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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Beatriz, el tiempo y su obra

La editora volcó su personalidad en la confección de un extraordinario catálogo de cerca de 3.000 libros, con los que supo captar el aire de su tiempo y de todos los tiempos

Francesc de Carreras
Beatriz de Moura, fundadora de Tusquets.
Beatriz de Moura, fundadora de Tusquets.Albert Garcia (EL PAÍS)

En 1967 se presentó en Barcelona el libro de Mario Vargas Llosa Los cachorros, editado por Lumen en su colección Palabra e imagen. Coincidió con el día en que la policía impedía la celebración de un acto universitario en homenaje al venerable Jordi Rubió i Balaguer, bibliotecario y filólogo que acababa de cumplir 80 años, nieto del poeta y catedrático de Literatura Rubió i Ors, e hijo, a su vez, de Antoni Rubió i Lluch, catedrático de Historia, amigo y compañero de estudios de Menéndez y Pelayo. Los Rubió: una reconocida saga de eruditos y académicos.

Cosas de aquellos años finales del franquismo, el homenaje al doctor Rubió fue considerado por el gobernador de turno un acto subversivo. En realidad lo era: cuando la cultura se expresa en libertad, dentro de un marco político que no la tolera, cualquier cosa la subvierte. Pues bien, quienes intervinieron en aquel acto fueron llamados a declarar ante la policía. Entre ellos, el editor Carlos Barral, que, además de ser persona de gran cultura, poeta y escritor, se convertía con solo dos copas de más en un histrión de mucho cuidado.

Aquella misma noche se hacía una informal cena de amigos para celebrar la publicación de Los cachorros, en casa de Beatriz de Moura y Óscar Tusquets, en la avenida que entonces se llamaba del Hospital Militar, al norte de Gràcia y cerca del Carmel. Yo trabajaba en la revista Destino, me encargaron entrevistar a Vargas Llosa, llamé a Beatriz y me dijo “vente a cenar a casa, allí podrás charlar tranquilamente con él”. Beatriz era entonces, con diferencia, la mujer más guapa, inteligente, divertida y simpática del mundo cultural barcelonés. Trabajaba en Lumen, dirigida por su cuñada Esther Tusquets, escasamente dotada para la simpatía.

La cena, un bien surtido picoteo, fue memorable. A Carlos Barral, uno de los invitados, le esperaba la policía en la portería de su casa para detenerle y su mujer le llamaba con insistencia para que acudiera, a lo que él se negaba mientras tragaba un whisky tras otro. Escuchábamos sus conversaciones en medio de constantes carcajadas de todos, frases cultas e ingeniosas, “egos revueltos”, que diría Juan Cruz, con Beatriz de encantadora anfitriona, Gabriel Ferrater en su estado etílico habitual extendiendo con soltura sus largos brazos hacia toda mujer que se pusiera a su alcance y un Vargas Llosa contento pero algo desconcertado ante el espectáculo. Yo era un mero observador, un jovencito marginal al grupo, alucinado y divertido por lo que estaba contemplando y muy preocupado por mi entrevista. Al final pude hacer un breve aparte con el futuro premio Nobel, que me atendió con su acostumbrada buena educación ya casi de madrugada.

Dos años después, Beatriz y Óscar abandonaron Lumen y fundaron Tusquets Editores, de la que se han cumplido estos días 50 años. Allí pudo desplegar Beatriz toda la energía, vitalidad, cultura e imaginación que llevaba dentro. Con un poco de suerte en sus inicios —la suerte es muy importante pero solo la obtiene quien la busca— y la inapreciable ayuda en la faceta empresarial de Toni López Lamadrid, su nuevo marido, Beatriz de Moura volcó su personalidad en la confección de un extraordinario catálogo de cerca de 3.000 libros, con los que supo captar el aire de su tiempo y de todos los tiempos, respetar la tradición de los Rubió y recoger el espíritu burlón de aquella cena. Mediante unas ediciones cuidadas, de diseño exquisito y unos fieles autores adictos a una editora tan rigurosa como simpática y divertida, rápidamente asentó el prestigio de su editorial.

Debemos estar siempre muy agradecidos, infinitamente agradecidos, a los artistas y escritores, que tan buenos ratos nos han hecho pasar, tanto han contribuido a llenarnos la vida, a construir nuestra propia identidad, a impedir que nos aburriéramos. Pero este agradecimiento debe extenderse también a los editores, agentes literarios, marchantes de arte, representantes musicales, comisarios de exposiciones: también son creadores en la medida que sin ellos nunca nos llegaría el arte de los creadores primigenios.

Confeccionar un catálogo editorial con imaginación y personalidad no es tarea fácil. Beatriz de Moura, aquella joven divertida, brillante, simpática, curiosa, inteligente y guapa, nunca perdió estos dones naturales, pero les añadió tesón, voluntad, trabajo y, sobre todo, pasión por los libros. Tusquets Editores es su contribución, desde una cierta Barcelona, a la cultura, que siempre es universal.

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