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3.323 manifestaciones en un solo año

La región acogió una media de casi 10 protestas al día durante 2018 y se prevé un aumento para este año

F. Javier Barroso
Manifestación de taxistas en la Gran Vía el pasado 21 de enero.
Manifestación de taxistas en la Gran Vía el pasado 21 de enero.ÁLVARO GARCÍA

Si una imagen dio la vuelta al mundo y se convirtió en viral en las redes sociales durante el año pasado, fue sin duda la manifestación de miles y miles de mujeres con motivo del 8 de marzo. Esa multitudinaria protesta logró ser la punta de lanza de las 3.323 protestas que registró la región durante 2018, cuando se ha vivido un ligero repunte respecto al año anterior. La gráfica de las concentraciones en los últimos 11 años tiene forma de diente de sierra, con un máximo durante el movimiento 15-M, y con un ligero decremento cuando este colectivo formó un partido político y accedió a las instituciones.

Las manifestaciones han subido en el último ejercicio, al pasar de 3.189 en 2017 a las 3.323 durante el año pasado. Según fuentes de la Delegación del Gobierno en Madrid, el número de participantes en esas concentraciones ha bajado en el segundo semestre. Si los organizadores informaban de que iba a haber un millar de asistentes, muchas veces no se ha pasado de tres o cuatro centenares. Y eso en el mejor de los casos, según estas fuentes.

Para celebrar una manifestación de forma legal es necesario comunicar con un mínimo de 10 días de antelación quién la organiza, el horario, el recorrido previsto, el objetivo, el número aproximado de personas y el dispositivo de seguridad. En caso de urgencia, este plazo puede acortarse a 24 horas. No se trata de que la Delegación de Gobierno autorice la marcha, como popularmente se cree. Al revés. Ese conocimiento previo motiva que se envíe a la policía para garantizar el derecho a manifestarse de manera segura.

La legislación actual solo recoge que sean denegadas cuando pueda verse alterado el orden público o corran riesgos las personas o los bienes. Durante el ejercicio anterior se dejaron sin celebrar 625 protestas y se prohibieron otras 141 por incumplir los requisitos previstos o por ir en contra del ordenamiento legal.

La gráfica desde 2008 muestra que los madrileños han salido más a la calle para mostrar sus protestas. Para la profesora del departamento de Sociología III (Tendencias Sociales) de la UNED y especialistas en manifestaciones, Verónica Díaz Moreno, el punto de inflexión fue el 15-M, que irrumpe en la Puerta del Sol. “Ese año se recoge poco porque comienza en mayo. Desde ahí, subió hasta 2013 que es el momento en más se resienten los recortes de todo tipo”, explica la profesora de la UNED, que recuerda que ese año es cuando surgen las mareas y se da una mayor participación democrática.

Fin del 15-M

La caída que se produce entre 2014 y 2016 obedece, según la profesora, a que la gente piensa que se está saliendo de la crisis económica y que gran parte del movimiento del 15-M ya ha entrado en las instituciones. “Que la gente salga a la calle es un buen síntoma. La población defiende sus intereses porque algo no está funcionando y quiere que los políticos se lo solucionen”, recuerda Díaz Moreno.

La profesora recuerda cómo estos movimientos sociales han logrado sus objetivos. La marea verde evitó que se produjeran recortes en educación. La marea blanca frenó la privatización de hospitales públicos, como el de Móstoles. Los colectivos contra las hipotecas obligaron a que se pararan los desahucios. Las mujeres evitaron que se aprobara la ley del aborto, que penalizaba de nuevo esta práctica. “No es casual que los mayores salgan ahora a la calle y se manifiesten para mantener sus pensiones. Ahora se le tiene en cuenta y se evita que haya cambios”, añade la docente de la UNED.

La manifestación más numerosa en 2018 se produjo el 8 de marzo, día de la mujer. “Había mucha reivindicación social, como acabar con las brechas salariales, profesional y las diferencias entre el hombre y la mujer”, explica la profesora. A ello también se unió un panorama muy inestable, como el PP arrinconado por los escándalos políticos en los tribunales. “Esa movilización femenina hace que aumente en todos los demás aspectos de la vida social”, asegura Díaz Moreno.

Lo que sí ha cambiado es la forma de manifestarse en estos años. Si antes consistían en hacer un recorrido detrás de una pancarta y soltar varias soflamas. Ahora se busca montar algo llamativo, y no solo reivindicativo, para poder en los medios de comunicación y tener así más visibilidad. “Se buscan eslóganes muy llamativos, que haya fiesta o batucada. En algunos casos como el Pacma [partido en defensa de los animales] se desnudan para captar la atención”, describe Verónica Díaz. “Un hecho destacado es que todas estas protestas son muy heterogéneas”, añade.

¿Cuál será la evolución de las manifestaciones en Madrid en 2019? Todo va a depender de los resultados de las elecciones generales y municipales. “Si gana la derecha, habrá más movilizaciones. Ya se ha visto en Andalucía con la llegada de Vox, que la gente ha salido a la calle para reivindicar sus derechos. Si eso ocurre a nivel nacional, habrá muchas más manifestaciones”, aventura la profesora de la UNED.

Tradicionalmente, las personas de izquierda o más progresistas son las que más se han manifestado. Según Díaz Moreno, eso se debe a que son los que más tienen que perder, en especial en sus derechos. En temas tan delicados como la educación, la sanidad y los derechos fundamentales. “Si en las elecciones gana un bloque de izquierdas, se podrán manifestaciones puntuales como la de Colón, pero no tan continuas como en la otra opción”, concluye la docente de la UNED.

El error de los taxistas al tomar la calle

El salir a la calle y reivindicar algún derecho suele tener una repercusión importante. Los medios de comunicación suelen hacerse eco de las protestas más destacadas y los políticos meten esos temas en sus agendas, sobre todo si tienen un carácter negativo. Así lo mantiene la profesora del departamento de Sociología III (Tendencias Sociales) de la UNED, Verónica Díaz Moreno, que cita como excepción reciente la huelga de 16 días protagonizada por los taxistas iniciada el pasado 21 de enero.

“Se pasaron de frenada. Gran parte de la población se les echó encima porque se deterioró la imagen de Madrid en una feria tan importante como Fitur”, señala Díaz Moreno. “No midieron cuáles iban a ser las consecuencias y se enfrentaron con un presidente regional como Ángel Garrido que no tenía nada que perder porque no iba a repetir como candidato”, afirma la profesora de la UNED. A ello también se unió que Garrido no quería una solución similar a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. “Buscaba hacer lo contrario que en Cataluña”, resume Díaz Moreno.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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