El mejor silencio de Embajadores
La directora del Price nos muestra el lado circense de un cementerio, un museo de anatomía y el Cerro de los Locos
1. Teatro Circo Price. Es un circo que no se ve desde la calle. Cuando traspasas el vestíbulo, te sorprenden sus dimensiones, que transforman las piezas que acoge. Allí me sobrecogen los aéreos, los vuelos, las caídas. La presencia del público también es muy cercana, pasan cosas que no pasan en otros teatros. Llevo trabajando allí desde 2009, en diferentes departamentos. Desde este año lo dirijo. (Ronda de Atocha, 35).
2. Terraza de La Casa Encendida. Desde allí arriba sí que se ve que el Price es un circo. Para los que nos movemos por esta zona de tanto tráfico, este lugar cura el agobio. Me relajo mirando los pájaros, los chorritos de agua, el romero, la lavanda y las lechugas. Aquí está el mejor silencio de la zona de Embajadores. (Ronda de Valencia, 2).
3. Cementerio Británico. Allí yace William Parish, sucesor de Thomas Price, fundador del circo Price, además de muchas personas interesantes del siglo XIX: emprendedores, aventureros, espías. Soy coleccionista de museos británicos, hago visitas creativas relacionadas con el circo: una de mis obsesiones es trabajar sobre la memoria del circo en Madrid. (Comandante Fontanes, 7).
4. Cerro de los Locos. Madrid es un espacio de resistencia circense, de gente que, a pesar de tener acceso a pocos espacios, ha conseguido crear un territorio fértil. Este cerro, en la Dehesa de la Villa, fue durante décadas lugar de entrenamiento de deportistas y acróbatas. Durante el franquismo eran sospechosos por hacer cosas raras con poca ropa.
5. Fondo fotográfico de la Biblioteca Nacional. Custodian con mucho amor unas cajas de la colección Fernández Ardavín, un archivo de fotos de casting de la familia Parish. Innumerables fotos de artistas circenses en acción recogen un imaginario increíble de finales del siglo XIX. (Paseo de Recoletos, 20).
6. Área infantil Torero 8. Un pequeño parque a la sombra de los árboles, en el que paso muchas tardes haciendo tribu con mis compañeros de crianza, amigos con los que comparto momentos con nuestros hijos. (Esquina Antonio López con calle del Torero).
7. Fosforita Madrid. Es un taller de pintura y espacio de arte que lleva Eva Zaragoza Marquina, donde se montan exposiciones, proyecciones, cabaré, cosas bizarras y divertidas. Está muy abierto a la calle, a los vecinos, y los niños corretean por allí. (Cabestreros, 8).
8. Carmen 17. Mis amigas Sofía y Arancha hacen en este estudio ropa para teatro o cine. Y también trajes de chulapa, como el que me estoy haciendo para lucir en las fiestas de San Isidro. Mi última novela, por cierto, está ambientada en esa calle. (Carmen, 17).
9. Biblioteca Elena Fortún. Se está recuperando la memoria de la escritora que le da nombre (autora de los libros de Celia) y que para mí ha sido fundamental. Durante muchas décadas se le negó la importancia, la literatura infantil se consideraba sin interés. Cuando he tenido que escribir artículos sobre ella, he acudido a esta biblioteca y he pasado muy buenos ratos buceando en su obra. (Doctor Esquerdo, 189).
10. Museo de Anatomía Javier Puerta. Está escondido en la Facultad de Medicina de la Complutense. Tiene algo de gabinete de curiosidades, de cuando no se conocía mucho y los científicos recopilaban todo. Están los restos de un artillero gigante francés y me encantan las antiguas piezas anatómicas de cera, la mirada estética desde la que se representaba a la mujer. (Ciudad Universitaria, s/n).
Entre letras y trapecios
María Folguera (Madrid, 1984) es escritora y directora de escena. Su última novela es Los primeros días de Pompeya (Caballo de Troya), y desde comienzos de este año es directora del Teatro Circo Price, uno de los espacios escénicos de gestión municipal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.