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El arzobispo de Santiago pide a los curas “denunciar radicalmente la lacra” de los abusos sexuales

Julián Barrio advierte a los sacerdotes de la archidiócesis de que estos casos causan "tristeza y dolor" y generan "perdida de confianza" en el clero

Julián Barrio, en el centro, durante la liturgia de la misa crismal en San Martiño Pinario.
Julián Barrio, en el centro, durante la liturgia de la misa crismal en San Martiño Pinario.

“¡Qué tristeza y dolor están causando los abusos sexuales en la Iglesia, que tanta pérdida de confianza han generado!", ha clamado esta mañana el arzobispo de Santiago, jefe de la Iglesia gallega, ante las decenas de curas de la archidiócesis congregados para la misa crismal. En la iglesia de San Martiño Pinario, escenario de las grandes celebraciones ahora que la catedral compostelana está sumida en obras, Julián Barrio ha hablado con más claridad que nunca, a sus propios sacerdotes, sobre el escándalo que reiteradamente sale a flote en el seno del catolicismo: Los abusos sexuales "son un pecado ante Dios que hiere profundamente a la persona y contamina la vida eclesial", ha defendido en su homilía.

Y luego ha animado a los religiosos a "denunciar" los hechos que conozcan. Durante esta ceremonia compartida con los demás sacerdotes en la que se consagran el crisma y los óleos que luego se utilizan para ungir a los curas en sus ordenaciones, a los bautizados o a los enfermos, Barrio ha alertado desde el púlpito de que los abusos sexuales "son una manifestación del mal". "Hemos de acrecentar nuestra purificación espiritual, denunciar radicalmente esta lacra, y a la vez anunciar el evangelio de la alegría”, ha zanjado en un acto en el que también estaba el obispo auxiliar, Jesús Fernández.

El pasado noviembre el exdeán de la catedral de Santiago, José María Díaz, retirado en su localidad natal de Mondoñedo tras la investigación judicial por el robo del Códice, fue apartado cautelarmente por la Iglesia tras ser denunciado a finales de agosto por tocamientos. En una carta enviada al obispo de la diócesis de Mondoñedo-Ferrol, Luis Ángel de las Heras, un joven describía cómo dos años antes, cuando él tenía 17 y Díaz 86, el religioso le había "tocado el trasero". El muchacho advertía de que su caso no era el único. El obispado aseguraba a El País el año pasado que no había recibido más denuncias pero abrió una investigación interna el 3 de septiembre por este "episodio de acoso".

Sin embargo, la Iglesia no se personó en el juicio al fraile franciscano de O Cebreiro que a principios de febrero se sentó en el banquillo de la Audiencia de Lugo por presuntos abusos sexuales a una menor y su primo discapacitado psíquico. Han pasado ya más de dos meses y sigue sin conocerse la sentencia sobre este caso por el que el religioso llegó a cumplir prisión preventiva y por el que la fiscal ha pedido una pena de 17 años.

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