_
_
_
_
OPINIÓN | ME BAJO EN CALLAO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El general no tiene quien le quiera

Tu desgracia, Paco, es que eres un incordio te pongan donde te pongan

Vista general del mausoleo del Valle de los Caídos.
Vista general del mausoleo del Valle de los Caídos.J. BARBANCHO / REUTERS
Nieves Concostrina

Al dictador no lo quieren cerca ni los que dicen quererlo. Lo quieren solo de boquilla… mientras esté allí… lejos, en mitad del monte. Lo utilizan para montar pollos, pero no lo admiten en su barrio ni en su pueblo. Hay lugares en el mundo y en España donde las gentes reclaman los restos de sus héroes para sentirlos a su lado.

Ahí tenemos a Iósif Vissariónovich, al camarada Stalin, que lo sacaron a la fuerza -como ahora a Paco- del pedazo de mausoleo que compartía con Lenin para meterlo en una fosa oscura y profunda junto a las murallas del Kremlin. Sus paisanos de Gori, el pequeño pueblo de Georgia donde nació, llevan décadas rogando que les entreguen los restos para tenerlos cerca y venerarlos como, según ellos, merece. Porque sería un tirano, pero era su tirano. Y ahí está también Juan Martín, El Empecinado, el gran héroe resistente en la guerra contra el francés y enterrado en su gran monumento de Burgos, pero al que sus vecinos de Castrillo de Duero (Valladolid) quieren tener con ellos y no paran de reclamar. Pues nada, no hay forma; Burgos, no los suelta.

En Predappio, en Italia, los vecinos se pusieron tan contentos cuando la esposa de Mussolini consiguió empadronar al Duce calvorota en el cementerio de San Cassiano (parece que la viuda ya le había perdonado que lo pillaran cuando huía en compañía de su amante). Gran parte de sus paisanos lo acogieron con cariño, porque Benito sería un fascista loco, pero era su fascista loco. Sea por una u otra razón, por orgullo o fanatismo, a los tiranos y a los héroes sus vecinos los quieren cerca. Con ellos. Menos a Paco. Paco no tiene quien le quiera.

En su pueblo, en Ferrol, se les pusieron los pelos como escarpias cuando empezó a sonar la posible exhumación y se percataron de que allí, en el cementerio de Catabois, había una magnífica sepultura doble esperándolo. Los ferrolanos respiraron cuando se supo que a su paisano lo iban a acomodar, no en su pueblo, sino en su barrio, donde vivió sus últimos 35 años.

Los actuales vecinos mingorrubienses, mingorrubianos o mingorrubieños son de lo más variado ideológicamente, por supuesto, pero Paco dejó por la zona un buen puñado de grandes amigos y una estupenda colonia residencial de la que ahora disfrutan, quizás, los herederos de aquellos colegas de dictadura. Eso podemos sospechar, al menos, al comprobar que las tres derechas de los colorines azul, naranjita y verdoso hayan cosechado un 62 por ciento de los votos en las últimas municipales. Es decir, más de la mitad de los vecinos de Paco deberían estar mostrando algo de empatía con él, en vez de estar quejándose ante los medios de que su presencia les va a romper la tranquilidad a la vez que demuestran sus simpatías hacia él. Tu desgracia, Paco, es que eres un incordio te pongan donde te pongan.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_