Diálogo musical
"Más vale un sonido en armonía por medio de las calles que un grito sordo de incomunicación y desprecio", afirma el autor
¿Qué es la música sino un lenguaje? Emocional y sujeto al alfabeto de los pentagramas, pero lenguaje ni más ni menos. ¿Qué es la música en grupo, pues, sino un diálogo? Un saberse escuchar para que tus propias notas resalten, una concentración de oído atento a lo que los colegas tienen que aportar. Una bella conversación dirigida a nuestras entrañas. ¿Es Madrid una ciudad propicia para los artistas ambulantes? No más que otras ni menos que muchas.
Los que ha retratado Raúl Cancio en una esquina de la plaza de Isabel II con la calle Arenal, en Ópera, para que nos entendamos, parecen satisfechos en mitad de su receso. A gusto y confiados, cuando apenas vigilan el instrumento que alguno de ellos, ausente, ha depositado en el suelo. El contrabajo duerme una pausa en espera de su dueño mientras los otros miembros del grupo platican sin dar mayor descanso al piano y al chelo. Parecen más entregados al rigor que a la improvisación. Tienen abiertas delante sus partituras, rodeados de bártulos y algo abrigados en prevención del frío. Tocar en la calle es enfrentarse a los elementos. Helarse y sudar. Pero llevan encima una ventaja como resguardo: su maestría musical, esa arma, esa sabiduría que les ayudará a combatir el hambre cuando vengan mal dadas. Cuando les encuentren al paso, prémieselo con algo suelto. Más vale un sonido en armonía por medio de las calles que un grito sordo de incomunicación y desprecio.
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