La candidatura olímpica Pirineus-Barcelona contempla sedes en Francia, Austria y Bosnia

La candidatura catalana para albergar los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030 mira más allá de los Pirineos. La organización necesita deslocalizar la competición para albergar algunas disciplinas sin infraestructuras ni tradición deportiva en el territorio, como los saltos, el bobsleigh, el skeleton y el luge. El Govern contempla de momento La Plagne (Francia), Innsbruck (Austria) y Sarajevo (Bosnia) para las pruebas en el tubo de hielo, mientras que el trampolín de Courchevel (Francia) es una opción para los saltos. La nueva normativa olímpica del COI avala distribuir las sedes más allá de un solo país.

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Una de las primeras tareas del equipo técnico que ultima el dossier de candidatura de Pirineus-Barcelona fue comprobar la capacidad estructural y logística del territorio catalán para albergar unos Juegos. Saber qué hay y qué falta. Y la gran necesidad es encontrar un espacio para celebrar las competiciones de saltos, bobsleigh, skeleton y luge. Las tres últimas necesitan un tubo de hielo por el que deslizarse a toda velocidad, pero la pista operativa más próxima a los Pirineos es precisamente la de La Plagne, en los Alpes franceses, situada a 700 kilómetros de Cataluña. Este circuito ya fue sede olímpica en los Juegos de Albertville, en 1992, y formaba parte de la candidatura de Annecy para 2018. Pirineus-Barcelona también contempla Innsbruck, en los Alpes austríacos.

El caso de Sarajevo es distinto. Las instalaciones bosnias, consideradas en su día como una de las más rápidas del mundo, están obsoletas desde la Guerra de Bosnia, en los años 90. La pista dividió los dos frentes de guerra durante parte del conflicto y las autoridades no la repararon tras el fin de éste. Actualmente lo utilizan practicantes de luge sobre ruedas o ciclistas de descenso en verano, pero las federaciones bosnias aspiran a su rehabilitación para su uso original. Por el estado actual de las infraestructuras y la lejanía, el interés de la candidatura catalana en las pistas de Sarajevo parece responder a una voluntad global de construir sinergias entre ambos territorios a distintos niveles, más que a una decisión puramente deportiva. El pasado mes de marzo el consejero de Acción Exterior, Alfred Bosch, visitó precisamente la ciudad para fomentar la cooperación en diferentes áreas, también la deportiva, pero sin concretar cómo.

El secretario general de Deportes de la Generalitat, Gerard Figueras, confirmó la semana pasada que la organización también contaba con la posibilidad de trasladar algunas disciplinas a Francia, Andorra y Aragón para fortalecer la idea de una candidatura pirenaica y transnacional. La capacidad hotelera del Principado también es un valor añadido. La organización, sin embargo, considera que las posibilidades técnicas de las estaciones de La Masella, La Molina y Baqueira-Beret podrían ser suficientes para cubrir las necesidades de esquí alpino y snowboard. La organización aún tiene que decidir si finalmente reparte las pruebas en las tres estaciones catalanas, o si las concentra en dos o, incluso, en una de ellas.

Las pruebas de esquí nórdico también podrán ubicarse en las estaciones catalanas, mientras que las disciplinas de hielo se trasladarán a Barcelona. La ciudad tiene pendiente acelerar la construcción de como mínimo un palacio de hielo, pero el proyecto no ha avanzado en los últimos meses.

Pacto de Barcelona

Uno de los retos de la candidatura pasaba por mantener sus aspiraciones tras las elecciones municipales de Barcelona. Por ello, todos los partidos acordaron apartar el proyecto olímpico de la agenda política. “No podíamos utilizarlo como arma electoral”, explica una candidata a dirigir el Institut Barcelona Esports (IBE). Y así fue. Solamente Manuel Valls planteó la opción de postularse a unos Juegos de verano, en 2032, aunque su proyecto no generó ni consenso ni entusiasmo. Desde la Generalitat se confía en mantener la buena sintonía con el Consistorio, a la espera de confirmarse la entrada del PSC en el IBE, actualmente dirigido por Marta Carranza, de BComú.