Por un nuevo modelo de espacio público
La capital es una calle, un espacio público, es diversa, flexible, interactiva. Para Belinda Tato puede ser más si se saben buscar soluciones para los nuevos problemas.
El espacio público es la plataforma donde se escenifica la vida urbana, donde se descubre y se adquiere el sentido de ciudadanía, de pertenencia a una comunidad diversa y organizada. Es el punto de encuentro donde las personas se relacionan, el espacio para la interacción, el intercambio, la comunicación, el conflicto y el consenso.
Madrid es espacio público, su identidad más valiosa, una experiencia urbana abierta y accesible a todos. En Madrid la frontera entre el espacio público y privado es difusa y cambiante; la calle es la prolongación de nuestro salón, la antesala de nuestra casa.
Madrid es dialéctica, una ciudad que habla, escucha, conversa. Bulliciosa, comunicativa y vital. Una ciudad nocturna y festiva pero también reivindicativa. A veces llega a gritar y sus gritos la arañan en forma de vandalismo.
Madrid es diversa e intergeneracional, porque siempre ha sido una ciudad que recibe y acoge con generosidad. Una ciudad inclusiva, multicultural donde es posible la convivencia a distintas velocidades y ritmos vitales.
Madrid es interactiva, una ciudad que conecta a propios y extraños y donde el azar y la improvisación tienen cabida. Madrid es calle, una ciudad abierta que se proyecta y se funde con su espacio público, cuya identidad viene definida, más que por su condición física, por su capa social, por su vida urbana y la participación de todos los que la configuran a diario.
Madrid es flexible, tolerante y profundamente optimista. Es mucho pero puede ser más.
Si la esencia y personalidad propia de Madrid reside en su espacio público, ¿no debería aspirar a ser una ciudad pionera en su diseño y en la exploración de nuevas soluciones? La crisis medioambiental y el cambio climático, la recesión del comercio local y los nuevos escenarios digitales, los vehículos autónomos y los nuevos sistemas de movilidad, el tsunami globalizador, etc.. plantean interesantes retos y nuevas necesidades en la reconfiguración de ese espacio que conviven con fenómenos y problemas todavía no resueltos como la equidad, el acceso a la vivienda o el desarrollo económico local.
¿Qué papel seguirá desempeñando el espacio público en este nuevo orden de cosas? ¿Puede Madrid ser un laboratorio urbano donde testar modelos de espacio público que posibiliten nuevas relaciones entre las personas, la tecnología y los recursos? ¿Puede el diseño del espacio público contribuir a una mayor igualdad?
¿Es posible reimaginar los procesos de toma de decisiones y diseñar las herramientas que permitan recoger las aspiraciones, deseos e intereses de una miríada de partes interesadas?
Si el concepto de ciudadanía es un concepto evolutivo, ¿podemos diseñar entornos capaces de responder a una realidad cambiante?
El espacio público urbano condensa la historia, la cultura y las tradiciones siendo al mismo tiempo la plataforma para soñar sobre el futuro y el marco ideal para probar soluciones, crear prototipos de nuevas ideas y visualizar escenarios que puedan ser experimentados, compartidos y debatidos.
El espacio público es la manifestación de la libertad individual y social, y al repensarlo y transformarlo, estamos impactando la vida presente y futura de las personas, condicionando su pensamiento, creatividad y experiencia vital.
Madrid tiene condiciones para liderar la conversación en torno a nuevos modelos de espacio público y plantear escenarios de innovación y participación. Asumamos esa responsabilidad, exploremosla y pasemos a la acción. Tenemos enormes retos y un futuro emocionante e inspirador por delante, ¡conquistémoslo!
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