Barrio con ‘flow’
El Alcorcón de ayer se construyó con los cuerpos que vinieron del sur y del centro de la Península
Cuatro años lleva Francisco Javier Cruz cortando el pelo en Alcorcón. Que cada día entre más gente a su peluquería implica que nuestro municipio ha cambiado. “Al principio, no tenía ni público, luego empezaron a venir dominicanos que se burlaban de mí, decían ‘el gordo sí sabe cortar el pelo, qué flow tiene’”. De aquellas chanzas entre paisanos nació “TitoFlow”, el nombre de su negocio y de un nuevo concepto en la localidad que implica mucho más que afeitarse.
La música latina y el rap suenan con brío en la barbería y en la televisión se suceden los correspondientes videoclips, mientras, cinco profesionales trabajan sin pausa. Son de Italia, Ecuador, Colombia, República dominicana y de Madrid, cada uno de un punto del planeta y quizá sea por la melodía que se escucha, pero verles trabajar parece una coreografía. Todos conocen el paso que les toca y lo ejecutan con genialidad. Esa es la razón por la cual el local está lleno de clientes y de gente que espera, de todas las teces, todas las edades, todos los credos y todos los sitios. El Alcorcón de ayer se construyó con los cuerpos que vinieron del sur y del centro de la Península, ahora se fortalece con los que llegan del sur del sur y del este y del otro lado del Atlántico. Alcorcón es esto.
¿Jubilados también vienen? “Claro y con sus nietos”, afirma rotundo Francisco. “Hay abuelos que piden no solo degradado sino también una línea en el lateral. Son coquetos”. Ahí pueden hacerse limpieza facial, ponerse una mascarilla, depilarse las cejas, hacerse mil cortes, teñirse o perfilarse la barba. La cosa es que no solo pueden, sino que lo hacen y ahí radica el segundo cambio: Las formas y costumbres propias de estos lares han cambiado, explica Tito. Antes los hombres iban a la peluquería porque les tocaba, una vez al mes, en la actualidad, lo que quieren es estar guapos y eso provoca que vengan más. También por echar el rato y por el trato, apunta Kevin, uno de los peluqueros y David López, su cliente, lo corrobora.
Kevin, que es de Alcorcón, como muchas personas en los últimos años, se fue a Inglaterra a buscarse la vida y allí se formó y empezó a trabajar en una peluquería unisex en la que se encargaba de los cortes masculinos. Un lustro y pico después, regresó, se encontró con Tito y se unió a su equipo.
No obstante, la conexión con la gente del municipio va más allá del madrileño, Tito Flow se ha convertido en un espacio de referencia para muchos civiles, políticos y deportistas. Tanto es así, que es visita obligada para la mayoría de los púgiles de la ciudad antes de los combates. “Por ejemplo, mañana viene Federico Beaka, que pelea en Bangkok la semana próxima y quiere hacerse un diseño y color en el pelo. Es como un ritual”, señala orgulloso Kevin.
Así que Tito da suerte, pero no solo tiene que ver con la estética o con que hagan bien su labor, sino con el ambiente, con la charla, con hacer y ser del barrio, independientemente del origen pero, sobre todo, con sentirse y que te sientan de él.
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