Los atajos secretos entre El Carmen y Preciados
Los peatones agudizan el ingenio para sortear la obligación de caminar en una única dirección por algunas calles del centro de Madrid
“Entremos por aquí. Vamos a contracorriente y no nos van a dejar pasar”, anima Sara López a sus amigas. El grupo accede por la puerta de la Fnac de la calle de Preciados, atraviesa la planta y unos segundos más tarde, sin hacer compra alguna, abandona el local por la puerta de la calle del Carmen. Una maniobra que sirve para cambiar la dirección de la marcha. Son las 19.30 del viernes, festivo, y hace poco más de dos horas que los agentes municipales han tomado cada intersección del centro de la capital. Desde ese momento, Preciados y Carmen se han convertido en vías unidireccionales. La primera para quienes suben, la segunda para los que bajan. Pero algunos evitan dar la vuelta a la manzana agudizando el ingenio: atraviesan las calles a través de los negocios que dan a ambas vías.
“Estaba en una tienda, y para comprarles algodón de azúcar a los niños he tenido que dar toda la vuelta. Me parece excesivo", se queja Estela Ruiz, de Badajoz. Ha tardado más de diez minutos en realizar la travesía. “Hay fórmulas para no perder tanto tiempo, pero si no eres de Madrid es complicado conocerlas”, señala Javier García. “Para no dar toda la vuelta se pueden usar los callejones, pero lo más fácil es entrar en un negocio que dé a ambas calles: entras por una y sales por otra”.
En la zona hay al menos cuatro locales con esas características. Marta Mas, trabajadora de General Óptica, atestigua el flujo de personas por el negocio: “La gente cruza durante todo el año, pero en estas fechas es exagerado. Algunos hacen como que miran gafas, pero otros ni eso. Apenas se ganan un par de minutos, pero es cierto que se evita la masificación”. Un empleado de Bershka señala: “A última hora de la tarde no podemos dar ni un paso en la tienda. La gente la utiliza para cambiar de calle, y la verdad es que lo entiendo. Es imposible andar por ellas”. Ninguno se atreve a valorar el impacto económico del protocolo aprobado por el Ayuntamiento. A Tamara Labajos, que lleva tres años trabajando en una heladería, la medida no le hace mucha gracia. Asegura que nunca se han formado tapones para llegar a Sol y que este año “sucede cada día”.
“Si vas callejeando no es tanta molestia. Que te obliguen a andar en una única dirección tampoco es para tanto. Puedes cambiarla en cualquier callejón. También hay varios negocios que dan a ambos lados”, explica Jorge Cazorla, que ha venido de compras desde Torrejón de Ardoz. Manuel ha estado esperando más de una hora a que su hija salga de una tienda de ropa: “Veo salir gente que nunca vi entrar. Nadie lleva bolsas y la verdad es que me ha parecido extraño”.
La medida de la alcaldesa Manuela Carmena suscita críticas, pero también están quienes la ven como positiva. “Me parece genial. Gente va a haber de todas formas, pero si las calles son de una sola dirección, al menos no vas esquivándola”, dice Tamara Redondo. Con el paso de las horas, el flujo de visitantes se intensifica. No queda ni un centímetro de asfalto libre. Poco antes de las 19.00 se ha formado un enorme tapón en los últimos 20 metros de la calle del Carmen, justo en el acceso a la Puerta del Sol. En mitad del gentío aparece la voz del cordobés José Pérez, que espeta a su familia: “Deberíamos habernos ido a una casa rural”.
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