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Lazos para ‘enamorados’ en Chueca

La iglesia de San Antón, donde reposan las reliquias de San Valentín, anima a colocar una cinta para “renovar el amor”

El padre Ángel, con una cinta amarilla, ante las reliquias de San Valentín en el altar mayor de la iglesia de San Antón.
El padre Ángel, con una cinta amarilla, ante las reliquias de San Valentín en el altar mayor de la iglesia de San Antón.F. S.

Aporofobia: miedo a las personas pobres. Un enorme cartel con esa leyenda preside la entrada de la iglesia de San Antón, a caballo entre los barrios de Chueca y Malasaña. La palabra del año en 2017 para la Fundación del Español Urgente llama la atención de la mexicana María Luisa Velázquez, que ha decidido interrumpir la búsqueda de un regalo para su novia. Ha entrado sigilosa en el templo, repleto de sin techos que descansan en sillones, y se ha dirigido al altar mayor, donde estos días se exponen las reliquias de San Valentín, patrón de los enamorados.

María Luisa no es católica, pero le ha sorprendido conocer que los restos del santo están depositados en esta iglesia, abierta 24 horas al día desde que la rige Mensajeros de la Paz, una organización fundada en 1962 por el padre Ángel para ayudar a personas desfavorecidas. Pocos conocen el secreto que alberga estas paredes, repletas de mensajes solidarios y fotos de personas que han dedicado su vida a los demás. Para la joven mexicana la noticia supone una señal. “No tengo más remedio que participar en el ritual”, afirma sonriente mientras coloca un lazo amarillo en la verja de una de las capillas laterales, donde se ubican las reliquias de San Valentín durante todo el año.

Están ahí desde 1990, cuando el párroco Francisco Martínez Villar, recientemente fallecido, encontró los huesos en el sótano del templo. Sin embargo, una portavoz del Arzobispado de Madrid reconoce que no existen documentos al respecto. El padre Valentín revela la historia del santo y cómo llegaron sus restos a la iglesia en la que ayuda desde que se jubiló hace cinco meses. “San Valentín era un médico que se convirtió al catolicismo. Casaba a los jóvenes soldados, pese a la prohibición del emperador, que lo ordenó decapitar. Los restos se encontraron en el siglo XVIII en las catacumbas de Roma y el Papa se los regaló a Carlos IV, que los donó a los escolapios”.

“Las reliquias están en la misma urna de vidrio en la que se encontraron en la cripta”, explica el padre Ángel, al frente de la parroquia desde 2016. Desde entonces, cada 14 de febrero, trasladan los restos al altar mayor para venerar la importancia del amor. No solo entre parejas, también el que se profesa a la familia, a los amigos y a los animales (San Antón es su patrón). El lugar de la urna, de estilo rococó, lo ocupa estos días una réplica de una Copa de Europa, pero durante la primera semana de febrero lo hizo el trofeo original, cedido por el Real Madrid. Era un compromiso de su presidente, Florentino Pérez, que visitó el santuario el 31 de enero y rebeló que aquí recibió su primera comunión, mientras estudiaba en los escolapios. La escuela se ubicaba en las dependencias anexas, que hoy pertenecen al Colegio de Arquitectos de Madrid.

En su primer San Valentín al frente del templo, el padre Ángel ya ingenió una fórmula para “renovar el amor, porque todos los días hay que decir te quiero a la persona que amas”. La acción, gratuita y disponible cualquier día del año, consiste en escribir el nombre de los seres queridos en un lazo de color amarillo que facilitan en el templo. Después se coloca en la verja. Para este 14 de febrero hay miles de ellos preparados. Mamen y su marido se han animado a hacerlo. “He pedido algunas cosas al santo”, dice la mujer, que no termina de creerse que los restos del mártir estén ante sus ojos. Realmente solo son parte de ellos: la calavera, dos fémures y varios huesos más. Según la tradición, también existen reliquias en Terni (Italia) y en otras ciudades españolas, como Calatayud (Zaragoza) y Toro (Zamora).

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