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Gemma Brió: “¡No hemos tenido compasión de Calderón de la Barca!”

Les Llibertàries critican en '¿La vida es sueño? o #gwenismurfila' una sociedad manipulada desde las redes sociales

Toni Polo Bettonica
Una imagen de la obra.
Una imagen de la obra.felipe mena

Posverdad es un término nuevo que hace referencia a la demagogia, a la manipulación informativa, a ciertas imposiciones que, encima, a través de las redes sociales, se multiplican exponencialmente hasta crear realidades indiscutibles”, explica Gemma Brió, autora y protagonista de ¿La vida es sueño? o #gwenismürfila, que está en cartel en la sesión Off de la Villarroel hasta el 4 de agosto. “Nada se verifica, nada se confirma. Nada que encaje en la manera de pensar que se nos ha inculcado se pone en duda. Así se crea y se va alimentando el discurso populista”.

Sobre ese tema, tan actual, tan de moda, tan retuiteado, la compañía Les llibertàries se planteó armar su segundo montaje (después del aplaudido y premiado Llibert) hace más de año y medio. Y de ahí a La vida es sueño, aunque pueda parecer absurdo, solo había un paso: “En seguida se nos apareció Segismundo, en su torre, recluido, engañado, viviendo su realidad, la que le enseñaron”, explica Brió, protagonista junto con Tàtels Pérez y el técnico-actor Enric Alarcón, y coautora de la obra junto con Norbert Martínez, que también la dirige. “Segismundo vive en una burbuja”, sigue diciendo la actriz. Una burbuja similar a la que crea alrededor de nosotros esta posverdad.

La obra nos habla de dos chicas que han quedado para ensayar La vida es sueño y esperan a una tercera (la cantante Mar Orfila, Mürfila, tercera integrante de Les Llibertàries) que, sin decir nada, no se presenta. “Las tías se inventan una historia sobre la marcha”, explica llanamente Brió. Y ensayan, bucean en las redes sociales para seguir el rastro de su amiga hasta llegar al sitio más insospechado: un paraíso en Estados Unidos, desconectado totalmente de la burbuja posverdadera, por la simple razón de que allí no hay cobertura ni wi-fi.

A partir de ahí, las protagonistas despliegan sobre el escenario los más variados recursos: se desdoblan en diferentes personajes que se cruzan, aparecen y desaparecen, imitan a otros... sin llegar a confundir en ningun momento al espectador. Pero, además, recitan a Calderón. Palabras mayores. “¡No hemos tenido compasión con Calderón de la Barca!”, dice, divertida, Brió. Desde el más absoluto respeto al texto del dramaturgo del siglo XVII, Brió y Norbert Martínez se han atrevido a escribir en verso (en algunos pasajes, incluso, en catalán): “Teníamos que actualizarlo sin descontextualizarlo”, explica la autora, “y, sobre todo, hacer cuadrar la trama con nuestra obra”.

Así se mezclan realidades de la manera más absurda y genial, hasta el punto de ver al mísero e infelice Segismundo alucinar al contemplar una aparición que le explica quién es Basilio, su padre, rey de Polonia y, a la vez, ídolo de masas, un Trump cualquiera, por ejemplo, en un mundo actual. La aparición, uno de los momentos estelares de la obra, no es más quela de un youtuber taxista, cargado de seguidores, de likes y de intereses descarados. "Hemos buscado en la red a este tipo de influencers políticos y casi todos se corresponden con gente muy cutre, normalmente hombres, con muchos seguidores... y que dictan sentencia cargándiose a todo el mundo", dice Brió.

Otro de los grandes contrastes que nos brinda la obra tiene que ver con la música y con el cine. “¡Qué gran mentira y qué gran sueño, el cine americano!”, exclama la dramaturga. Aparecen Encuentros en la tercera fase, E.T., Thelma & Louise... referencias a realidades lejanas, a ilusiones imposibles, a burbujas paralelas. Todo este aparente caos, que se digiere muy bien, está aliñado con mucho humor. "Nunca renunciamos al humor", proclama Gemma Brió, que recuerda que en la trágica Llibert (sobre la dolorosísima pérdida de un hijo) también había sitio para el humor. "Es un instrumento potentísimo de crítica social", sentencia.

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Sobre la firma

Toni Polo Bettonica
Es periodista de Cultura en la redacción de Cataluña y ha formado parte del equipo de Elpais.cat. Antes de llegar a EL PAÍS, trabajó en la sección de Cultura de Público en Barcelona, entre otros medios. Es fundador de la web de contenido teatral Recomana.cat. Es licenciado en Historia Contemporánea y Máster de Periodismo El País.

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