Un catálogo de edificios protegidos lleno de agujeros
El listado de elementos a preservar del Ayuntamiento de Madrid mantiene inmuebles que ya no existen, porque han sido derruidos o muy modificados
En noviembre de 2006, las máquinas municipales empezaron a tirar abajo una gran mole de ladrillo en el parque de Fuencarral, junto a la calle de Nuestra Señora de Valverde; el Ayuntamiento de Madrid tenía previsto construir en ese preciso lugar unas pistas deportivas. El problema fue que la mole resultaba ser un depósito de agua de finales del siglo XIX y que el Catálogo de Edificios Protegidos aprobado en 1997 por el propio Consistorio lo amparaba con una de las categorías más altas que ofrece la norma —nivel 2, grado estructural—, que obliga a la conservación “tanto de su volumetría como de sus elementos arquitectónicos más destacados”. Por eso IU logró detener el derribo y el inmueble sigue hoy en el catálogo, a pesar del gran mordisco que dejaron las excavadoras en sus muros y de su mal estado general de conservación.
Este caso puede ser especialmente ilustrativo —por el sujeto destructor que lo protagoniza—, sin embargo, no es en realidad más que un ejemplo entre muchos de los estragos que ha sufrido el listado de inmuebles protegidos de la ciudad de Madrid desde que se aprobó hace 20 años. Un reciente informe del Ayuntamiento contabilizó 136 edificios protegidos que han sido derruidos desde entonces. Pero además, el propio catálogo, que el Consistorio asegura en su página web que está actualizado en diciembre de 2016, mantiene otro buen número de inmuebles que, en realidad, ya no existen, porque en algún momento fueron derruidos o profundamente modificados.
De ese modo, a la sensación de fragilidad que ofrecen muchas veces las figuras de protección de las construcciones históricas, se suma otra fuerte impresión de descontrol, según una portavoz de la asociación Madrid Ciudadanía y Patrimonio. “Todo esto te hace dudar de que sirva para algo”, asegura.
Este diario ha localizado más de una veintena de agujeros en el listado oficial. Entre ellos, el edificio de la calle del Clavel, número 7, frente a la plaza de Pedro Zerolo (en la imagen de la izquierda), que recibió permiso en 1999 para demoler el interior sin tocar la fachada (según la información del propio catálogo), pero hoy no tiene nada que ver con el inmueble que obtuvo protección integral en 1997.
O el número 8 de la calle de Antonio Grilo (muy cerca de plaza de España), que sigue catalogado con el nivel más alto, el 1, en categoría integral (lo que en teoría obliga a mantener “sus características arquitectónicas, constructivas, volúmenes, formas y elementos decorativos”), a pesar de que fue derruido hace más de una década después de ser expropiado en estado de ruina inminente por el propio Ayuntamiento. O el inmueble de Ballesta, 17, cuya fachada —que se suponía de “rehabilitación obligatoria”, según las fichas del plan general— apenas recuerda hoy a la que fue. O la derruida Villa de San Miguel, en Carabanchel alto. O la casa del número 1 de la calle de Amaniel. O en el número 2 de Eras Altas, en Villa de Vallecas...
La mayoría de estas desapariciones o cambios radicales (al igual que los 136 edificios protegidos cuyos derribos sí están registrados) se produjeron hace años, bajo gobiernos municipales del Partido Popular. Pero lo cierto es que los actuales responsables municipales desde el verano de 2015 (Ahora Madrid) no han ofrecido a este diario ninguna explicación concreta sobre los más de 20 casos de edificios protegidos desaparecidos o enormemente cambiados que siguen en el listado con la misma catalogación que en 1997.
En una respuesta por escrito, una portavoz del Área de Desarrollo Urbano Sostenible se remite a los 136 derribos que sí tienen registrados (hechos con el visto bueno de la Comisión de Patrimonio y en la mayoría de los casos por peligro de ruina inminente), pero sin aclarar si los otros ejemplos que este diario les ha mostrado se tratan de fallos del catálogo (algunos de ellos, de hecho, lo son, pues constan licencias en los archivos municipales que se pueden consultar a través de la web) o de obras hechas a las bravas o saltándose los términos de los permisos que habían recibido.
