Las Noches del Botánico superan los 90.000 espectadores
El ciclo de 34 conciertos en la Ciudad Universitaria creció un 30 por ciento en asistencia respecto a 2018
Las Noches del Botánico, el ciclo musical veraniego que desde finales de junio y durante todo el mes de julio se desarrolla en el jardín botánico de la Ciudad Universitaria, acaba de cerrar su edición de 2019 con una asistencia global de 90.300 espectadores. Esta cifra equivale a una media superior a los 2.600 aficionados por concierto y mejora en casi un 30 por ciento las estadísticas de 2018, cuando se vendieron en torno a 70.000 entradas.
El ciclo se ha consagrado así, en su cuarta edición, como una de las ofertas melómanas más importantes del año en la ciudad, con episodios este año como el estreno absoluto en España de Daryl Hall y John Oates, que nunca habían actuado en el país después de 46 años de carrera; la reaparición de Russian Red tras más de dos años de silencio absoluto, con un espectáculo creado ex profeso para la ocasión, o la visita de mitos largamente esperados como el brasileño Milton Nascimento o la canadiense Loreena McKennitt, que tras 12 años alejada de los escenarios españoles fue la única capaz de programar dos fechas.
Las Noches del Botánico se han convertido en herederas de los antiguos Veranos de la Villa, que en los tiempos del cuartel del Conde Duque y en su breve etapa posterior de Puerta del Ángel (entre 2009 y 2011) acaparaban los grandes conciertos del verano madrileño, casi siempre a cargo de artistas de muy larga trayectoria y holgada mayoría internacional. La decisión municipal (en plena época de crisis) de trasladar los Veranos al Teatro Circo Price, prescindiendo así de la tradicional apuesta por los espectáculos al aire libre, soliviantó a una parte de los promotores privados. Y de aquella emancipación del paraguas municipal proviene el actual modelo del Botánico, que se ha afianzado con una ubicación óptima: placentera, bien comunicada, con espacio para áreas de descanso y restauración y sin problemas de vecindario, lo que permite un sonido excelente.
Pero no siempre las cosas pintaron tan bien para este nuevo gran evento estival. Los dos primeros veranos en el recinto de la Avenida Complutense, los de 2014 y 2015, se desarrollaron bajo la denominación de MadGarden y arrojaron importantes pérdidas. La españolización del nombre, las mejoras de los carteles, el incremento en el número de espectáculos y la habituación del público al nuevo espacio han permitido esta vez un volumen de asistentes impensables hasta hace poco. Las primeras Noches del Botánico, las de 2016, se quedaron en 46.000 localidades vendidas, una cifra que dio el estirón hasta las 51.000 en el caso de 2017.
A diferencia de aquellos inicios, este año se han agotado las localidades en 20 de las 34 citas. Los más tempraneros en despachar todo el papel fueron el concierto inaugural (20 de junio) de Woody Allen y su banda de Nueva Orleans, las dos citas con la arpista y cantante de músicas celtas y new age Loreena McKennitt y la visita de los granadinos Los Planetas en un muy atípico formato sinfónico.
Para el recuerdo y los anales quedarán algunos de los momentos más singulares de estas cinco semanas, como el absoluto fervor que desataron el 16 de julio LP y Charlie Winston (este último, subiéndose a cantar al graderío); la devoción por el eterno repertorio de Supertramp que reactivó uno de sus dos cantantes originales, Roger Hodgson (24 de julio); las dos vocalistas de Pink Martini, las espigadísimas Storm Large y Meow Meow, dejándose deslizar por encima del público a lo largo de toda la pista (28 de julio), los bailes desaforados de los latinos residentes en Madrid con motivo del recital del colombiano Juanes (9 de julio) o la recuperación de Paul Carrack (30 de junio), antiguo cantante de Squeeze y de Mike & The Mechanics, tras una larguísima ausencia de la ciudad.
Y también, claro, hubo tiempo para algún sobresalto que otro. Así, la suspensión por laringitis en el último minuto de Beirut (3 de julio), que iba a debutar en Madrid y esperó incluso que finalizara la actuación de la telonera, Hindi Zahra, por si llegaba a recuperarse. O la afonía manifiesta en la víspera de Daryl Hall, que también bordeó la cancelación y provocó el malestar de algunos espectadores. Sobre las limitaciones flagrantes de Woody Allen como clarinetista (20 de junio) ya estábamos más que avisados, pero a un ídolo de esas dimensiones se le perdona todo.
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