“Tenemos unos líderes que incendian la situación”
“Hace años que dejé de ser la hija de Serrat", dice Candela Serrat, actriz que interpreta 'Incendios', de Mouawad, en el Teatro Goya
Candela Serrat (Barcelona, 1986) lleva a cabo una impecable trayectoria típica de gran actriz. Trabajar, trabajar y trabajar. De hecho cuando no la llaman, cosa que no ocurre desde hace un tiempo, se enzarza en proyectos escénicos, con compañeros de oficio o con egresados de la Escuela de William Leyton, donde se incorporó después de formarse en teatro clásico en la London Academy For Music And Dramatic Arts y realizar varios cursos con la RADA (Royal Academy of Dramatic Art), etapa en la que, como es tradición entre las actrices, trabajó de camarera.
Aficionada a la lucha libre americana y al motociclismo, no tiene Facebook, no pierde el tiempo con las redes sociales y sólo utiliza twiter para hablar de sus personajes. Aunque barcelonesa, vive en Madrid, donde la buscan y consigue que en cada uno de sus trabajos más y más gente se fije en ella. Pero no sólo, aunque también, por la popularidad que proporciona aparecer en series (dos años en Seis hermanas de TVE-1). Lo de ella es una carrera de fondo y lo que va amasando con ahínco no es fama, sino prestigio, algo más difícil de conseguir. Lo logra por ese compromiso sin fisuras que demuestra, desde el inicio de su carrera, con los escenarios.
“Han venido así las cosas, pero tanto el medio como el género no me importan, sólo me exijo que me guste, que suponga un paso más en mi carrera, que me aporte algo nuevo”; y añade: “Por ahora me voy codeando con los grandes, con directores, actores y autores que admiro profundamente…, así se trabaja maravillosamente”.
La cantera es sólida. Directores como Paco Vidal, Joan Ollé, Gustavo Tambascio y Xavier Albertí, entre otros, incorporándola a piezas de Shakespeare, García Lorca, Vargas Llosa, Nöel Coward, al lado de actores como Carme Elías, Pepe Sacristán, Viky Peña, Nora Navas, Enric Majó… Por si fuera poco ahora está en el reparto de uno de los montajes más importantes que ha dado el teatro español en la última década, Incendios, de Wajdi Mouawad (editado por Llibres del Periscopi; KRK Ediciones, en castellano), con dirección de Mario Gas, donde comparte cartel con Nuria Espert, Laia Marull, Álex García y Ramón Barea, entre otros.
“Todos muy distintos entre sí, pero con una manera de trabajar parecida, la del rigor y la de ser grandísimas personas, con ganas de ayudarte; Núria Espert supuso una gran parte de mi tranquilidad a la hora de hacer una sustitución… con Sacristán trabajé meses hablando del montaje, buscando los recovecos que pudiera haber… Lo que no sabría es trabajar con un director blando, sería verdaderamente terrorífico: no hay que olvidar nunca que es imposible hacerlo todo bien y, por lo tanto, no ayudaría”, apunta.
Sus trabajos han girado mayoritariamente en torno a tragedias de mucho sufrir. “Pero si aparece alguna comedia la cogeré con ganas, no olvido que José Luis García Sánchez, buen conocedor del humor en este oficio, siempre dice que sería buena cómica”. Lo cierto es que le gustaría hacer de todo y sueña con no tener que aceptar nunca trabajos alimenticios: “Me veo más volviéndome loca por hacer algo que me interese, cosa que es fácil porque ahora mi medio está lleno de buenos productos, aunque no hay muchos papeles para mujeres”.
Con su apellido y su entorno familiar se muestra encantada. Ser hija del cantautor más prestigiado de España piensa que es algo que puede abrir o cerrar puertas. “Pero nada más, y ya hace años que he dejado de ser la hija de Serrat, eso sólo pasó al principio. Lo que ha sido muy importante para mí es que a la hora de elegir mi oficio la familia ni me ha empujado, ni me ha frenado”, señala esta mujer que desde pequeña tuvo formación musical y fue a partir de los quince años cuando vislumbro cuál quería que fuera su futuro profesional.
Siguiendo la tradición secular de las mujeres de teatro, le gustaría tener su propia compañía: “Proyectos no me faltan y sé con quién formaría una compañía, con trabajadores excepcionales”. Entre ellos estaría el actor Daniel Muriel, con quien pasea ahora por la vida: “Es un profesional al que admiro”.
Entre sus límites está el no creer en el trabajo a partir del sufrimiento, como promulgan algunas escuelas escénicas: “Todo sale mejor cuanto más apoyada te sientes, y no me interesa un director que te maltrata o te humilla”. Por otra parte, el trabajar muchas horas, hacer una gira dura, contar cosas terribles en el escenario le es muy gratificante: “Y he tenido muchos ejemplos a mi alrededor”.
El tema del proçès soberanista no le ha afectado tanto como a otros profesionales, entre los que se encuentran Jordi Évole, Isabel Coixet, Javier Pérez Andújar, Juan Marsé, el propio Serrat y otros muchos. “Yo hablo poco de este tema de cara a la galería, con ello he conseguido que me haya afectado poco, pero mi silencio se debe también a que, sea cual sea la opinión que expongas, la gente se cree con derecho a crucificarte y de muy mala manera, así que no comparto opinión con quien no conozco, no es un buen momento para ser escuchada y tenemos líderes que incendian la situación”, y añade, “aunque si no dices nada siempre hay alguien dispuesto a crucificarte por tu silencio”.
En el futuro inmediato tiene el final de la gira de Incendios (hasta el domingo en el Teatre Goya de Barcelona y, a partir del 2 de diciembre, en Cáceres) y una lectura dramatizada, a principios de diciembre en Madrid, que la posibilitará trabajar con Juan Carlos Rubio, joven y exitoso autor con el que tenía ganas de coincidir. A medio plazo participa en una miniserie de tres capítulos sobre La nova cançó, de los años sesenta a los ochenta del pasado siglo. A largo plazo, el sueño de su propia compañía.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.