“Empecé vistiendo a millennials como yo, pero ahora tengo clientas de todas las edades”
José María García, creador de la firma ZE García, ha viralizado el vestido a medida para fiestas y bodas desde su atelier de Barcelona
Se fija en la costura del siglo XX, con Pertegaz como referente, pero con la mirada del siglo XXI, viralizando su marca vistiendo a las principales influencers españolas. José María García quiso ser diseñador desde niño y crear su propia marca. Con 29 años ya ha conseguido más de lo que soñaba. En cuatro años ha construido su firma, Ze García, con un atelier en un piso de techos inalcanzables de la calle Muntaner, y viste a medida para fiestas y bodas a mujeres de nivel económico medio-alto. Su bombazo fue vestir a Dulceida, la influencer española más reconocida, el día de su boda. A partir de allí, los números empezaron a escalar. Este lunes abre la 080 Barcelona Fashion con un desfile en qué 13 influencers compartirán la pasarela con modelos. Lo hará con una colección llamada Millennial Couture, inspirada en Worth, considerado el padre de la alta costura.
Pregunta. Cuando profesionales de la moda reniegan del papel de las influencers, apuesta por su trascendencia sin pestañear, con un desfile en que acapararan la mitad del casting.
Respuesta. No quiero sustituir a la modelo, es vital y necesaria para un desfile, es la que da el aurea bonito a la prenda, pero en este mundo moderno, mediático y tan rápido, hay que jugar la carta de algo diferente. Es muy importante añadir algo distinto. Pero el nivel del desfile será el mismo que si fueran todos modelos. He sido muy pesado con eso. Porque sabía que habría ese rollo de “Ze García sacará sus cuatro mamarrachas”. Saldrán y defenderán las prendas, también están acostumbradas a posar y llevarlas.
P. ¿Qué caras conocidas de este mundo habrá?
R. Estarán Dulceida, Laura Escanes, Jessica Goicoechea o Patry Jordán. También Michelle Salas, que desfiló para Dolce&Gabbana.
P. En la semana de la moda de Milán del año pasado, Dolce&Gabbana hizo un desfile sólo con influencers. ¿En ese show se ha inspirado?
R. Realmente nos inspiramos en un desfile de hace ocho o nueve años de Tom Ford, que era un visionario. Lo grabó y lo colgó en Youtube. Era una cena y salían personas conocidas y con influencia de su entorno, como Beyoncé, una periodista de moda de Nueva York… Hemos hecho una mezcla de los dos. Dolce&Gabbana hizo mucho ruido pero se perdieron un poco los vestidos. Tom Ford, en cambio, sacó las piezas una a una. Nuestro desfiles está inspirado en la costura y no van a perder importancia los vestidos. Al final es secundario que salgan influencers, que irán diferentes que las modelos para que se las reconozca.
P. Es la segunda vez que participa en la 080. ¿Qué espera de la pasarela?
R. No pretendíamos desfilar, yo tengo un atelier pequeño e iba haciendo mi trabajo. Pero nos llamaron del 080, y pensé que estaría bien para el equipo. En el desfile podemos jugar, vamos a hacer una colección solo para desfilar. Es una inversión de marca. Si haces algo comercial en un desfile no es interesante, y si haces algo bonito en un desfile no es interesante a nivel comercial. Son mundos paralelos. En el desfile tienes que llamar la atención, vas a la exageración. Lo que me sorprendió el año pasado es que hubo muchas piezas que se vendieron. Hay gente que sí que quiere llevar cosas distintas.
P. ¿En qué pasarela le gustaría desfilar?
R. Me quita el sueño París. El ruido que puedes hacer en la 080 es el mismo que puedes hacer en Madrid. No hago tanta distinción entre ellas, son pasarelas nacionales. Un salto más sería París. Pero desfilar en París es cuestión de capital. Soy muy pesado con una frase, pero prefiero ser cabeza de ratón que cola de león. Hay que ser muy consciente de donde estás y dónde puedes llegar.
