La traición planea sobre la captura de Tania Varela
La policía recibió información del último escondite de la narcotraficante gallega en Sitges
La doble vida en libertad de la abogada Tania Varela (Cambados, 1974) acabó sorpresivamente a media tarde de este lunes, cuando interpretaba su papel de ciudadana discreta en un parque de Sitges (Barcelona), donde al parecer vivía desde hacía un año. Estaba junto a su hija de cuatro años, nacida durante la larga etapa de prófuga que comenzó tras su condena de siete años por narcotráfico y al verse involucrada en un cruento ajuste de cuentas. La repercusión mediática que ha tenido su aparición en la lista de los delincuentes más buscados por la Europol convirtió a Tania en un codiciado trofeo para sus enemigos, la mayoría de ellos en prisión.
Se ha especulado mucho sobre el posible paradero de la abogada en estos casi cinco años de escapatoria. Pero al final, la fugitiva escogió la opción más sencilla, aunque arriesgada, en la que el objetivo está más cerca que lejos de sus captores. Para evitar no solo la cárcel, sino también posibles venganzas de viejos aliados que la llevaron hasta los bajos fondos del narcotráfico a mediados de la pasada década, la letrada tenía que contar con algunos cómplices.
De hecho, Varela conocía varios contactos en Barcelona de los que solucionan imprevistos con pasaportes y medio de transporte rápido, como es el caso de un empresario con buenas relaciones que se dedica a la compraventa de coches en la ciudad. Los mismos que más de una vez dieron cobertura al que fue su pareja sentimental y socio en los negocios de la cocaína, David Pérez Lago, encumbrado como hijo de Esther Lago, la difunta esposa del narcotraficante Laureano Oubiña.
La relación de Pérez Lago con su novia y algo más que asesora en temas judiciales se rompió al más puro estilo de la mafia, delatándose uno al otro. El origen fue el desembarco del cargamento de cocaína que sepultó la carrera de Tania en abril de 2006, en Corme (A Coruña), por el fue condenada a prisión, y, a la vez, el desencadenante del asesinato del abogado madrileño Alfonso Díaz Moñux en diciembre de 2008, del que ella fue único testigo de cargo.
Tania Varela estaba convencida que el culpable de aquel crimen fue David, encarcelado una vez más desde febrero como colaborador de Sito Miñanco y confidente confeso de la policía. Según ella, él dijo a los proveedores colombianos que le había entregado a Moñux 500 kilos de la parte del alijo de Corme que, sorprendentemente, no había sido apresado. Entonces le enviaron a dos sicarios para ajustar cuentas con el abogado, pero cuando acudían a la cita fueron detenidos por la policía. Los dueños de la mercancía creyeron que aquella redada por sorpresa había sido una trampa tendida por Moñux y después lo acribillaron a tiros cuando salía del garaje de su casa acompañado por Tania.
Recientemente, los Mossos d'Esquadra habían recibido información de que Tania estaba viviendo en una urbanización de Sitges y no tardaron mucho en localizarla. Creen que antes estuvo refugiada en un país latinoamericano. Ella se identificó con otra identidad cuando la abordaron los agentes pero las huellas dactilares la delataron.
Así terminaba la fuga de esta abogada de pequeña estatura y aparente fragilidad que un día cambió su puesto de asesora de la mujer en el Ayuntamiento de su pueblo por la defensa de narcos. Su detención cierra un largo capítulo del narcotráfico en el que unos pierden y otros ganan.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.