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La agenda costumbrista de Quim Torra

El presidente de la Generalitat mantiene una intensa actividad reivindicativa de los símbolos nacionales

Cristian Segura
Quim Torra y la consejera Laura Borràs en Washington.
Quim Torra y la consejera Laura Borràs en Washington.Europa Press

Las tradiciones y la simbología nacional son fundamentales para Quim Torra. El presidente de la Generalitat escribió hasta su nombramiento multitud de artículos elogiando la cultura popular catalana como fuerza para construir una identidad. En el pasado fue un habitual en actos de alto simbolismo nacionalista, desde la romería del Pi de les tres branques –un árbol en el Berguedà que simboliza los Países Catalanes– hasta las recreaciones de las batallas de la Guerra de Sucesión. Este interés se ha plasmado en los cincuenta primeros días de su agenda pública, mucho más dedicada a aspectos costumbristas y de reivindicación nacional que el mismo periodo de sus dos predecesores, Carles Puigdemont y Artur Mas.

El acto más conocido de esta actividad identitaria de Torra fue su participación el 30 de junio en un “taller de ratafía organizado por la Cofradía de la Ratafía de Santa Coloma de Farners”. El contenido sentimental de su discurso durante el taller causó sensación: “Para mí la ratafía es país, es paisaje, es color, es luz, es familia, es tradición. La ratafía es un poco quienes somos. Y hacemos ratafía un poco para saber de dónde venimos. El abuelo de mi abuelo ya hacía ratafía. Me parece que cuidar el país, velar por su paisaje, por sus tradiciones, nos hace más fuertes como país. La ratafía nos une, la ratafía nos divierte, es parte de nosotros mismos”. Esa misma semana, Torra viajó a Washington para participar en la inauguración del festival de folklore Folklife, en el que la cultura catalana era invitada oficial.

El viaje a la capital de los Estados Unidos estuvo marcado por el plantón de Torra y su delegación al embajador español, Pedro Morenés, durante la cena de inauguración del festival, a raíz del discurso en el que el diplomático criticó “la propaganda que difunde el señor Torra”. Torra había comparado previamente Cataluña con Armenia, el otro invitado oficial del festival, en unos términos que iniciaron la polémica: “Conocer la historia de los armenios, la raíz cultural de su proyecto de país, el sufrimiento vivido a lo largo de la historia –incluyendo un genocidio– y observar ahora su plenitud nacional es un ejemplo que da coraje a todos los amantes de la libertad y de la democracia. Nosotros, el pueblo catalán, hemos sufrido también una persecución política, lingüística y cultural a los largo de los últimos siglos, y el ejemplo armenio y de muchas otras naciones nos da esperanza particularmente ahora que nuestro país afronta uno de los momentos más graves de los últimos años”.

El presidente de la Generalitat subrayó en Estados Unidos la importancia de las tradiciones la para la construcción social: “La cultura popular es uno de los factores de cohesión más determinantes que tienen los pueblos para cumplir con sus proyectos de bienestar y progreso”. También aprovechó el viaje a Washington para reunirse con el bufete de abogados PILPG, especializado “en negociaciones y conflictos”, para tratar sobre la autodeterminación de Cataluña.

Los dos primeros baños de masas de Torra como presidente fueron el 19 y el 20 de mayo, en una visita al festival floral Temps de Flors de Girona, y en las Ferias de Mayor de Vilafranca del Penedès. El 9 de junio estuvo presente en la Feria de la Gamba de Palamós. El 27 de mayo, diez días después de ser investido, Torra participó en el Aplec del Cargol de Lleida. El presidente fue solicitado constantemente como una estrella mientras parte del público abucheaba al alcalde de Lleida, Àngel Ros. Torra también fue protagonista de la Patum de Berga: el 3 de junio participó en la Patum del Lucimiento y en la misa mayor de las fiestas. El 7 de julio fue el último de los cincuenta primeros días de Torra presidente con una agenda de peso simbólico y costumbrista: participó en la reunión de canto de habaneras de Calella de Palafrugell y realizó una ofrenda floral ante la tumba de Josep Irla, fundador de ERC.

Rango institucional

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Los actos de simbología nacional y política han sido igualmente recurrentes. Torra participó el 2 de julio en el homenaje a Antonio Muñoz, historiador especializado en la derrota austracista de 1714. El homenaje fue organizado por la entidad Memorial 1714 en su sede del Fossar de les Moreres, espacio sagrado del nacionalismo catalán. El mismo día del homenaje a Muñoz, Torra recibió en el Palau de la Generalitat al exdiputado finlandés y activista proindependencia Mikko Kärnä. El gobierno catalán dio esa entrevista un rango institucional inusual, incluso dedicándole una interpretación con el carillón del poema patriótico Finlandia, de Sibelius.

Torra también ha destacado por acciones de defensa de los líderes independentistas en prisión preventiva o huidos. En dos ocasiones visitó a los consejeros en Estremera, se ha entrevistado en Berlín con Puigdemont y en Escocia con la exconsejera Clara Ponsati. El 4 de julio participó en “la marcha por la libertad”, para recibir a los políticos presos en la cárcel de Lledoners. Volvió a Lledoners el 12 de julio. El 16 de junio dio el cierre en Roses al “vermut amarillo” para recaudar fondos para los “presos y exiliados”.

Puigdemont y Mas, en sus respectivos cincuenta primeros días de legislatura, dieron mucha menos relevancia a los actos de simbología nacional, según la memoria de sus agendas. Ninguno de los dos participó en ningún acto que pueda incluirse en este ámbito, aunque Puigdemont sí mantuvo reuniones con las directivas de la ANC y Òmnium Cultural.

Intensa vida cultural

Quim Torra se ha estrenado como presidente participando en muchos más acontecimientos culturales que sus predecesores. El presidente de la Generalitat acudió a una obra en el Teatro Nacional de Cataluña (TNC) y una ópera del Liceo, impartió una conferencia sobre Pompeu Fabra, asistió a la entrega del Premio de Honor de las Letras Catalanas y también a los Premios Nacionales de Cultura. Fue a la inauguración de una exposición en la Fundación Tàpies, presidió el 25 aniversario de la Asociación Catalana de Escuelas de Música, estuvo en la presentación de un documental de la Fundación Congreso de Cultura Catalana y todavía tuvo tiempo para presentar su libro El quadern suís.

Carles Puigdemont asistió, en sus primeros días en el cargo, al estreno de un documental sobre Josep Suñol, expresidente del Barça, coincidiendo con el 80 aniversario de su fusilamiento por los franquistas. También acudió al TNC y presidió la entrega del Premio Martí Gasull de la lengua catalana. Artur Mas, que fue investido por segunda vez el 24 de diciembre, presidió la entrega de los premios literarios Josep Pla, Nadal y el Ramon Llull.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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