Chopin visita Collado Mediano
El pianista Daniel del Pino vincula al polaco universal con la música española de Enrique Granados e Isaac Albéniz
Fryderyck Franciszek Chopin (1810-1849) visitó este domingo Collado Mediano de la mano del pianista Daniel del Pino, que ofreció en el Teatro Municipal de la villa serrana un recital memorable. En él acometió la tarea de relacionar la obra de dos grandes de la música española, Enrique Granados e Isaac Albéniz, con la del genial músico polaco a través del hilo conductor que, a su juicio, entre ellos existió: la vía del nacionalismo musical del cual Chopin fue máximo exponente, dadas las tribulaciones sufridas en los dos siglos precedentes por la desdichada Polonia, cuya historia ha sido una secuencia incesante de invasiones militares suecas, alemanas y rusas.
El concierto comenzó con un allegro del español Enrique Granados (1867-1916), restallante y pleno de elegancia, seguido de su Andaluza y otra danza, denominada Oriental, donde sobresale la donosura armónica del compositor y afloran chispazos del orientalismo, tan en boga en la España finisecular del XIX. Fue precisamente en esa época en la cual los músicos españoles formados en París, en la víspera del ocaso americano y filipino del Imperio español, se impregnan en la capital francesa de las pulsiones nacionalistas posrománticas, encarnadas en su origen por su principal mentor, Chopin, y emprenden la tarea de trasladarla a la técnica de sus composiciones en busca de una españolidad propia.
Surgirá así una parte sustancial de la obra de Isaac Albéniz (1860-1909), cuyas creaciones Asturias y Sevilla, signadas por aquella búsqueda incesante de españolidad, fueron interpretadas por Del Pino de una manera certeramente precisa, con evidente derroche de energía y entusiasmo en la digitalización frente al Yamaha sobre el que desenvueltamente tecleaba. Fue un entusiasmo contagioso el que caracterizó este domingo en Collado Mediano al intérprete español Daniel Del Pino, nacido en Rabat hace 45 años, formado en Beirut y la Universidad de Yale, y ahijado musical de Joaquín Achúcarro (1932), el gran pianista bilbaíno residente en Dallas y del que fue pupilo.
Sin el ímpetu mostrado por Daniel del Pino resulta imposible entender la bisagra revolucionaria que Chopin construyó en la historia de la interpretación pianística a través de sus Estudios, dos series de 12 motivos cada una integradas en sus opus 10 y opus 25, de los cuales interpretó la primera serie. Compuestos entre 1833 y 1837, en ellas Chopin se propuso edificar una arquitectura pianística totalmente innovada y encarar la técnica afrontando resueltamente todos los desafíos posibles a la sazón planteados e inaugurando una digitalización distinta y superadora de la rigidez académica a la sazón vigente: sus nuevos saltos de dedos, la buscada elasticidad de los movimientos de muñecas, le permitieron arpegiar de una forma insólita, escalar y doblar notas de una manera totalmente distinta y eficaz. Tanto, que desde la técnica descubierta consiguió hacer fluir el lirismo que estos Estudios destilan y derramar sobre sus composiciones la fantasía, la añoranza y el esplendor creativo que presidiría sus obras. Buena parte del quehacer chopiniano antes de su prematura muerte en 1839, fue recogida por los músicos españoles que desde la elegancia de Enrique Granados y la torrencial inspiración creativa de Isaac Albéniz, trasfundieron su técnica y su acceso al lirismo con una singularidad propia, bañada en la cultura musical española rica, también, en otras influencias.
Particularmente emotivo fue el estudio número 12 en Do menor del opus. 10, en cuya hechura Chopin se mostraba herido por un hondo dolor de patria -añil nostalgia, la definiría un poeta- tras la ocupación de Polonia por la potencia vecina rusa en 1831. Con sabia mano, el pianista Daniel del Pino estableció los nexos que caracterizaron la influencia sobre la música pianística española y explicó que desde su tierna infancia quedó prendado por esta magna obra del genial polaco. El pianista español, con su experiencia avalada por la dirección de XI ediciones de Cita con los Clásicos, certamen anual celebrado en Guadarrama y por XVII ediciones del Festival de Piano de Newport, en Estados Unidos, ofreció un concierto pleno de técnica, entusiasmo y sabiduría que fue saludado gratamente por el público y avalado por un bis donde afloraron los hallazgos debidos a la ubérrima fantasía, creadora de lirismo apasionado, de Federico Chopin.
Fuera del ámbito propiamente musical, un error de información incluido en el prospecto de la edición XXXI de Clásicos de Verano, programa de la Comunidad de Madrid en el que se insertaba el concierto, indicaba que el acceso era gratuito, cuando en realidad se cobraba a 5 euros la entrada. Este hecho causó protestas entre un grupo de asistentes.
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