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La radicalización exprés de cuatro familias

Tres amigos de la célula de Ripoll captaron a sus hermanos pequeños, catalizados por el imán Es Satty

El terrorista Youssef Aalla, uno de los primeros radicalizos de la célula de Ripoll.
El terrorista Youssef Aalla, uno de los primeros radicalizos de la célula de Ripoll.

La célula terrorista de Ripoll que atentó en La Rambla de Barcelona y en Cambrils tardó solo un año en radicalizarse. Tres amigos, Youssef Aalla y Younes Abouyaaqoub, de 22 años, y Mohamed Hichamy, de 24, son los responsables de captar a sus hermanos pequeños, que a su vez atrajeron a más jóvenes. En total, cuatro parejas de hermanos pertenecían a la célula que fabricó entre 200 y 500 explosivos en una casa de Alcanar, y que improvisó los atentados del 17 de agosto cuando sus planes iniciales se truncaron. El imán Abdelbaki es Satty ejerció como un potente catalizador.

La idea original de participar en los atentados fue de los tres amigos, según declaró el único terrorista superviviente de Alcanar, Mohamed Houli Chemlal. También se encargaron de fabricar los explosivos. Los tres son los principales protagonistas del vídeo grabado dos días antes de los atentados, preparando las granadas de mano y los chalecos. Posan sonrientes. “Cada gramo de este hierro se os va a meter en vuestras cabezas o en las de vuestros hijos o en la de vuestras mujeres”, se oye decir a Mohamed Hichamy, que fue el encargado de descargar los manuales de Internet para fabricar el triperóxido de triacetona, conocido como TATP.

Los diversos testimonios recogidos en el sumario del atentado sitúan a Youssef Aalla, que murió en la explosión de Alcanar, en el origen de la deriva de los jóvenes de Ripoll. En las imágenes, se le ve con una camiseta Nike roja, un cinturón explosivo en la cintura y el dedo índice en alto, en una señal de fe. Su padre declaró a los Mossos que su hijo era una persona “muy problemática”, le habían expulsado de la escuela, consumía drogas y bebía alcohol. Hasta que empezó a ir a la mezquita de Ripoll, hacía dos años, antes que el resto del grupo. Eso provocó un cambió radical en su aspecto, se dejó crecer barba y se afeitó el bigote, y dejó de beber y drogarse.

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Pasaba “demasiado tiempo en la mezquita”, se quejó el padre ante la policía, y lamentó que el imán estaba siempre “con los niños”. Un año después, Youssef arrastró a su hermano pequeño Said, de 18 años, al oratorio.

Las hermanas de los terroristas Driss y Moussa Oukabir señalaron también a Youssef como precursor. “Toda la culpa es del imán, que le radicalizó primero”, lamentó una de ellas ante los Mossos. “Sufrió un cambio muy grande, pasando de ser un chico alegre a ser una persona fría, que dejó de saludar y de mirar a las mujeres”, añadió la otra.

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Un primo de los Oukabir también destacó “el gran cambio” de Youssef. Y otro aseguró que el propio Said, que acabó muerto en Cambrils, alertó de que “había algo raro” en su hermano, “que algo tramaba, que decía que iba a coger fruta y estaba haciendo otra cosa”. Y que incluso rompió la Tablet a su hermano de 6 años “para que no pudiese jugar a videojuegos porque el Islam lo prohíbe”. Al poco, Said estaba frecuentando también la mezquita. La madre de ambos lo negó todo. Otro amigo de los jóvenes subrayó “un cambio de actitud destacable” de Youssef, que modificó sus “costumbres” y “manera de vivir, volviéndose muy religioso”.

Tras Youssef llegó el resto. Mohamed Hichamy “se volvió más religioso y demostraba saber de religión”, contó su cuñado. De eso hacía un año, aproximadamente. También empezó a notar distinto a su hermano pequeño Omar, de 21 años, que seguía “de forma más constante” la religión. También le contó que tenía una casa en Tarragona, al lado de la playa, probablemente Alcanar, a la que había ido con el imán. Los dos hermanos Hichamy fueron abatidos en Cambrils.

El padre de Younes, el autor del atentado en La Rambla, confesó a los Mossos que se alegró de que él y su hermano menor, El Hussain, de 19 años, frecuentasen a la mezquita, porque pensó que “era bueno”. El pequeño dejó de escuchar música para leer el Corán. Su madre estaba demasiado afectada por la muerte de sus hijos, abatidos por los Mossos, como para declarar ante la policía.

El más joven de la célula, Moussa Oukabir, de 17 años, también abatido en Cambrils, fue el que externalizó un cambió más pronunciado. Muy amigo de Said, hacía ocho meses que rezaba cinco veces al día, dejó “de vestir con tejanos rotos y se le veía triste y con ojeras”, declaró su cuñada. Incluso se salió de grupos con amigos en los que se hablaba de jugar al fútbol o ir al río.

Su hermano mayor, Driss Oukabir, de 29 años, uno de los dos terroristas vivos que está encarcelado, le señaló también ante la policía. Declaró que le dijo que quería “hacer la yihad”, que “veía vídeos con contenido yihadista en la Tablet” y que para hacerlo ponía una tarjeta de memoria para que “la policía no los cogiera”. Y que incluso le confesó que no iría a Siria a luchar porque “en la televisión había oído que lo podía hacer aquí”. Pero Driss, que defendió que no sabía nada de los planes de la célula, tampoco salió bien parado. Un amigo suyo explicó a la policía que una noche, después de drogarse juntos, Driss le confesó que “era yihadista”.

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