Sobre esto último, la portavoz municipal contesta de forma genérica que después de una obra, el promotor debe anunciar al Consistorio su finalización, y entonces los inspectores comprueban el cumplimiento de la licencia. “Si a lo largo de su ejecución es necesario cambiar algo, la dirección de la obra se lo tiene que comunicar al Ayuntamiento y solicitar la modificación de la licencia correspondiente”, añade.
Sin embargo, las cosas no son tan sencillas, dado el volumen de obras, el del propio catálogo —hay más de 12.000 edificios protegidos— o la falta de comunicación entre departamentos, lo que hace que en numerosas ocasiones solo se actúe si alguien denuncia, según asegura un experto en la materia que prefiere no ser citado por su nombre, pero también demuestran casos como el del depósito de agua de Fuencarral. “Muchas veces se usa la ruina inminente como coartada para derribos innecesarios, se producen descatalogaciones arbitrarias, se permiten cambiar fachadas sin explicar por qué... Hay una sensación de descontrol, de falta de criterios unificados, de ambigüedad...”, se queja la portavoz de Madrid Ciudadanía y Patrimonio.
Patrimonio en peligro
A todo ello habría que sumar los edificios catalogados que se encuentran en una situación lamentable y sin los cuidados mínimos, por lo que, si nadie lo remedia, pronto pasarán a formar parte del censo de inmuebles protegidos derribados por su estado de ruina. Un ejemplo se encuentra muy cerca del medio derruido depósito de agua del siglo XIX del parque del Fuencarral, al otro lado de la calle de Nuestra Señora de Valverde. Es la ermita de Nuestra Señora de Lourdes, construida poco antes de 1900, que sigue catalogada con protección de nivel 2, grado estructural, a pesar de que cada día está más deteriorada; ya no queda rastro de su gran cúpula metálica.
Algo muy parecido está ocurriendo con el edificio de la avenida de Carabanchel Alto número 52 (con protección estructural en el catálogo), que lleva años en imparable declive. El palacete de principios de siglo XX, que habitó en su día un prestigioso médico, ya fue convertido en los años setenta en un almacén de construcción. Hace 10 años estuvo ocupado por un grupo de inmigrantes sin papeles.
“El mal estado de edificaciones es consecuencia de falta de mantenimiento y conservación por incumplimiento del deber de conservación que tienen los propietarios de todos los inmuebles de la ciudad, estén o no catalogados”, señala la portavoz municipal.
¿De qué edificio me está usted hablando?
El visualizador urbanístico del Ayuntamiento de Madrid ofrece, entre otras cosas, información detallada sobre los edificios protegidos de la ciudad. En muchas ocasiones, incluyen fotografías tomadas cuando se confeccionó el catálogo en la segunda mitad de los años noventa; no se trata de un documento oficial, pero da una idea de cómo era aquello que en su día se decidió que merecía la pena preservar.
En algunos casos, no hay imágenes porque no se tomaron, pero el edificio actual es muy moderno como para ser el que se protegió (es el caso de la calle del Cactus, 29). En otro caso, no es que falten imágenes, es que ni si quiera su existencia consta en el visualizador (paseo de Talleres, 17, en Villaverde), aunque está claro que el edificio que había allí, fuera como fuera, ya no existe, porque fue derruido. Y más extraño aún es el registro del catálogo de la avenida de la Albufera 499, porque ni siquiera existe esa dirección en el callejero.
Pero más allá de esos misterios, el siguiente es un listado de ejemplos de edificios catalogados cuyas imágenes de antes no tienen mucho que ver con las de ahora.
