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Los hospitales afrontan saturados el pico de gripe

Salud despliega planes de contingencia para contener la presión asistencial en las urgencias a causa de la epidemia

Jessica Mouzo
Dos niños con sus madres aguardan, en la sala de espera del CAP Pare Claret, para ser atendidos
Dos niños con sus madres aguardan, en la sala de espera del CAP Pare Claret, para ser atendidosCarles Ribas

La gripe se ha propagado con fuerza en Cataluña: en una semana se triplicaron los casos y se alcanzó, según la Agencia de Salud Pública, niveles epidémicos. El Departamento de Salud ha activado planes de contingencia para reforzar los recursos en centros de atención primaria (CAP) y hospitales que, a estas alturas, y con la epidemia todavía en ascenso, ya se encuentran saturados. Los sanitarios se quejan, no obstante, de falta de previsión y de carencias estructurales a consecuencia de los recortes de los gobiernos de Artur Mas entre 2011 y 2015.

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A media tarde de ayer, en las urgencias del hospital Vall d’Hebron de Barcelona, varias decenas de personas aguardaban para ser atendidas. “Por los altavoces han dicho que hay demoras de seis a siete horas”, apunta Felipe Moreno, que acompaña a su madre, de 77 años, por una infección de orina que arrastra desde varios días. “Le han hecho un análisis hace tres horas pero se lo tienen que repetir, así que, por lo menos, otras tres horas más nos quedarán”, lamenta.

El Departamento insiste a los usuarios en recurrir a otros recursos sanitarios, como los CAP de urgencias (CUAP), para cuestiones leves como la gripe y limitar las visitas a los hospitales a situaciones más graves y pacientes más complejos. Sin embargo, la epidemia de gripe declarada hace unos días —en una semana se pasó de 98,6 a 248 casos por 100.000 habitantes— ha multiplicado las visitas a las urgencias de todo tipo de centros. “Hubo un incremento del 19% en hospitales y de un 62% en los CUAP. Las urgencias están saturadas en muchos sitios”, admite la directora del Área de Atención Sanitaria del Departamento, Cristina Nadal.

Ante este escenario y con la epidemia en ascenso —en las próximas dos semanas se prevé alcanzar el pico más alto de incidencia—, Salud ha desplegado un paquete de medidas para reforzar los recursos asistenciales. El Parc Salut Mar, por ejemplo, abrió ayer 10 camas más —ya son 40 en total— en el hospital de la Esperança para derivar pacientes del hospital del Mar y Vall d'Hebron. “El día 1 y 2 alcanzamos el máximo de pacientes desde el pasado invierno con 367 y 350 atendidos respectivamente. Las urgencias están llenas, pero no hay colapsos ni saturaciones”, señala el director asistencial del hospital del Mar, Julio Pascual. Según Salud, el Sant Pau ha abierto otras 10 camas y una decena más en el hospital Dos de Maig; el hospital de Terrassa y el Parc Taulí de Sabadell abrieron cada uno 14 camas; y el de Bellvitge, entre otros, habilitó otras 22 plazas y 17 camas de observación de urgencias.

“Falta de previsión”

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Los sindicatos, sin embargo, advierten de que estas medidas son insuficientes. “Falta previsión, como siempre. Esto es una cosa cíclica, saben que va a pasar y no se preparan y, además, no han revertido todos los recortes y eso no ayuda. Las urgencias están a reventar, con filas dobladas de pacientes en los pasillos y boxes sobreocupados. Esto es un estrés para los profesionales”, critica Mari Àngels Rodríguez, de CC OO.

Los pacientes también se quejan. “El tercer mundo está ahí dentro”, dice Juana Párraga a las puertas del Vall d’Hebron mientras espera a que su hijo venga a recogerla a ella y a su marido, de 80 años. El anciano ha recibido el alta después de ingresar cuatro días a causa de la gripe. “Los dos primeros días lo tuvieron en una camilla en la sala de espera y ahora llevamos tres horas esperando por una ambulancia que no llega, así que he llamado a mi hijo para que nos lleve a casa”, protesta.

El Departamento desplegó hace casi un año un plan para reorganizar los flujos de pacientes en las urgencias hospitalarias —más del 50% de los casos atendidos en estos dispositivos podrían haberse resuelto en otros centros, según Salud—. El objetivo era contener las urgencias y, en concreto, reducir un 10% los pacientes que esperan más de 24 horas en los pasillos sin cama. Nadal evitó ayer valorar aún si el plan funciona pero aseguró que entiende las quejas de los profesionales y que le “preocupa” el déficit de profesionales. “Aunque haya dinero para contratar, si no hay profesionales, no hay nada que hacer y eso es lo que pasa en algunos casos”, indicó.

Una vacuna poco efectiva

Las cepas del virus de la gripe que circulan este año tienen escasa o nula cobertura vacunal. De hecho, la eficacia de la inmunización ronda el 20% o el 25%. “Tenemos una temporada similar a la del año pasado, solo que se ha adelantado un poco y es un mal año de cobertura vacunal. La cepa A-H3, que afecta más a ancianos, tiene poca cobertura y la B-Yamagata, no la cubre la vacuna”, apunta el epidemiólogo Toni Trilla.

Por ahora, los niños menores de 4 años están siendo los más afectados por el virus (905,6 casos per 100.000 habitantes). Este colectivo es precisamente la diana de otra epidemia, la de bronquiolitis, que se desarrolla siempre poco antes de que empiece a circular con fuerza el virus de la gripe. “Los niños tienen más facilidad de contagiarse porque tienen contactos más fácilmente y excretan el virus durante más tiempo que los adultos”, apunta Trilla, que es jefe del servicio de epidemiología del hospital Clinic.

Pese a la baja cobertura de la vacuna este año, Trilla y Nadal insisten en la necesidad de inmunizarse. “No hay que olvidar que la vacuna de la gripe se recomienda al 20% de la población, que son los grupos de riesgo. Esto significa que la temporada empieza con, al menos, un 80% de las personas no vacunadas. Si del 20% que tenía que vacunarse, la mitad se vacuna y la otra mitad no, tenemos un 10% de la población con riesgo de complicaciones, vacunadas. Cualquier cosa que podamos evitar, está bien”, señala el epidemiólogo del Clínic. Por ahora, 111 personas han requerido ingreso y el 92% no estaban vacunadas.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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