Unos Juegos de Invierno descentralizados
El Ayuntamiento de Barcelona, vigía del proyecto, trabaja con la Generalitat y el Estado para lograr el evento en 2030
Dos meses después de que Jordi Hereu anunciara que quería albergar los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 en Barcelona, la ciudad vivió en marzo de 2010 su mayor nevada en décadas y entró en colapso. ¿Cómo era posible que una ciudad mediterránea y vinculada al buen tiempo pretendiera organizar los Juegos invernales? La iniciativa del entonces alcalde socialista sonó a extravagancia en aquel lejano 2010. Más de ocho años después, la idea ya no parece descabellada sino posible. El Comité Olímpico Internacional (COI) avaló el pasado lunes el proyecto Pirineus-Barcelona para los Juegos de 2030 y todas las administraciones parecen remar actualmente en la misma dirección.
La idea de Hereu no contaba con una realidad actual. El COI constató que las ciudades huían de los Juegos y repensó el espíritu olímpico. “Se han acabado los grandes fastos y las infraestructuras faraónicas que después quedan en desuso tras el evento”, analiza Marta Carranza, comisionada de deportes de Barcelona. El comité internacional rebajó sus exigencias y ahora se adapta a la realidad de las ciudades interesadas. Si en el Pirineo no existe pista de bobsleigh ni Cataluña tiene tradición, simplemente no habrá instalación de bobsleigh en los Barcelona 2030. “Es que ahora el COI no aceptaría una candidatura con construcciones que no repercutiera en la ciudadanía”, explica Gerard Figueras, presidente de la Secretaria General de l'Esport (SGC). El Comité aceptaría descentralizar algunas pruebas y llevarlas al extranjero, en sedes ya adaptadas, por lo que no sería impensable que alguna subsede estuviera en Suiza, Italia o Austria.
El cambio de modelo organizativo animó al Ayuntamiento a modificar su postura inicial. “Los Juegos no son un objetivo”, aseguró Gerardo Pisarello un mes después de llegar a la alcaldía de Barcelona en 2015. El nuevo paradigma del COI y la insistencia de los municipios de los Pirineos convenció a Barcelona en Comú para participar en el proyecto, ahora liderado por la Generalitat. Los posibles Juegos de Invierno de 2030 serían los de Pirineos-Barcelona, y no al revés, como proponían Hereu y su sucesor, Xavier Trias. La propia denominación refuerza la sospecha de que se espera con más anhelo en la montaña que en la ciudad. “Barcelona entiende estos Juegos como un proyecto de solidaridad con el resto del territorio”, resume Carranza.
La idea municipal se explica por el desarrollo de algunas infraestructuras de la Generalitat que en algún caso ya están aprobadas, pero que parecen necesitar un acelerón definitivo como el de unos Juegos. Figueras detalla la idea de las administraciones: “En cuanto a las carreteras, en la C-16, se pretende desdoblar el tramo entre Cercs y Bagà y desarrollar el Eje Llobregat”. La línea ferroviaria entre Barcelona y Puigcerdà también tendría sus adaptaciones. “La intención es desdoblar la línea hasta Vic, y aumentar la frecuencia con un intercambiador hasta Puigcerdà”, añade el presidente de la SGC. Barcelona, donde se celebrarían los deportes de hielo, contaría como mínimo con un nuevo palacio de hielo.
Barcelona, vigía y motor
El legado de los Juegos es uno de los elementos clave que el Ayuntamiento de Barcelona valora para dar continuidad al proyecto. “Deben quedar unas equipaciones útiles; los Juegos deben ser sostenibles a nivel ecológicos y económicos y fomentar la vivienda social”, argumenta Carranza.
Conscientes de la importancia de la capital catalana en el proyecto de cara al COI, el rol de Barcelona en Comú se presume también de vigía para que la operación no se desmarque de las “lineas de sostenibilidad” originales. Administraciones y organizadores son conscientes de que un bloqueo por parte de la ciudad dinamitaría toda opción olímpica. “De momento el trabajo común es muy positivo”, aseguran desde ambos lados de Plaza Sant Jaume. La implicación del COE por parte del Estado amplía el abanico de colores políticos implicados. “Pero el deporte muestra que puede haber un consenso institucional y tener un papel conciliador en estas épocas”, reflexiona Carranza.
Para protegerse de la presión turística, Barcelona también cuenta con el área metropolitana para diversificar las pruebas: el COI visitó en septiembre el Olímpic de Badalona, la pista de atletismo de Sabadell y la Fira 2, situada en L'Hospitalet. Con las instituciones convencidas, falta el apoyo popular. “La ilusión es una de las asignaturas pendientes”, acepta Carranza. Desde el Ayuntamiento se busca la fórmula para conocer el nivel de aceptación de la población de unos Juegos de Invierno en el Mediterráneo.
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