Calle de la Manzana, 14. El catálogo dice que goza de protección integral, pero de la foto del visualizador a su imagen actual hay un abismo. En el buscador web de licencias urbanísticas consta un permiso de diciembre de 2005 para "obras de nueva planta".
Calle de Antonio Grilo, 8. Fue el propio Ayuntamiento, que lo había expropiado un poco antes, el que lo tiró por ruina en torno a 2005. Sin embargo, el catálogo le sigue otorgando protección nivel 1, categoría integral.
Plaza del Seis de Diciembre, 6. La Villa San Miguel se fue deteriorando hasta su ruina total. Fue derribada en 2014, pero sigue catalogada con protección integral.
Calles de Manuel Pavía 18-20 y Puerto Idiazabal 6-8. Este conjunto de edificios mantiene un aire parecido a sus predecesores (tejado a dos aguas, la base de los balcones), pero desde luego es dudoso que tenga que mantener una protección nivel 1, categoría integral tras haber sido rehecho de arriba abajo.
Calle Pilar de Zaragoza, 54. La antigua casa unifamiliar que sigue catalogada con protección nivel dos, categoría estructural, hace más de una década que fue sustituida por un enorme bloque de pisos.
Calle del General Oraá, 73. Aquí también había una casa unifamiliar protegida que sigue constando en el catálogo con protección estructural y que también ha sido sustituida por un edificio de viviendas. Este caso es más reciente (todavía se están comercializando las casas). Constan varias licencias, la primera, de 2014, de demolición total.
Calle de Amaniel, 1. La pequeña edificación de dos plantas que estaba y sigue protegida (nivel 2, estructural) hace muchos años que se demolió para levantar un edificio de cinco pisos.
Calle Ballesta, 17. La fachada, de "restauración obligatoria", según las fichas del catálogo, ha sido profundamente alterada.
Calle del Clavel, 7. La documentación del catálogo menciona un "expediente de licencia de demolición parcial excepto fachadas, en base al Dictamen de la Comisión de Patrimonio de 13/10/99". Sin embargo, el edificio que hoy ocupa esa dirección no tiene nada que ver con el que se catalogó con protección estructural.
Calle de San Bernardo, 48. Su derribo en 2015, después de años de ruina y abandono hasta el colapso final, fue muy polémico, pues llegó después de un último intento de rehabilitación. Sin embargo, el inmueble sigue apareciendo en el catálogo con protección estructural.
Calle Nuestra Señora de Valverde, s/n. El histórico depósito de agua del parque de Fuencarral está a medio derruir desde hace más de una década. La protección se mantiene intacta: estructural.
Paseo de la Castellana, 76. Derruido y vuelto a levantar recientemente. La fachada es muy parecida a la anterior, pero la pregunta es: ¿una vez derribado tiene que seguir protegido en el catálogo? Porque ahí sigue, con protección, eso sí, parcial.
Calle de Nuestra Señora de Valverde, 126. También tiene protección parcial aunque ya solo recuerde un poco al edificio que se catalogó en 1997.
Plaza Juan de Malasaña, 12. Algo muy parecido ocurre con este inmueble de Villa de Vallecas.
Calle de Eras Altas, 2. Justo al lado del anterior, el edificio de tres plantas que ocupa esta dirección no se parece en nada a la vieja casa rural con protección parcial que había antes allí.
Santa Teresa Jornet, 3. También en Villa de Vallecas. La casa unifamiliar protegida fue derruida hace ya algún tiempo.
Plaza de la Emperatriz, 18. Este edificio protegido también fue derribado hace algunos años. Todavía hay un solar en su lugar.
Avenida de Carabanchel Alto, 13. A este edificio protegido le falta la mitad, es decir, la primera planta; solo queda en pie el bajo.
Calle del General Ricardos, 127. Aquí estuvo uno de los últimos cines de Carabanchel, el Florida, en el número 152 de la calle de General Ricardos, que estuvo abierto hasta hace 15 años. El edificio sigue gozando de protección parcial en el catálogo, aunque ha sido transformado de forma significativa.
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