P. Ha conseguido hacerse un hueco vistiendo a medida para fiestas y bodas.
R. Suena un poco a cuento, pero desde pequeñito siempre quise ser diseñador y tener mi propia marca. Dibujaba y tenía una corriente artística muy marcada. Con 13 años empecé a hacer costura. Terminé la carrera de diseño, empecé trabajando en Caramelo y luego fui a Armani, de visual merchandiser. Empecé con 21 años, pero yo quería hacer mis vestiditos y comencé a hacerlos a mis amigas y la gente de mi entorno con la ayuda de una costurera. Primero lo compaginé con Armani, y cuando vi que cada vez tenía más encargos hice el salto. Hace cuatro años que creé la marca. Quería crear todo lo que va relacionado con la firma, crear una experiencia. Creo que he conseguido mucho más que mi sueño. He tenido mucha suerte, mi madre dice que he trabajado mucho. Cada firma tiene que transmitir una aurea. Yo cuido todos los detalles, desde que entras en la portería, hasta el último detalle de la experiencia de compra.
P. ¿Se plantea ir creciendo?
R. Mi objetivo a largo plazo es abrir un pequeño atelier en Madrid, semejante a este. Tenemos mucha clienta de fuera. Yo tenía muy claro que no me quería meter en algo difícil de deshacer. Son cuatro años pero empecé con 5.000 euros y lo he ido creando todo poco a poco. Cada año duplicamos la producción del anterior.
P. ¿Qué tipo de clienta llega a su atelier?
R. Empecé vistiendo a millennials como yo, pero ahora tengo clientas de todas las edades, que creo que comparten una personalidad. La mujer más adulta que viene sigue siendo una mujer a quien le gusta la moda y quiere algo distinto. Es un perfil Jane Fonda, que no quiere ir de madrina.
P. Sigue una tradición de diseñadores que vestían a medida a la clase alta de Barcelona en los años cincuenta.
R. Es un atelier como antaño, es lo que pretendía, volver a captar el perfil de clienta que se hace vestidos a medida, es un target medio-alto. Yo me dirigí a las chicas de 17 o 18 años , que sus madres se han hecho la ropa a medida para las bodas, pero ellas no encontraban un sitio. Solo había modistas y no es lo mismo, porque no son diseñadoras. Faltaba el filtro del diseñador y ellas no encontraban donde hacerse vestidos a medida. Y ese es mi papel, he ido a buscar ese nicho.
P. ¿Quiénes son sus referentes?
R. Me inspira sobretodo Pertegaz, lo cogí como referente. Porque además estaba en la finca donde yo vivía y tuve el primer atelier, en la calle Tusset. Pertegaz vistió a la alta sociedad catalana pero a la franja más joven. La adulta ya estaba vestida por otros. Era un poco más económico e iba a por los jóvenes, se inspiraba en Nueva York y un estilo más fresco. Estaba en la calle Tusset, que en los años cincuenta-sesenta era la más top. Además, mi portero fue también el portero de Pertegaz. Cuando llegaba con mis telas me decía: “Como me recuerdas a Manuel cuando venía con sus tejidos”.
P. ¿Ve Barcelona bien posicionada en el mundo de la moda?
R. A nivel de moda y arte, Barcelona está muy desarrollada pero el perfil de la chica catalana es menos atrevida en cuanto a estilo que la de Madrid. En Madrid hay más alfombra roja, más eventos y vida social. En Barcelona faltan eventos. Te vas a cenar a París y ves gente vestida como aquí se iría a una boda. A Barcelona le falta vida social y jugar más con la moda. Me encuentro a menudo con la frase de ‘me chifla pero ¿cuando me lo pongo?’.
P. ¿Los representantes políticos, como Ada Colau, deberían apostar más por los diseñadores de aquí?
R. Los actores, las actrices y la prensa deberían apostar más por la moda española. Lo que no entiendo es que en los premios Goya o los Feroz todos reivindiquen que hay que ver cine español y luego no vistan moda española. Sólo tres apuestan por marcas de aquí. Eso te enfada. Tiene a Teresa Helbig, a Santos Costura… Pero siempre queda mejor ir de un diseñador de fuera. Tenemos que hacer equipo entre todos, no los políticos. A mí que Soraya Sáenz de Santamaría se ponga un vestido mío me la trae al pairo. Porque no le va a quedar bien ni lo va a defender ni transmite la imagen que yo quiero transmitir como marca. Que se lo ponga una actriz es lo que quiero. Que tiene repercusión internacional. Pero todas quieren lo mismo que todas. Y si se lo ha puesto una influencer ya no lo quieren. Apostemos todos por todos y verás cómo funcionará mejor. Yo haría un acuerdo para que todas las actrices fueran vestidas de diseñadores españoles.
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