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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Estamos todavía a tiempo

Puigdemont no tiene que esperar al lunes para responder a Rajoy y decirle que no ha habido declaración de independencia

Carles Puigdemont se dispone a firmar la declaración de independencia de Cataluña.
Carles Puigdemont se dispone a firmar la declaración de independencia de Cataluña.JUAN MEDINA (REUTERS)
Lluís Bassets
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Sí, todavía estamos a tiempo. Puigdemont todavía está a tiempo. Junts pel Sí aún está a tiempo.

¿A tiempo de qué? De detener la catástrofe que comenzó los días 6 y 7 de septiembre y se desató virulentamente a partir del primero de octubre.

De lo que ya no estamos a tiempo es de evitar las heridas profundísimas que se han producido. Como máximo estamos a tiempo de curarlas.

El daño a la economía catalana, al prestigio de su capital y del país, la pérdida de poder y de influencia en España y en el mundo, la fractura profundísima provocada en la sociedad, el surgimiento de pulsiones nacionalistas enfrentadas, todo esto ya no tiene remedio, y sólo requiere espíritu de pacificación y de reconciliación y mucha paciencia.

Pero hay tres cosas que todavía se pueden enmendar o al menos detener, y estas son la hemorragia de empresas, de capitales y de inversiones que aún sigue y seguirá hasta que no haya una señal fuerte de estabilidad; el horizonte de un autogobierno descabezado o paralizado por la aplicación del artículo 155 de la Constitución; y, finalmente, la expectativa para cientos de personas, cargos públicos o funcionarios, de verse condenadas por los tribunales, multadas o inhabilitadas.

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Los partidarios de que cuanto peor mejor, que son los auténticos responsables de habernos llevado hasta donde estamos ahora, quieren también ir aún más lejos y seguir haciendo daño a Cataluña y a los catalanes. Carles Puigdemont debe decir prou, basta, a la vista de que las ambiciones tan altas que se proponía están desembocado en una Cataluña real cada vez más pequeña, cada día más pobre, cada hora que pasa más débil y para colmo más dividida y herida.

Y eso lo tiene que hacer cuanto antes. No tiene que esperar al lunes para responder al requerimiento de Rajoy y decirle que no ha habido declaración de independencia. Tampoco tiene que esperar al próximo jueves, cuando vence el plazo para empezar a aplicar el artículo 155, para decir que corrige el error cometido. Debe decir basta ahora y lo tiene que hacer por Cataluña, para dar la señal de que la economía vuelve a ser fiable, para evitar que la aplicación del artículo 155 nos deje sin competencias fundamentales para el autogobierno de todos y también para no hacer más daño a las personas que han encabezado y protagonizado este desgraciado procés, de forma que no se les añadan sufrimientos personales al sufrimiento que ya significa su derrota política.

El patriotismo catalanista exige hacerlo y hacerlo lo antes posible. Este viernes, mejor que el lunes. Cualquier otra decisión significa alargar la agonía y profundizar en el daño que se está causando. El único diálogo que puede haber es sobre estas cuestiones: para limitar los daños, para preservar el autogobierno y para minimizar las consecuencias inevitables de las vulneraciones de la legalidad.

Y una vez hecho esto, que en buena lógica significará la ruptura de la frágil mayoría sustentada en los escaños de la CUP, sólo queda una opción. Disolver esta legislatura nefasta e ir a unas elecciones catalanas tan pronto como sea posible.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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