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Noche de Reyes en Sant Roc y Ciutat Meridiana

En esta sociedad se condena a una parte de quienes trabajan a sobrevivir entre la ilegalidad y el sobresalto, con bancos encerrando a menores en casas ocupadas y la pobreza energética matando a personas

Francesc Valls
El edificio que ardió en Sant Roc, una semana después.
El edificio que ardió en Sant Roc, una semana después. Carles Ribas

Los cuentos que Josep Maria Folch i Torres publicaba en la revista En Patufet en el primer tercio del siglo pasado se basaban en la catalanidad bien entendida: los pobres eran recompensados por su temor reverencial a Dios y a la autoridad. Pero ni el mismísimo Folch i Torres hubiera sabido cómo abordar lo que sucede en el siglo XXI, en el que parece no dominar el sentimiento de expiación: los ricos son cada vez más ricos y se condena a una parte de los que trabajan a sobrevivir entre la ilegalidad y el sobresalto. El pasado día 4 de enero, un banco encerró durante 11 horas a tres menores en un piso ocupado en Ciutat Meridiana; el 5, tres personas murieron y una treintena resultó herida en Sant Roc, en Badalona, en un incendio atribuido a una toma ilegal de luz; el 6, el domicilio de una familia que no tenía acceso a la electricidad ardió en el casco viejo de Manresa por culpa de la iluminación con velas.

La pobreza estalló en vísperas de la Noche de Reyes. En esta sociedad, paradójicamente, es más fácil ocupar un piso que obtener una vivienda social y mucho más sencillo conectarse directamente a la red eléctrica que conseguir un contrato provisional de suministro. En el edificio conocido como El Lineal del barrio de Sant Roc se daban presuntamente las dos circunstancias. El piso donde se originó el cortocircuito era una vivienda-patera. Su ocupación data de los años en que era alcalde Xavier García Albiol, el que proponía “limpiar Badalona”.

El exalcalde del PP, cuyos tintes xenófobos están en perfecta armonía con el parduzco dominante en el PP de Pablo Casado, ha decidido criminalizar a los vecinos de la vivienda y querellarse contra ellos. Estas tesis no son patrimonio del populismo de derechas. Ahí está el alcalde socialista de Badalona, Álex Pastor, que, en un ataque de solución policial mal entendida, ha asegurado que va a hacer un mapa del sobreconsumo eléctrico y que actuará con contundencia contra las ocupaciones, como si en el caso de Sant Roc de narcopisos se tratara. De nada sirve que los bomberos consideren que el 70% de los incendios en los domicilios de Cataluña tiene como causa la pobreza energética.

La razón debería abrirse paso entre la demagogia y abrir una reflexión sobre esa pobreza endémica en la que el sueldo no les alcanza a muchos para pagar el alquiler o la luz. Mientras las estadísticas señalan insistentemente que crece el empleo y mejora la economía.

La familia de Noemí conoce la situación. Sus hijos de 16, 12 y 5 años se quedaron encerrados durante más de 11 horas en su vivienda ocupada de Ciutat Meridiana. Muchas familias pagan por hacerse con la llave de un piso a traficantes de viviendas que revientan puertas, cambian cerraduras y cobran por la gestión. Los bancos tienen una brigada de mantenimiento que de oficio restituye puertas y cerraduras. Y eso fue lo que sucedió el 4 de enero cuando, como si de un cuento de Edgar Allan Poe se tratara, los chicos se dieron cuenta, cuando se disponían a salir a comprar leche, de que estaban emparedados. La ansiedad duró hasta que los bomberos asomaron por la puerta. “Nadie puede pagar alquileres de mercado”, afirma el presidente de la Asociación de Vecinos de Ciutat Meridiana, Filiberto Bravo. Noemí ahora mismo está haciendo una sustitución de unos meses en un trabajo de limpieza. El Banc Sabadell, propietario de la vivienda, se ha apresurado a anunciar que pactará un alquiler social. “Este mes no habrá desalojos hasta el día 28”, explica Bravo, como si lo sucedido hubiera surtido un efecto similar a la Tregua de Dios.

En Cataluña, sin embargo, hay pocos milagros y muchos agujeros negros. Se desconoce si la independencia traerá debajo del brazo el derecho fundamental a la vivienda o la tregua invernal con las todopoderosas eléctricas. De momento, el Gobierno de la Generalitat ni siquiera ha puesto en marcha el protocolo comprometido hace más de año y medio con el objetivo de poder detectar a través de la actuación de los bomberos casos de pobreza energética, como ya sucede en la ciudad de Barcelona, aseguran desde la Alianza contra la Pobreza Energética (APE).

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Tampoco hay convenios para frenar los cortes de luz. En el caso del suministro de agua, Agbar se ha avenido a pactar un protocolo de actuación, pero la Generalitat no ha conseguido firmar un solo acuerdo con Endesa, Iberdrola o Naturgy. Los émulos de Folch i Torres han sustituido la caridad por inacción.

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