunta Martínez. La experta sostiene que la brecha entre barrios ricos y pobres está relacionada con el acceso al sistema de salud. “Las poblaciones más desfavorecidas usan menos los recursos sanitarios”.

Pero aparte de perjudicar el ascensor social de la madre, los embarazos adolescentes también conllevan una serie de riesgos para la salud. “Hay más índice de prematuridad y bajo peso al nacer. La repercusión social, personal y psicológica de la madre también es importante. El índice de ansiedad es más alto”, advierte Martínez.

Reforzar la educación sexual en las escuelas y facilitar el acceso a otros métodos anticonceptivos, aparte del preservativo, son claves, coinciden los expertos, para llegar a una tasa cero de embarazos adolescentes.

Más educación sexual en las escuelas de Barcelona

La regidora de Salud, Gemma Tarafa, insiste en reforzar la educación sexual en el ámbito escolar. “Los programas de prevención de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) llegan a un 30% de las escuelas. La ASPB tiene capacidad para absorber más demanda pero depende sino de la dirección del centro”, lamenta.

En esas formaciones, la ASPB aborda temas de adicciones y salud mental y salud sexual y reproductiva. Tarafa intensificará este programa. “Queremos llegar a más del 50% de los de primaria y el 60% de secundaria”, avisa.

El Consistorio también reforzará el programa Sirian, de prevención y asesoramiento de salud sexual, en los barrios con las tasas más altas de embarazos adolescentes.

Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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