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Miramar, la antigua real casa de campo que podría ser un hotel

Un estudio oficial propone dotar al palacio de usos turísticos para rentabilizar sus instalaciones

Mikel Ormazabal
San Sebastián -
Vista del Palacio Miramar, en San Sebastián.
Vista del Palacio Miramar, en San Sebastián.JAVIER HERNÁNDEZ

Fue estancia estival de la reina María Cristina a finales del XIX, también colegio internado del príncipe Juan Carlos (hoy rey emérito) a mediados del siglo pasado. El Palacio Miramar de San Sebastián, uno de los dos grandes iconos de la Belle Epoque que aún conserva la ciudad, situado en un emplazamiento paisajístico inigualable desde el que se domina la bahía donostiarra, podría cambiar completamente su uso si prospera la propuesta de destinar una parte de sus estancias a hotel y restaurante de lujo. Miramar está llamado a ser el próximo culebrón ciudadano, centro del debate político y social, como antes ocurrió por ejemplo con la construcción del Kursaal, la peatonalización de La Concha o la reforma del estadio de Anoeta.

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La controversia se ha abierto en cuanto ha trascendido que un estudio encargado por la Sociedad Kursaal, por encargo del Ayuntamiento de San Sebastián y la Diputación de Gipuzkoa, aconseja incluir el Palacio Miramar en la oferta de eventos y congresos que ofrece la ciudad. ¿Cómo? La propuesta plantea, entre otras acciones, abrir un hotel y un restaurante en sus instalaciones, ahora infrautilizadas y de propiedad municipal. El palacio abarca una superficie de 34.136 metros cuadrados donde se encuentran el histórico edificio, un parque, jardines y diversos edificios.

El Palacio Miramar cumple 125 años desde que la reina María Cristina decidió que en el promontorio que se alza sobre el Pico del Loro se construyese su Real Casa de Campo. En 1892 se hizo realidad su deseo, tras gastar de su patrimonio entre tres y cuatro millones de pesetas de la época. A su muerte, lo heredó Alfonso XIII, que solo lo pudo disfrutar como residencia real un solo verano, puesto que el romántico edificio, de estilo cottage inglés, fue incautado en 1931 por el Gobierno de la República (el presidente Alcalá Zamora pasó cinco días en Miramar en 1932), hasta que tras la Guerra Civil volvió en 1941 a manos de la familia real. Pero su uso quedó casi en la nada, salvo cuando en los años 50 se convirtió en el internado donde estudiaban el príncipe Juan Carlos de Borbón, su hermano Alfonso y otros alumnos.

En 1968 fue declarado monumento Histórico-artístico y cuatro años después lo adquirió el Ayuntamiento de San Sebastián por 102,5 millones de pesetas, lo que posibilitó el uso opúblico de los jardines que rodean el palacio, que todos los años acoge los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco (UPV). Hasta hace unos meses albergó el Conservatorio Superior de Música del País Vasco, hasta que los alumnos han podido estrenar la nueva sede de Musikene en otro punto de la ciudad.

La propuesta de habilitar una parte de las instalaciones de Miramar para la actividad hotelera y restauradora ha abierto un cisma entre las formaciones políticas del Consistorio. El PNV y el PSE, socios de gobierno, apoyan con sus matices que se explore esta vía. Los nacionalistas son partidarios de rentabilizar económicamente las posibilidades que ofrece el palacio: "Hay que pensar en ingresos y retornos si se quiere autofinanciar toda la infaestructura. Hace falta actividad restauradora para autosostener [el edificio]", comenta Miren Azkarate (PNV). Los socialistas quieren conocer con detalle las ventajas e inconvenientes de incorporar el palacio al circuito turístico de la ciudad. La nota discordante la ha puesto el diputado foral de Cultura, el socialista Denis Itxaso, quien se ha negado en rotundo a convertir Miramar en un hotel: "Con las más de 2.000 plazas hoteleras nuevas que van a emerger en el entorno de San Sebastián en los próximos años, nada justifica que se emplee un patrimonio público para construir un nuevo hotel, menos aún si se tiene en cuenta el entorno patrimonial protegido en el que está ubicado", ha afirmado Itxaso.

El PP no se opone "siempre que se respete sus espacios históricos y se mantenga el uso público del palacio", opina el edil José Luis Arrúe. Son frontalmente contrarios EH Bildu e Irabazi (Podemos). Amaia Almirall critica que la apertura de un hotel parte de "una visión puramente economicista" que supondría "hipotecar un impresionante espacio". Y Amaia Martín, de la formación morada, lamenta que el alcalde, Eneko Goia, y su equipo "no busquen otras alternativas que no conlleven privatizar espacios libres" de Miramar.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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