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Vilafranca se queda sin concejales del PP

Los dos concejales dimiten por “las formas” de Pablo Casado y por la falta de atención del PP de Castellón a sus reivindicaciones

Los dos concejales del PP dimitidos, a la izquierda, en una reunión municipal.
Los dos concejales del PP dimitidos, a la izquierda, en una reunión municipal.

Se llaman Vicente Marín y Alfonso Prades. Hasta el lunes eran los dos únicos concejales del Partido Popular en Vilafranca del Cid, una localidad del interior de Castellón de poco más de 2.200 habitantes gobernada desde 1987 –con la excepción de un mandato independiente- por ejecutivos socialistas. En el pleno ordinario celebrado este mismo lunes presentaron su dimisión por discrepancias con su propio partido. Rencillas que se dirigen tanto a la dirección provincial, a la que acusan de no “hacernos ni caso”, como a la nacional, a la que “le falta chispa”. De su líder, Pablo Casado, aseguran no compartir “sus formas, sus posturas, estar criticando siempre sin hacer nada”. “Hay gente que no te entra bien por los ojos… y todo ha sido un cúmulo de cosas”, explica en una conversación con EL PAÍS Vicente Marín, en alusión al presidente nacional de los populares y a los motivos de poner fin a su etapa política a tres meses de las municipales.

La renuncia de ambos deja desarmado al partido a nivel local. Marín duda que corra la lista. En el número tres aguarda Gema Fabregat y Soledad Andrés, la presidenta del PP local, es la cuarta. “No sabemos lo que harán”, dice. Ve complicado que pueda formarse equipo para las municipales, “no sólo en Vilafranca, sino en el resto de la comarca, porque localidades como Morella o Todolella están igual...”.

El caso de Vilafranca evidencia que pertenecer a las mismas siglas no siempre logra salvar las diferencias que existen entre quienes ejercen la política en el ámbito rural y quienes “se ponen a dirigir desde la cúspide”. Reivindican que la política nacional importe la cercanía y “el saber escuchar” que se aplica en la política de pueblo. La misma “cercanía y atención” hacia los problemas que azotan al entorno rural –con la despoblación, la falta de oportunidades laborales y la adversa climatología a la cabeza- reclaman a los dirigentes del PP provincial, que ha mostrado su agradecimiento a la labor de los dos ediles. Estos aseguran que han informado de su dimisión al partido, pero dicen no haber recibido ninguna llamada desde el pleno del pasado lunes.

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Vicente Marín está a punto de cumplir 56 años y es padre de tres hijos. Uno de 21 y mellizos de 14. Conduce un bus escolar, que traslada a los niños de la vecina localidad de Ares hasta Benassal. Regenta además desde hace 33 años un pub “y tengo un taxi desde hace 20”, explica. Se metió en política hace casi ochos años. “Ves que tu pueblo se va apagando y que hay que hacer algo”, dice.

Alfonso Prades, el otro concejal que ha dimitido, es un abogado ya jubilado. Aunque nacido en Vilafranca, vive en Barcelona. “Venía directamente a los plenos. Siempre dice que debía de ser el único que pierde dinero en la política”, añade Marín. 70 euros es la asignación que los ediles de la Corporación municipal de Vilafranca reciben por asistencia a los plenos.

El enfado principal de ambos es con el PP provincial y va ligado, inciden, a su manera de hacer política con el interior de la provincia. “Ha habido falta de seriedad por parte del partido”, afirma Prades. La chispa estalló hace cinco años con los recortes en el servicio del SAMU. Ha seguido con los “plantones” que, dicen, les han dado los dirigentes populares cuando han pedido reuniones para tratar problemas de la comarca: “Parece que seas forastero cuando pides hablar con ellos. No conocemos aún al presidente provincial, Miguel Barrachina”, indican. Y ha estallado con la gestión del servicio de taxi rural con fines médicos que prestan varias localidades de la comarca.

Marín recuerda el recorte horario del servicio de SAMU como “una tomadura de pelo”. Fue tras un encuentro con el presidente de la Diputación, el popular Javier Moliner, y el entonces conseller de Sanidad, Manuel Llombart, para intentar mantenerlo sin afecciones. “Nos enteramos al día siguiente por la prensa que se reducía en dos horas. Es como hablar con la pared. Tendríamos que haber dimitido entonces, pero nos pareció prematuro y quisimos dar margen. Es nuestro pueblo y quisimos pelear”.

En el anterior mandato el PP sacó cuatro concejales. En el actual la cifra mermó a la mitad. “Lo del SAMU nos pasó factura”, reconoce.

Tampoco comparten que el representante de Comarques del Nord por parte del PP sea el alcalde de Peñíscola y diputado provincial de Turismo Andrés Martínez. “¿Qué hace un hombre que vive en La Plana, donde lo tienen todo, peleando por los problemas que tenemos aquí? Necesitamos a alguien más cercano”.

El vaso se fue llenando. Y rebosó con la llegada de Pablo Casado a la secretaría general del PP nacional, relatan los concejales. “Ni yo ni mi compañero compartimos sus formas, sus posturas… hay gente que no te entra bien por los ojos… En lugar de hacer cosas siempre critica, sin escuchar ni buscar soluciones. A nivel de pueblo eso no nos gusta”.

Arremeten también contra el resto de la cúpula del PP nacional. “Si quieren cambiar las cosas, hay que cambiar las caras y poner a gente con ganas de trabajar. Siguen estando las caras de toda la vida. Le falta chispa”.

Reivindican la política de pueblo e instan a Madrid a importar el modelo. “La política nacional ha de ser más cercana, estar más con la gente. No vale ponerte en la cúspide y tratar de dirigir desde allí”.

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