Madrid busca bebés bilingües
El Gobierno impulsa una investigación en 13 escuelas infantiles con 860 alumnos para extender un método diseñado por la Universidad de Washington
Los bebés visten un chaleco que incorpora una grabadora para registrar sus palabras. Son 860 y han nacido en 2016 ó 2017. Pertenecen a 13 escuelas infantiles públicas de Madrid, y participan en un estudio del Instituto para el Aprendizaje y las Ciencias Cerebrales (I-LABS) de la Universidad de Washington (Seattle, EE UU) con el que el Gobierno pretende revolucionar la enseñanza del inglés en la región. Tras dividirlos en dos grupos —los que estudian con el método estadounidense y los que lo hacen con el madrileño—, los investigadores buscan validar dos hipótesis. Primera: un bebé puede aprender inglés sin que eso afecte a sus avances con el castellano. Segunda: el método americano funciona mejor que el español. Consecuencia: la Comunidad aspira a provocar un cambio metodológico que multiplique las horas de inglés en sus 57 guarderías (5.370 alumnos).
"Se les va a proponer esta metodología, que produce mejores resultados, pero quedará a su elección", concede Ismael Sanz, director General de Becas y Ayudas de Educación de Comunidad de Madrid, que ya impulsó un estudio similar en cuatro escuelas durante el curso 2015-2016. "La conclusión fue que es bueno empezar a aprender inglés desde muy pequeño y luego que la metodología influye en la rapidez de adquisición del segundo idioma", sigue este profesor de la Universidad Rey Juan Carlos sobre la investigación en marcha, que afecta directamente a 13 centros e indirectamente a otros 44. "Queremos hacerles llegar las conclusiones a las escuelas y que poco a poco las hagan suyas, porque defendemos la autonomía de los centros educativos", añade. "Jugar, y usar un tono alto, pausado, simple, como hablan los padres a los niños, da buen resultado, y tener un [profesor] auxiliar nativo hace que adquieras la pronunciación desde el principio".
¿Cuáles son las diferencias metodológicas? Los investigadores dedicaron durante unas semanas del curso 2015-2016 cinco horas semanales al inglés (una diaria), mientras que los españoles emplearon una media de dos. Sus profesores eran nativos entrenados para enseñar a los bebés hablándoles igual que lo hacen sus padres (exagerando la entonación y simplificando), jugando y con mucha interacción, frente al método tradicional de leer o cantar. Resultado: los bebés del grupo experimental pronunciaron 74 palabras en inglés cada hora, por las 13 de los bebés del grupo tradicional, según las grabaciones registradas por sus chalecos.
Críticas
"Pero lo que plantean es imposible de llevar a cabo", critica Xavier Gisbert, presidente de la asociación Enseñanza bilingüe. "¿Vamos a llenar los centros de profesores extranjeros?", se pregunta. "No va a haber recursos nunca para llenar las guarderías y colegios de profesores nativos, y tampoco va a tener continuidad en el tiempo", sigue. "Es como pretender tener escolarizados a nuestros hijos en un sistema educativo extranjero", razona. "Además, no hay nada nuevo: cuantas más horas de exposición a una lengua, más posibilidades tendrá de aprenderla el alumno. Es evidente que el que reciba cinco horas va a avanzar más que el que reciba dos".
La financiación del Programa Bilingüe de la Comunidad —impulsado hace casi 15 años por Esperanza Aguirre— ronda los 30 millones de euros anuales. Ese presupuesto paga la enseñanza del inglés en 545 centros públicos (379 colegios y 166 institutos) y 218 centros concertados, además de en otros cinco de formación profesional. Los niños que participan en la investigación de las escuelas infantiles serán evaluados en enero y en junio. Hasta entonces, aprenden jugando, rodeados de carteles llenos de palabras coloridas en inglés. De vez en cuando les graban audios. Sus padres se han comprometido a no interferir en el proceso: ni les hablan en inglés, ni les ponen canciones o películas en ese idioma.
"Demostramos que con la metodología científica correcta los niños pueden aprender mucho de su segunda lengua, en un periodo de tiempo relativamente corto", argumenta una de las investigadoras, Naja Ferjan Ramirez. "El conocimiento del español de los niños siguió creciendo al mismo tiempo, sin que les afectara su participación en el estudio".
La experiencia ha llamado la atención del Foro Económico Mundial, que se ha hecho eco del experimento de Madrid con un vídeo en sus redes sociales. ¿Su conclusión? "Los cerebros de los bebés son las mejores máquinas de aprendizaje jamás creadas".
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