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Una ópera en un garaje del sur de Madrid

Vecinos de Villaverde organizan un espectáculo bajo tierra para que la cultura ‘underground’ no sea fagocitada por el capitalismo

Artistas del espectáculo de Chico-Trópico durante su intervención en el Centro Cultural Santa Petronila.
Artistas del espectáculo de Chico-Trópico durante su intervención en el Centro Cultural Santa Petronila. VICTOR SAINZ

Este sábado descubrimos que había un parking en Villaverde que escondía un secreto. En él habitaba un grupo de personas que, por una serie de misteriosas circunstancias, había tenido que buscar refugio bajo tierra. Llevaban ahí algún tiempo, aunque nadie sabía exactamente cuánto, y entre todos habían formado algo parecido a un pueblo, con su propia cultura subterránea. Este es el planteamiento del que partía SÚPER. La Opereta del Barrio, un espectáculo dentro de la programación CiudaDistrito creado por el colectivo Chico Trópico junto a los vecinos y vecinas del distrito de Villaverde, que tuvo lugar ayer en dos pases (a las 12.00 y a las 18.30) en el garaje del Centro Sociocultural Santa Petronila.

Esta opereta no sólo era peculiar por desarrollarse en un parking, sino también por su temática. En ella se hablaba de la supervivencia a través de las historias personales de los protagonistas, contadas por ellos mismos. Y es que la troupe de improvisados artistas que conformaban este espectáculo, era de lo más heterogénea: en este grupo de diez personas, había cuatro nacionalidades diferentes y un rango de edades entre los 9 y los 70 años. La música experimental, el ingenio para crear instrumentos con lo que tenían a mano y el humor eran los otros tres ingredientes de la receta.

Chico Trópico, el proyecto formado por Sara Brito y Pedro Buschi, lleva desde 2016 trabajando con la Junta Municipal del Distrito de Villaverde. Durante su segundo año en el barrio, pusieron en marcha La C.O.S.A., un estudio de grabación ambulante en el interior de una caravana, que se paseó por diferentes zonas del distrito, grabando los sonidos de sus vecinos. Precisamente, fue a raíz de La C.O.S.A. que dieron con buena parte del reparto que ha hecho posible la opereta subterránea. En esas grabaciones fue como conocieron, por ejemplo, a José, un adolescente gitano de Villaverde Alto con un talento innato para la percusión, o a Eliseo, un niño de origen nigeriano que vive en San Cristóbal y que toca la batería como nadie. También a Werty, un rapero de Villaverde, cuya madre, Maribel, se ha sumado al elenco de la opereta y que tiene una curiosa conexión con el proyecto, puesto que trabajó durante diez años en un parking. “Cuando trabajas en un sitio, te obsesionas con las cosas que tienen que ver con él. Una noche soñé que en la superficie había una hecatombe y yo tenía que ir a buscar a toda mi gente para llevarles a la planta -3 del parking. Para mí, esa planta siempre había sido la más segura, al ser la más profunda y la menos vigilada”. El número de Maribel en la opereta era uno de los más autobiográficos, aunque en mayor o menor medida, todos los eran.

En este espectáculo no había ningún guion cerrado, puesto que eran los protagonistas los que mejor podían narrar sus propias historias. “No queríamos que fuera un teatro aprendido, sino vivencial”, explicaban desde Chico Trópico. Entre los números más impactantes, estaba el protagonizado por dos de las míticas Lideresas de Villaverde, Carmen León y Carmen Martín, o como ellas se autodenominan cuando van juntas, “las Carmenes”. “Nosotras aparecemos sentadas en una mesa camilla, como siempre han hecho las vecinas, pero en lugar de hacer punto, estamos charlando y creando música con sintetizadores”. La idea de Chico Trópico para este número era subvertir el concepto de lo que se supone que dos señoras mayores tienen que hacer, “porque ellas, como los personajes que interpretan en la opereta, son señoras hiperactivas, feministas, peleonas y creativas”. De hecho, lo de hacer teatro no les pillaba de nuevas, puesto que las Lideresas tienen su propio programa de radio donde, entre otras cosas, cantan y actúan. “Nos gusta decir que envejecemos con locura”, afirman orgullosas.

Darle forma a este peculiar espectáculo, no ha sido tarea fácil. Desde el mes de octubre, Chico Trópico ha organizado talleres en los que los participantes han podido probar diferentes instrumentos, aprender sobre performance y, sobre todo, conocerse entre ellos. Fue en estos talleres donde los vecinos empezaron a hablar de los temas que les interesaban y donde se dieron cuenta de que la supervivencia era un asunto transversal, que atravesaba las vidas de muchos de ellos. Lo de utilizar un parking subterráneo como escenario, surgió más bien por casualidad. “Llegábamos siempre al garaje con nuestra furgoneta llena de instrumentos y pasábamos tanto tiempo aquí que nos acabamos dando cuenta de que era en el garaje donde teníamos que montar la actuación”, contaban los integrantes de Chico Trópico. Hacer algo bajo tierra también les permitía jugar con la idea de lo subterráneo. “¿Cuál es la cultura subterránea hoy, en unos tiempos en los que lo underground está fagocitado por el capitalismo? Estamos en un barrio donde la cultura underground puede ser perfectamente la cultura que hemos generado entre nosotros, una cultura relacional y de cuidados en los cimientos de un centro cultural”.

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