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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Grandísima Butterfly

El Liceo vibra con el debút de la soprano Lianna Haroutounian y la apasionada dirección de Giampaolo Bisanti

Cio-Cio-San en uno de los momentos finales de la ópera 'Madama Butterfly'.
Cio-Cio-San en uno de los momentos finales de la ópera 'Madama Butterfly'.ANTONI BOFILL

El Liceo ofrece, por tercera vez, el montaje de Madama Butterflyque estrenó en 2006, discreta y bien amortizada coproducción con el Covent Garden de Londres firmada con escaso ingenio teatral por Moshe Leiser y Patrice Caurier. Funciona de maravillas el tirón de Giacomo Puccini en la taquilla, con entradas agotadas en las diez funciones programadas hasta el 29 de enero.

MADAMA BUTTERFLY

De Giacomo Puccini. Lianna Haroutounian, Jorge de León, Damián del Castillo, Ana Ibarra, Christophe Mortagne, Isaac Galán, Felipe Bou. Coro y Orquesta Sinfónica del Gran Teatro del Liceo: Dirección musical: Giampaolo Bisanti. Dirección de escena: Moshe Leiser y Patrice Caurier. Reposición: Gilles Rico. Coproducción de la Royal Opera House, Covent Garden de Londres y el Liceo. Liceo. Barcelona, 12 de enero.

El espectáculo, de corte clásico, es teatralmente flojo y previsible; la emoción se dispara con la extraordinaria actuación, en su debú liceista, de la soprano armenia Lianna Haroutounian, grandísima Cio-Cio San que entusiasmó al público bajo la apasionada dirección de Giampaolo Bisanti.

Ambientada en un decorativo y típico Japón de postal —con vistas al puerto de Nagasaki incluidas—, la funcional puesta en escena está tan pegada a los tópicos que se olvida nada más salir del teatro. La emoción brota en el foso, con la brillante dirección de Bisanti, que obtiene una intensa respuesta de la orquesta. Atento al colorido y las sutilezas de la opulenta orquestación, el director italiano da relieve a la vena melódica pucciniana sin sobrecarga de azúcar.

El peso orquestal ahoga algunas voces, pero es que, sin medios vocales sólidos y bien proyectados, la barrera orquestal en Puccini pasa factura.

Haroutounian llevó las riendas del drama con una voz bella, plena, rica en matices y firme en los agudos. Su interpretación de Cio-Cio San, emotiva y sincera, transmite la angustia, el sufrimiento y la grandeza de la desdichada geisha con gran presencia escénica y desbordante expresividad. El sobrecogedor final, que es también la escena teatral mejor resuelta del montaje, fue memorable.

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Buen elenco, con mayoría de cantantes españoles. En el odioso papel de Pinkerton, el tenor canario Jorge de León impresiona con una voz de generoso caudal y agudos potentes; el fraseo es poco refinado y el canto poco variado, pero la materia vocal es espectacular. De contenido y noble fraseo, el barítono andaluz Damián del Castillo ofrece un Sharpless muy lírico, no siempre audible. Musical, sincera en la expresión y con instinto dramático, la mezzosoprano valenciana Ana Ibarra como muy notable Suzuki.

El elenco cuenta con el bien cantado y refinado Goro del tenor francés Christophe Mortagne —también en su debú en el Liceo— y las acertadas caracterizaciones del barítono aragonés Isaac Galán (Príncipe Yamadori) y el bajo madrileño Felipe Bou (Tío Bonzo), aunque el fragor orquestal no les pone las cosas fáciles. Cumple el coro del Liceo en una escena a bocca chiusa de gran efecto.

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