Radiografía de un parque

La definición de fotografía callejera tiene tantos matices como arterias tiene un entramado urbano. La espontaneidad de las escenas, la temática, los escenarios o la búsqueda de impacto visual son algunos de los argumentos sobre los que gira este debate. Sea como sea, este tipo de fotografía es una herramienta documental de la sociedad que puede convertirse incluso en un registro histórico. Esto es precisamente lo que el colectivo Crisol Street Photography ha querido representar con Un año de Retiro, un proyecto fotográfico –en formato fotolibro– que retrata el ambiente del emblemático parque madrileño a lo largo del 2016.

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“Es un retrato estacional del Retiro inspirado en el trabajo que el fotógrafo Bruce Davidson realizó sobre el Central Park de Nueva York en los años 90”, dice Marcos Ros, coordinador del proyecto y uno de los organizadores del colectivo. “El Retiro es un lugar amable donde nadie se extraña de ver a alguien con una cámara y que permite rebajar la tensión que se produce a veces en la fotografía de calle”, añade. Las fotografías fueron realizadas entre enero y diciembre del año pasado. Ros cuenta que el proceso de selección se realizó de manera mensual y que llegaron a recibir hasta 1200 instantáneas. Finalmente, editaron el fotolibro con una selección de 80 presentadas en blanco y negro y firmadas por 30 fotógrafos, profesionales y aficionados, pertenecientes al colectivo. “Eran muchas imágenes de diferentes fotógrafos, cada uno con su estilo propio, de modo que decidimos prescindir del color para crear cierta unidad entre ellas”, explica Ros. Un año de Retiro está disponible bajo demanda a través de la plataforma Blurb. En su página de Facebook se pueden ver una preselección de 300.

Un año de Retiro es el segundo proyecto fotográfico de este colectivo madrileño fundado en 2014 (el primero fue una antología de fotos realizadas en la capital). Crisol Street Photography es un grupo abierto y gratuito que se reúne frecuentemente para realizar prácticas fotográficas por la ciudad. “Trabajamos con una dinámica basada en retos que nos permiten entrenar la creatividad y la capacidad de observación”, apunta Ros. “El colectivo está compuesto tanto por profesionales como aficionados a la fotografía o incluso gente que simplemente está empezando. La idea es trabajar y aprender juntos, no importa la experiencia que traiga cada uno”, añade. También realizan talleres de iniciación y visitas a exposiciones. “Queremos hacer crecer la cultura fotográfica entre los participantes, pero no somos una escuela ni aspiramos a ello, nos consideramos más como una entrada al mundo de la fotografía”, aclara Ros quien explica que el colectivo está compuesto por siete organizadores. “Nos reunimos todos los meses para organizar las actividades. Es como un trabajo, la única diferencia es que no es remunerado, lo hacemos por amor al arte, o mejor dicho, por amor a la fotografía”, se ríe.

Además de Crisol Street Photography, existen otros muchos colectivos de fotografía en Madrid como La calle es nuestra, Urban Disorder Madfoto o Club Fotografía Madrid. “Afortunadamente cada vez van surgiendo más y eso ayuda a incrementar la cultura fotográfica y a documentar la ciudad”, dice Ros quien aclara que no hay ningún tipo de rivalidad entre ellos.

Crisol Street Photography está a punto de cerrar su tercer proyecto fotográfico documental, Gran Vía 2017, que publicarán el año que viene.