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Valentín Huerta escribe a los 90 años sus cuentos infantiles

“Ver la carita de los niños enfermos y la alegría de las mamás cuando me abrazan, no hay dinero en el mundo para pagarlo”, afirma

“Abuelo, quiero que me inventes un cuento, los de todos los días me los sé y ya no me duermen”. Esa misma noche, Valentín Huerta Martínez, nacido hace 90 años y toda su vida, hasta la jubilación, un aplicado tornero mecánico, escribió de palabra el cuento ‘Daniel y el gato’, y a la siguiente ‘El burrito perezoso’, y también ‘La cabrita cuerno roto’, así hasta sumar tantos que su nieta Elena acabó perdiéndole la cuenta.

“Abuelo, quiero que me escribas esos cuentos para meterlos en la carpeta del cole”. Eso pedía la nieta Elena. Sin rechistar, Valentín Huerta puso manos a la obra. Ha sido toda su vida un buen lector y cada noche escucha en la SER las historias de Macarena Berlín en el programa Hablar por hablar. Pero nunca pensó en ponerse a escribir. Con cierta sorpresa, día tras día, fue viendo cómo iban pasando de las musas al folio, como diría Lope de Vega, los cuentos que había inventado para traer el sueño para su nieta.

Este sábado se ha presentado el libro ‘Los cuentos del abuelito Valentín’ en el Centro Cultural Sanchinarro, en una fiesta infantil, a las doce, con Valentín Huerta como protagonista y, como teloneros de lujo, el mago Thao, la animadora Gema Gallego, el cantante Jorge Cardona y un relato sobre cómo se maquina un libro de cuentos a cargo de Mercedes Pecador. Organizaron la velada la asociación de vecinos de Sanchinarro/Las Tablas y la editorial LoQueNoExiste, que lanza estos cuentos con ilustraciones en acuarela de Marta Cáceres.

“Al abuelo Valentín no le gustan los cuentos que meten miedo, como hay tantos entre los más clásicos, sino aquellos que hacen a los niños bondadosos, tiernos y valientes”, dice la editora Mercedes Pescador en el prólogo del libro. Valentín Huerta es tajante al respecto. “Un país que no cuida a sus niños, a los abuelos y a los animalitos es un país podrido”, dice. Él mismo es un ejemplo. Con 90 años cumplidos la navidad pasada, ya es un cuentacuentos experimentado porque con alguna regularidad acude a colegios, centros culturales y hospitales infantiles a compartir con los pequeños los cuentos que comenzó a escribir para sus nietos Elena y Daniel. “Ver la carita de alegría de esos niños enfermos, con sus cabecitas sin pelo, y el agradecimiento de las mamás que me abrazan, no hay dinero en el mundo para pagarlo”, afirma. Sus cuentos son relatos optimistas y simpáticos, en los que los protagonistas son niños, sencillas personas mayores de corazón tierno y cariñosos animales de toda clase.

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